Antes de meterme en el embolado éste de «Barrio de La Paz» estuve investigando mucho sobre el género del musical. Recopilé información y vi muchas películas que me ayudasen a acercarme a sus claves: empecé por clásicas como «Singing in the rain», «King creole», «West side story», etc., y finalmente me detuve especialmente en «The band wagon» («Melodías de Broadway») de Vincente Minnelli, porque es el perfecto ejemplo de como se puede hacer una obra maestra con un guión mínimo: Fred Astaire interpreta a un actor-bailarín en decadencia que se revitaliza al contactar con una joven troupe de teatro, tras un pequeño traspié inicial acaban arrasando precisamente cuando se liberan de corsés y dejan ir a su instinto. Este argumento que puede parecer endeble se sostiene gracias a unas canciones magníficas, una coreografía apabullante y por supuesto una puesta en escena asombrosa que luego rescataría-homenajearía Michael Jackson en «Thriller». Otro film que me hizo tomar notas fue «On connait la chanson» de Alain Resnais, éste sí apoyado en un ingeniosísimo guión y chocantes interpretaciones musicales, con lo actores pasando de la charla a la canción (chanson, en este caso) en un suspiro, al modo de lo que luego se haría aquí en «Al otro lado de la cama».
Hay una conclusión en todo esto: cualquier espectáculo que mezcle actuación y canciones se sustenta en el binomio guión- música, al igual que el de la música a su vez se aguanta en el de acordes y letra. Sí, es posible hacer una buena canción con un texto mediocre, pero siempre será mucho mejor cuando las palabras acompañan, y lo mismo pasa con los musicales. Vale, las bandas sonoras de «Grease» y «Saturday night fever» (sobre todo esta última) pueden estar bien, pero ver hoy en día las pelis provoca un poco de urticaria, glups, qué guiones más tontos, ¿no? Es por eso por lo que tengo ciertas prevenciones con el musical de «Grease» que en breve pasará por Málaga, al igual que por otros motivos me pasa con, por ejemplo, los de Abba y en menor medida con los de Queen, Mecano, etc. Hablan maravillas del de los suecos pero, ay, nunca pude con su música, es como ¿qué hago yo ahí escuchando «Chiquitita»?
Queda feo que yo diga esto, pero creo que el éxito de «Barrio de La Paz» radica en que la calidad de la música se ve acompañada de un guión muy interesante. El dramaturgo Sergio Rubio y las chicas de Caramala elaboraron un libreto completísimo basado en una muy vaga idea inicial mía que mezcla con muchísimo salero conceptos tan apartados en principio como los recuerdos de infancia, la lucha por la paz, la cubanía, el sabor de barrio, las consignas hippies y la crítica socio-política. Sí, las intervenciones de Caramala son divertidísimas, pero esos parlamentos están muchas veces cargados de ironía y tienen mucho transfondo. Por ejemplo, el monólogo del cigarrillo electrónico que interpreta Virginia Muñoz es de los que deja la risa congelada, un grandísimo momento. La escena de las heavies en el banco es desternillante, pero en el fondo encierra una crítica total contra el inmovilismo y prejuicios de la sociedad actual, algo precisamente muy aplicable a las opiniones musicales de algunos, incluyendo algún seguidor mío. Y la de la niña que regresa al barrio tras viajar por el mundo es… preciosa.
Esta noche nuestro «band wagon» se despide temporalmente de los escenarios con un ambiente de fiesta total. Hemos pasado grandísimos momentos, nos hemos reído como condenados y hemos trabajado como mulas, consiguiendo el objetivo de hacer que la gente se olvide temporalmente de la puta hipoteca y las letras del coche. Nos hemos hecho amigos, hemos creado una mezcla de personajes disparatada y de lo más divertida, y nos vamos temporalmente todos -músicos, actrices, técnicos, regidora, invitados, ayudantes, etc.- con la satisfacción del trabajo bien hecho y los parabienes de toda la crítica. Mmm, ahora caigo en que dos temas muy aplaudidos del show («Hoy debo partir» y «Baila conmigo») no están en el CD, ¿por qué? Porque ya estoy cavilando un Acto 2, ¡vamos a por ello, Hispano-Cubans, Sergio y Caramala! Pero antes calma, Javier, vamos a exprimir el Acto 1 ¡que ni si quiera has publicado el disco en tiendas! Ay, así es el niño de Maru…
(Artículo publicado en el Boletín de La Paz el 01-01-14).