La banda lanza un disco y se rodea de amigos en la Sala París 15 para celebrar sus «30 exabruptos»
«Desde que el grupo dejó de ser ‘híperpopular’, me encuentro más feliz», confiesa Javier Ojeda, el alma de la banda
EL CONCIERTO
Artistas. Danza Invisible. Javier Ojeda, Chris Navas, Manolo Rubio y Antonio Luis Gil.
Invitados. Manuel España (La Guardia), Carlos Segarra (Los Rebeldes), Kiko Veneno, Toni Zenet, Mario Díaz y Hablando en Plata, entre otros.
Lugar. Sala París 15.
Fecha. Sábado 28 de abril, a partir de las 21.30 horas.
Entradas. 16 euros en venta anticipada en la web de la Sala París 15. En taquilla, 20 euros.
El disco. ‘Treintatacos’. 16 canciones: dos temas inéditos, cinco «regrabaciones» (‘El pintor y la modelo’, ‘No habrá fiestas para mañana’, ‘El brillo de una canción’, ‘En celo’ y ‘La estanquera del puerto’) y remezclas de esos temas. A la venta, el día del concierto y en la web de Danza Invisible.
http://www.diariosur.es/v/20120413/cultura/danza-invisible-caen-tacos-20120413.html
No le hace falta mucho para arrancarse. Pregunta: «¿Cómo han evolucionado en estos años a nivel de composición?». Respuesta: «Vamos a coger una guitarra y se lo explicamos, ¿no?», le dice Javier Ojeda a sus compañeros. Y así, como si nada, en la planta de arriba de El Pimpi -sitio más malagueño imposible- el incombustible Ojeda hace un repaso por los 30 años de Danza Invisible a través de cuatro canciones. ‘Sin aliento’, ‘Al otro lado de la carretera’, ‘Por ahí se va’ y ‘No quiero bailar’. Un anticipo de lo que el 28 de abril le espera a quien se acerque a la Sala París 15.
La banda pop por excelencia de la escena malagueña se rodea de sus amigos para celebrar su aniversario como corresponde: sobre un escenario. Le han llamado ‘Treintatacos’, un «nombre cachondo y simpático, que también quiere decir treinta exabruptos», y que conecta bien con su «alma ‘hooligan’».
Será una «ida y venida» de colegas de profesión, con nombres como Manuel España, de La Guardia; Carlos Segarra, de Los Rebeldes; Kiko Veneno, Zenet, Mario Díaz, Hablando en Plata… y así hasta una veintena de colaboraciones. Con unos cantarán, otros harán los coros y alguno tocará. «Nos llegó un aluvión de peticiones de gente que quería participar. Ha sido increíblemente emotivo», cuenta Ojeda.
«Buen rollo»
Es el fruto de una carrera en la que han «sembrado buen rollo». «Somos gente muy metida para adentro, muy sencilla en el mejor de los sentidos. Nunca nos hemos creído nada», asegura un humilde Ojeda. Dice que «jamás en la vida» en su mente ha estado la palabra «éxito o triunfo». De hecho, como recuerda el bajista Chris Navas, ellos no quisieron irse a Madrid cuando era destino obligado de todas las bandas de la época. Se obstinaron en quedarse en Málaga. «Y ese ha sido parte del secreto de Danza. Hicimos mucha furgoneta, pero el tiempo nos ha dado la razón», indica.
Por eso, el grupo está convencido de que el concierto del 28 de abril será también un «homenaje a una manera de entender la música». La ‘filosofía Danza’ consiste en pensar: «qué guay es subirse a un bar y tocar tus canciones. Jamás hemos compuesto ni publicado para arrasar».
Y pese a ello, lo hicieron. Más de una docena de discos y varios números uno les han colocado muchas veces en primera línea desde que se dieran a conocer en esos locos años de la Movida. «Sí, fueron locos. Y permanecemos con ese espíritu. Todos los que nos conocéis sabéis lo faltones e irreverentes que solemos ser y es herencia del espíritu de esos tiempos, de esa manera de entender la música». Entonces la provocación «se veía como algo necesario». «Había que ser rimbombante», apostilla el cantante.
Según todos coinciden, ser músico era en aquellos tiempos más sencillo. Al menos, como explica el guitarrista Antonio Luis Gil, «cualquier grupillo que salía se escuchaba». «Hoy ninguna casa de discos oye una maqueta», lamenta. E Internet, en opinión de Chris Navas, tampoco ha servido de mucha ayuda, pese a lo que pueda parecer.
Etapas
Treinta años dan para mucho, para estar arriba… y también abajo. Pero tras el ‘boom’ que Danza vivió entre 1986 y 1998, el mundo no se acabó. Más bien al contrario. «Da la casualidad que desde que el grupo dejó de ser hiperpopular masivamente, yo me encuentro más feliz», admite Ojeda. Cuenta que ha vuelto «a respirar el rollo de lo que es salir a un club a cantar» por el simple placer de hacerlo, ha podido «probar proyectos imposibles» para un sello discográfico, se ha permitido el lujo de «hacer dúos, hacer favores» a amigos…
No saben «ni de qué manera ni cómo» han conseguido sobrevivir al vinilo, al casete y ahora al CD… pero el caso es que pretenden llegar al 40 aniversario. «Si ocurre sería un notición… En ello estamos. Aparte de afinidades musicales, lo que nos ha mantenido juntos todo este tiempo es la amistad», declara emocionado el vocalista.
De momento, prometen un concierto «único» -de casi tres horas, con 30 canciones y proyecciones incluidas- y lanzan un disco «muy exclusivo» que se venderá el día de la actuación y a través de su web. También con el título de ‘Treintatacos’, Danza Invisible recupera del baúl de los recuerdos dos temas inéditos y «regraba» cinco canciones. El álbum incluye además las remezclas que artistas locales han hecho de esas mismas piezas, dándole aires de rap, tecno-pop, dance… «El resultado es sorprendente», avanza Ojeda. Y, para seguir en esa línea de no dejar indiferente, la portada esconde un huevo… «con un mensaje subliminal que solo se descubre al comprar el disco».
(Artículo de Regina Sotorrío para Diario Sur).