- El documental de José Antonio Hergueta y Regina Álvarez se estrena en el Cine Albéniz este viernes y se podrá ver hasta el 9 de diciembre
- La banda malagueña relata su comienzo y sus primeros años de éxitos
Foto: Chris Navas, Antonio Gil, Manolo Rubio, Javier Ojeda, Ricardo Texidó y José Antonio Hergueta.
El pub inglés del padre de Chris Navas, en Torremolinos, les sirvió de local de ensayo. Era 1981 cuando Danza Invisible daba sus primeros pasos como trío. Ricardo Texidó tocaba la batería y cantaba, pero necesitaban un frontman para la banda. Llegó un jovencísimo y cabizbajo Javier Ojeda -quién lo diría hoy- y su voz comenzó a llenar el escenario junto a Antonio Gil y Manolo Rubio.
Con una maqueta debajo del brazo se presentaron en Madrid y su música de aire british y su potente directo les abrió las puertas de templos como la sala Rockola. Grabaron un disco en Manchester y la furgoneta empezó a sumar kilómetros. La banda malagueña se adentró, con el derecho que otorga el talento, en la movida madrileña y en sus primeros años pasaron de ser unos desconocidos a convertirse en un fenómeno de masas. Sabor de amor tuvo mucho que ver en ello.
Cuarenta años después, el documental A este lado de la carretera, de José Antonio Hergueta y Regina Álvarez, relata esos primeros años de la banda que celebra esas cuatro décadas sobre los escenarios. Tras pasar por el Festival de Málaga, este viernes 3 de diciembre se estrena en el cine Albéniz. Estará en cartelera hasta el próximo jueves 9 de diciembre con un pase diario a las 20:15.
«Aunque hacer este tipo de documental parezca nostalgia, es la única manera de contar algo hacia adelante. Está bien recordar con cariño, pero también ordenar esos recuerdos y los sonidos para que eso construya hacia adelante, porque últimamente hay mucha amnesia. Se habla mucho de los 80 pero con mucho tópico», comenta José Antonio Hergueta, director de la película, de MLK Producciones.
«Lo que más me interesó de Danza Invisible fue su cierto eclecticismo, que han atravesado muchos momentos y épocas y que representan mucho de lo que somos los de Málaga, por esa manera de enfrentar la vida, de crear cosas bonitas pero a la vez ser normales, ser personas y no dejarse llevar por el éxito», agrega el realizador.
En el Museo Interactivo de la Música de Málaga (Mimma), donde este jueves se han reunido para presentarlo, se grabaron las entrevistas a expertos como Héctor Márquez y Rodrigo Rosado. Y fue en el concierto que Javier Ojeda ofreció en el Teatro Cervantes en diciembre de 2019 cuando comenzó el rodaje de la producción que cuenta con el apoyo de RTVE, Canal Sur y la Junta de Andalucía.
«Estaba previsto acompañarles ese verano en la gira, en la furgoneta, pero llegó la pandemia y cortó los planes. Aunque luego la película cogió otro rumbo. El montaje ha sido un puzle, con mucho archivo de ellos, muchísimas fotografías y algo de vídeo, de TVE se han recuperado actuaciones de principios de los 80, que ni ellos mismos habían vuelto a ver», apunta el director.
Un «festín» para el fanático de la banda de los 80 y 90
«Es un orgullo vernos como protagonistas de una película, es un gran reconocimiento a nuestro trabajo y la demostración palpable de que se pueden hacer las cosas desde otro sitio que no sea Madrid y Barcelona», apunta Javier Ojeda. Y destaca que el hecho de que este documental salga a la luz ya es digno de aplauso.
Para el cantante «es un retrato fantástico de la primera parte de nuestra carrera, es una visión personal de José Antonio basada en la amistad y en cómo el grupo siguió y sigue trabajando, siendo amigos, prescindiendo de fama y de cualquier elemento accesorio para centrarse en la música y disfrutar con ella».
Y añade que cabría una segunda parte, igual de valiosa. Esa que retrate cómo te enfrentas al fracaso, cómo sobrevives, cómo lucha el músico cincuentón, cómo se tiene que reinventar ante la debacle de la industria discográfica». Pero esa, sabe Ojeda que será otra historia. «Para el fanático de Danza Invisible de los años 80 y 90, que al fin y al cabo es nuestra época fundamental, esta película es un festín«, afirma.
Para Antonio Gil, los responsables de la película, «nos lo han puesto muy fácil. Han venido a nuestros lugares habituales a hacernos entrevistas, han contado con la gente que de verdad podía opinar sobre nuestra carrera y nuestra vida».
«Querían grabar un concierto en directo que se fue al traste por la pandemia, esa es la espina que ha quedado, pero lo demás está muy bien reconocida toda nuestra primera época, primero con nuestros desmadres y luego cuando entendimos un poco mejor dónde estábamos y nos hicimos más normales», indica Gil.
Y subraya el músico que la fama llegó, «tuvimos un momento muy álgido, vendimos muchos discos, y luego tuvimos que situarnos y seguir por donde debíamos, por nuestra música y pasándonoslo muy bien. Sobre todo somos una familia. Llevamos 40 años y seguimos queriendo tocar juntos».
Para Chris Navas «ha sido muy emocionante ver las imágenes de aquella época y muy divertido, también». «Seguimos juntos porque nos llevamos muy bien y, sobre todo, nos lo pasamos genial en los directos. La magia del rock and roll es la furgoneta y el escenario, aunque suene tópico. Pero la verdad es que ha sido nuestra vida y seguimos disfrutando como enanos», añade Navas.
Torremolinos, la cuna de Danza Invisible, y Madrid
Navas destaca que en Torremolinos se vivió en aquellos años un ambiente musical muy diferente al del resto del país. «En aquella época la música que se escuchaba, las discotecas, partíamos con cierta ventaja porque en otros sitios era muy difícil escuchar música de fuera. Eso tuvo que ver con nuestra música», reconoce.
Pero era Madrid la única forma de darse a conocer en los tiempos de la movida, cuando Málaga no dejaba de ser una provincia. «Todos dudábamos de si nos iban a aceptar o no. Llegamos un poco arramblando Chris y yo, íbamos al Rockola, contactábamos con la gente, con los que tenían programas de radio y podían poner nuestra maqueta. Tuvimos la suerte de que nos trataron muy bien desde el principio», relata Ricardo Texidó, que abandonó la banda en 1993.
«Nos fuimos haciendo poco a poco de su equipo, de la movida. Dimos en la tecla. Es verdad que dijimos cosas de prepotentes pero, aún así, nos respetaron y cuando tocamos en Rockola se quedaron con la boca abierta. Empezamos así metiendo el pie», añade Texidó.
Manolo Rubio apunta también otro factor importante a su éxito, que fue ganar el concurso Alcazaba. «En el jurado estaba la élite de la radio madrileña, así que a la semana siguiente todas las radios especializadas en música estaban hablando de nosotros y tres semanas después tuvimos dos conciertos en Rockola, el templo de la movida. Fue un espaldarazo grande».
Grabar un disco en Inglaterra, un sueño cumplido
«La historia de ellos, a parte de la amistad, es la historia de un sueño cumplido. Ellos oyen una música británica, un sonido que imitan y acaban grabando en Inglaterra, tocan unas teclas y se cumple el sueño, aunque fue un recorrido lleno de esfuerzo, nada regalado», dice el director de A este lado de la carretera.
«Intentamos salirnos un poco de lo que era lo normal, que todos los grupos españoles grababan en España. Gracias a Chris conseguimos tener contacto con un grupo de Manchester y era la panacea para nosotros. Nos decían que éramos unos pijos por grabar en Inglaterra pero es que nos salía más económico que en Madrid», relata Texidó.
Y, aunque durmieron en el suelo y grabaron por la noche porque la tarifa era más barata, no dejaban de estar en Mánchester junto a músicos que habían tocado con grupos míticos para ellos. «Era algo inimaginable», relatan.
«El hecho de grabar en Inglaterra nos facilitó estar completamente solos, pudimos hacer todo lo que quisimos, cosa que hubiera sido imposible en España. Antonio comenta que venían de una mala experiencia con el disco anterior y grabar allí supuso ser dueños al completo del sonido que querían.
Un ritmo de trabajo frenético
También explican los integrantes de Danza Invisible que «la diferencia con otros grupos es que nosotros pusimos un ritmo de trabajo frenético y eso es lo que me gustó de trabajar con ellos, que podíamos ensayar todos los días, así que el grupo sonaba cada vez mejor, teníamos un nivel de directo como luego se ha reconocido. Currábamos a tope», subraya Ricardo.
Antonio apunta que «el nivel del directo también asombró en Madrid porque nos encerrábamos cuatro horas diarias, sábados, domingos, todos los días trabajábamos» y Chris destaca que «éramos muy serios a la hora de tocar, nunca faltaba nadie a un ensayo. Fuimos muy estrictos con eso». La dedicación era plena porque querían un sonido cohesionado y todos remaron en la misma dirección. «Tuvimos la energía y la actitud de tomarlo muy en serio», dicen.
La separación de Texidó
El documental A este lado de la carretera también cuenta la marcha de Texidó del grupo malagueño. Javier Ojeda explica que «hay un momento en el que empiezas a tener choques personales, pero ninguno de los de la banda guarda rencor».
Lo que pasó, remarca Ojeda, es que «los métodos de composición de un grupo van cambiando, te vas dando cuenta de que la vida te lleva en otra dirección y que estamos dejando de ser amigos y la banda funciona como un grupo de amigos, porque el rock and roll es pasión, es amistad, es cachondeo y juerga. Si ya no hay complicidad, mejor dejarlo ahí».
«Desde el principio fue todo facilidad, no había tabú ninguno, lo importante de cada momento es lo que revela cómo somos y creo que se les entiende mejor. El regalo para mí al hacerlo y espero que para el que lo vea, son esos momentos de unirse, de romperse, de desafiar el éxito que te puede volver un poco tonto, de ver que se cae la industria musical…», comenta Hergueta.
«Sigo estando orgulloso de lo de aquella época y de lo nuevo que van sacando, además de que siguen demostrando en directo que son el mejor grupo a nivel nacional en vivo», dice Texidó y reconoce que fue «lo mejor para ambas partes».
Un gran concierto para celebrar los 40 años
Además de este documental, que se podrá ver también en televisión, Javier Ojeda adelanta que «vamos a hacer es un gran concierto del 40 aniversario. Va a ser con total seguridad, el más ambicioso de todos los aniversarios que hemos hecho», sostiene.
«En los últimos años he trabajado más en solitario que con Danza, pero nunca he sentido la necesidad de dejar el grupo, la banda sigue sonando increíble en directo y nos lo pasamos de puta madre juntos. Les voy a agradecer toda mi vida el hecho de que yo sea vocalista, lo que yo soy ahora y toda mi vida de felicidad se la debo a esta gente», concluye, emocionado, el cantante.
(Cristina Fernández para Málaga Hoy).