La expulsión de uno de los miembros más importantes de Danza Invisible, en un calentón en una furgoneta

Foto: Los cinco integrantes de Danza Invisible hasta 1993

Romper con todo en plena gira, subidos en una furgoneta, con el bajista amenazando con tirarse en marcha y tras dar uno de los peores conciertos de su vida. La escena tiene mucho de viejas leyendas del rock, pero todos los que presenciaron aquel momento confirman que así fue cómo, en 1993, Danza Invisible decidió expulsar a su miembro fundador, Ricardo Texido.

Por aquel entonces, hacía más de una década que la banda malagueña había comenzado una carrera imparable en el mundo de la música y acababan de publicar su duodécimo álbum de estudio, bajo el muy certero título Clima raro (1993). Desde la explosión de su inmortal hit ‘Sabor de amor’, incluido en el álbum A tu alcance (1988), la formación había virado a un pop más luminoso, alejado de aquellas referencias con las que se iniciaron en los ochenta, más cercanas a bandas como a sus admirados Talking Heads, de un sonido más denso y oscuro.

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Fuerza impulsora y motor de la banda en sus inicios, Texidó definió aquella segunda etapa de la banda como “la de las ‘javis’”, un publico enfervorecido de mujeres que coreaba el nombre del vocalista en cada concierto. Con el mal sabor de la lucha de egos, descontento con el cambio que había tomado el grupo en los últimos años y con discrepancias crecientes sobre el acuerdo que habían firmado sobre el derecho de sus canciones, llegó un momento en el que el batería de Danza Invisible empezó a desatar un “clima raro”, que anunciaba aquel disco.

En Danza Invisible. Al otro lado de la carretera (2021), el documental estrena Imprescindibles y puede verse en RTVE Play, quienes fueron sus compañeros de banda hasta aquel año, hablan de un “ego escondido” que brotó en aquellos años hasta convertir la convivencia en “insoportable”. Así lo cuenta el guitarrista de la banda Manuel Rubio o el bajista Chris Navas, ambos presentes también desde la fundación del grupo. “Cuando empieza a entrar dinero y empieza a funcionar el trabajo, la cosa toma otra dimensión y Ricardo empieza a estar descontento. Para él, no para nosotros, no estaba tan elevando como creía que debería de estar su figura. Empezó a ir por su lado, comíamos separados… ya se veía que la cosa no iba bien” apunta Navas.

Choque por los derechos de las canciones

Los primeros choques surgieron por el tema de los derechos de las canciones. “En un principio, decidimos que las canciones eran de todos, un tema un tanto controvertido, puesto que la letra es de quien la escribe y la música de quienes la compone”, comenta en el documental el propio Ricardo Texido. “Pero recuerdo que Cris me dijo que bandas como U2 también firman las canciones juntos, como U2, y que no había diferencias. Yo entré por el aro, pero después me arrepentí”, añade.

Con esas conversaciones sobre la mesa y el malestar acumulado, la banda emprende la gira de presentación de Clima raro. Algunos directos empezaron a ir mal, uno de los teclistas bebía mucho y en un concierto en Logroño, su melopea fue tal, que el bolo acabó siendo un auténtico desastre. “Aquello caldeó el ambiente, todos estábamos cabreados”, recuerda Rubio.

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Todos salvo Ricardo, cuentan sus compañeros, que “pasaba de todo”. “Nosotros le empezamos a decir que era nuestro proyecto, que cómo le iba a dar igual que hubiésemos hecho ese concierto tan malo”, asegura Navas. Fue entonces cuando todo estalló y la banda le plantea, en pleno viaje de vuelta que se fuera de la banda.

“Ahí estábamos los cuatro cobardes, quedamos todos en decírselo, pero Ricardo tiene una personalidad muy fuerte y yo entonces no la tenía, ni siquiera ahora”, comenta el vocalista Javier Ojeda. “Fue como lanzar una bomba en una furgoneta de la que no puedes marcharte, sino me tiraba”, apunta Manolo Rubio. “No fue fácil, pero llegó un momento en el que teníamos que decidir. Si ves que estas chocando y chocando, tarde o temprano va a romper”, concluye el bajista.

«En ningún momento lo dejamos tirado»

Para el crítico musical Héctor Márquez la clave de aquellas desavenencias pasaban por tener una banda en la que “el futuro líder no quería ser líder, pero era el hombre que acabó guiando a los suyos por la dejación de los demás, un vocalista que solo  quería cantar”.

Treinta años después de aquel incidente, ningún miembro de la banda parece sentir dolor por aquella vieja herida. Hay respeto y admiración mutua. “En ningún momento lo dejamos tirado, lo que quedó de gira se le estuvo pagando y un poco más”, comenta en el documental Rubio. Javier Ojeda lo admite: “Ricardo es la fuerza impulsora y el motor de Danza Invisible en la primera época, si no es por él, la banda no hubiese tenido éxito”.

(Publicado en RTVE.es).