El malagueño, que ha culminado un año pletórico, presentará el disco en un concierto el día 22 en en la Fábrica de Cervezas Victoria
Foto: Javier Ojeda, con su banda, durante el concierto del Castillo El Bil-Bil de agosto del 2021.
Casi todos los artistas están intentando olvidar los conciertos con el público sentado y con mascarilla y va usted y los graba. ¿Simplemente quería que quedara un souvenir de dos recitales en enclaves muy especiales o hay algo ahí de reivindicación, de testimonio de la música en momentos difíciles?
¡Lo has clavado! Mira, en esos momentos yo me sentía enrrabietado tras tantos meses sin poder ejercer mi profesión. por eso creo que hay una especie de fervor interno en la ejecución de estos temas. Y sí, es un poco como “a pesar de todo, la música sigue floreciendo”. Y además ya se trata también de mi punto particular de ir por libre y hacer lo que nadie hace: ¿cuántos discos en directo se han grabado con el público obligatoriamente sentado y con mascarillas? Pues eso.
– La pregunta del millón a la hora de hablar de discos en directo: ¿Crees que se ha conseguido transmitir la emoción de estos recitales al ser plastificados?
Claro que sí, si no no los hubiese publicado, hombre. Lo que te va a sonar chocante es que es un disco en el que el ruido de ambiente está mucho menos presente que en los discos en directo habituales, precisamente por las restricciones de aforo, las mascarillas y demás. Pero sí que lo noto muchísimo. Y he tenido que cortar un montón de parlamentos míos, estaba esos días que no paraba de hablar al público de cómo nos sentíamos.
– Es un repertorio muy sui géneris el que has seleccionado aquí (como el de los conciertos que recoge), con algunos temas de ésos que se llaman «deep cuts», conocidos por los fans más acérrimos, poco interpretados en directo. ¿Querías reivindicar también tu fondo de armario?
Ah, pues puede que sí. Más bien, a la hora de recoger temas del pasado grabados como Danza Invisible he intentado rescatar los más “míos”, o sea, en los que más se nota me impronta, como “Diez razones para vivir”, “La deuda de la mentira” o “El orden del mundo”. También por supuesto he incluido varios temas más recientes publicados en solitario.
– Ya sólo te falta tocar en el Teatro Romano y en la Alcazaba, ¿verdad?
Sí, y me haría una grandísima ilusión, sobre todo el Teatro Romano. Es del primer auditorio de nuestra ciudad, ¿verdad? Además no sé si sabes que una de mis pasiones ocultas es la arqueología…
– Cierras 2022 con casi un centenar de conciertos a lo largo y ancho del país. Debe de ser una especie de récord, especialmente para un artista veterano. ¿Cómo te inventaste esta segunda juventud?
No, van a ser 106 si no me equivoco, una burrada. Mira, yo creo que me he hecho algo que no es habitual en los vocalistas, y es tocar con muchas bandas y formatos distintos. Normalmente los instrumentistas reparten su tiempo acompañando a determinados artistas, montando su propio proyecto, su banda de versiones, etc, todo para salir adelante y ejercer dignamente su profesión. Pero esto no es nada habitual en los vocalistas, es como si fuéramos más “pijos”, jajajajaja. Yo he encontrado mi camino a la felicidad tocando en innumerables formatos, conociendo músicos, probando nuevos registros. Y, cosa importante, sin tener un manager que me diga dónde y con quién tengo que tocar.
– Las claves, para mí, de esta tu «nueva» etapa son dos: mantener la curiosidad (sé que estás bien al tanto de las novedades musicales) y mantener el hambre (ponerte el mono de trabajo, ser consciente del legado pero también de que hay momentos en que toca ser currante de la música). ¿Estás de acuerdo?
Te agradezco muchísimo tus palabras. Sí, a mí no me asusta el trabajo duro, pero sobre todo pienso que amo tanto esta profesión que me aferro a ella como a un clavo ardiendo y hago lo necesario para seguir siendo uno de sus representantes. Hay algo místico en lo nuestro, te lo aseguro, aunque suene pretencioso.
– 2023 va a ser un tanto diferente para ti: «Voy a hacer lo que me apetezca y no voy a verme sometido a obligación alguna», has dicho. ¿Crees que el público no conoce lo suficiente tu trayectoria en solitario?
Bueno, yo no soy ningún tío insatisfecho, todo lo contrario, pero es verdad que muchas veces he sentido la pequeña “frustración” (entre comillas) de no haber podido promocionar debidamente mis últimos discos por mis obligaciones junto a Danza Invisible. Y también este año me he encontrado con momentos en los que no he podido saborear mis pequeños éxitos por tener varios compromisos contractuales. Yo no voy a dejar de tocar en directo en absoluto, esta es mi vida. Pero sí que quiero tener la libertad de manejar los tiempos y no depender de otros para la contratación. Y todo, por supuesto, con el mejor rollo del mundo.
– Este 2022 ha sido el del aniversario de Danza Invisible, que ahora entran en eso que muchas bandas llaman «hiato». ¿Qué sensaciones se te han quedado en el cuerpo tras la celebración?
En general fantásticas. Ha sido una inyección de autoestima, un sentimiento de plenitud. ¿Lo mejor? Las 40 bandas malagueñas interpretando algún tema nuestro y los artistas nacionales (ojo, de varias generaciones) haciendo lo propio, el saberse querido y respetado. Mi única pequeña frustración es que pienso que no hemos sabido o podido aprovechar este tirón para rejuvenecernos en cuanto a contratación. Hemos tocado mucho pero he estado muy en desacuerdo con la planificación de la gira de este verano. Pero no pienso acabar esta entrevista con lo poquísimo negativo de un año para enmarcar. Y sé que las decisiones últimas que he tomado son correctas y me siento absolutamente agradecido por todo lo que me ha acontecido.
(Víctor A. Gómez para La Opinión de Málaga).