Incombustibles y con un espíritu digno de los 80 la banda Danza Invisible lo dio todo anoche en Tábara.
Prueba de ello fue el gran número de fans que siguieron al inigualable Javier Ojeda líder de Danza Invisible, un grupo que mantiene el pulso al tiempo y que hizo vibrar a la Plaza Mayor de Tábara al completo.
Varios autobuses llegaron a Tábara cargados de los inseparables fans de un grupo que en directo gana lo que se paga por su caché. Javier Ojeda se metió en el bolsillo a los cerca de dos mil seguidores que corearon sus temas favoritos. La Reina del Caribe lo volvió a ser anoche en Tábara, Él Ángel Caído con la desgarradora voz del malagueño o el Sabor de Amor o también A Este lado de la Carretera hicieron que la noche de Danza Invisible llenara de nostalgia agradecida a los cientos de adeptos de este grupo que se mantiene en candelero desde 1981. Una filosofía musical entendida desde la letra y las melodías trabajadas de aquel entonces y que conducen a un estado de semi éxtasis a su vocalista.
Las gargantas se esforzaban en seguir los pasos de un grupo que ha puesto en valor el esfuerzo de los pueblos pequeños por llevar a sus gentes lo mejor del pop español de los 80. Anoche Tábara fue una fiesta completa en toda la expresión de la acepción, los fans y los adeptos de Danza Invisible lo dieron todo de nuevo en una noche que hizo volver a los 80 a todos los que por aquel entonces con muchos menos años escuchaban en vinilo a estos virtuosos del pop-rock sureño, un diez en el directo y un aplauso al ayuntamiento de Tábara por este esfuerzo, el de traer y rememorar a los viejos rockeros y poperos que anoche volvieron a tener 19 años.
(Paco Colmenero para Zamora News).