“DeCantando” es un juego de palabras muy fácil de asociar a la figura de Javier Ojeda, quizá por el doble sentido que implica esa depuración en los caldos y en los cantos a los que el malagueño es tan aficionado. El sexto álbum en solitario de este artista,
a la vez audaz e intrigante, es una colección enérgica y efervescente que combina, en una extraña alquimia, canciones de cierto aire retro con otras más contemporáneas compuestas por él mismo y un puñado de versiones trufadas de pasión. Claramente enrrabietado por la drástica reducción de la actividad en directo durante la pandemia, Ojeda suena más contundente que nunca. “El título proviene de un tema que no acabó en el disco, pero me pareció un buen nombre para el álbum. Ha sido un año y medio convulso para mí, haciendo malabares para poder coordinar las sesiones de grabación, y en el estado de ánimo en el que se ha creado este álbum han tenido mucho que ver el alcohol y las innumerables horas cantando en casa como válvula de escape”, afirma. De hecho, el disco tiene un vigor incandescente que Ojeda a veces reprime en estudio; está más basado en la variedad de los estilos que aborda que en lo meramente conceptual, huyendo felizmente de los lugares comunes pero sin renunciar a la hipnosis de algunos estribillos adictivos.
Una vez terminada la selección de versiones de los 40-50 que inició en 2018 con el EP “Días de vino y cosas” “me di cuenta de que tenía que volver a componer, pero manteniendo el concepto de disco de guitarra con sensación urgente y en vivo”. Los músicos involucrados incluyen al prestigioso Paco Loco, Isaac Aguilera (co-productor de varios temas) y los habituales de su banda: Agustín Sánchez, Daniel Lozano, Yohany Suárez y Paco Vílchez. Antonio L. Gil de Danza Invisible hace con él la música de “Pájaros libres” y también “No sé decirte adiós”. ¡Y suenan fantásticas! Un puntito…
En cuanto a las letras, para deleite de los fanáticos de Danza desde hace mucho tiempo, Ojeda escoge textos entroncados con temas que ha explorado antes: amor, lujuria, anhelo, incorrección y barras de bar. Cantando, dando el cante y desfasando.
Ya hemos comentado que la grabación de “DeCantando” ha sido interrumpida por los continuas restricciones sanitarias. “Una experiencia desconcertante” para Ojeda que no obstante le dio un valioso tiempo extra. Según dice “no hay mal que por bien no venga, y las maquetas iniciales realizadas junto a Isaac Aguilera fueron modificadas y enriquecidas con la aportación online posterior de varios músicos. Siempre me ha parecido que hay una gran componente teatral en las canciones de los 50, y “Mambo italiano” se hizo de manera muy orgánica y casi del tirón, lo cual es bastante inusual en estos tiempos. Siempre estoy obsesionado con los arreglos, pero ha sido genial para mí como cantante hacerla con tan pocos instrumentos.”
La canción americana de sonido camp “Son amores”, popularizada por Dean Martin, sirve de agradable contraste con “Un puntito”. que tiene una especie de sentimiento retro-disco, evocando ese mundo «Chic», repleto de bolas y espejos bajo un cielo de neón.
En no pocos temas encontramos referencias al alcohol ineludibles para el fundador de un club que lleva tan espirituoso nombre, mientras que “No sé decirte adiós” reflexiona sobre la distancia y un romance a prueba de pandemias. “Es un tema que hice para el final de la película 321 días en Michigan y que al final no se usó, pero hasta ahora no he conseguido estar satisfecho con la estructura.” Otro momento curioso es “Un brindis tú y yo”, ignota canción alemana en la que se celebran la vida y el amor dolorosamente clausurados en tiempos de guerra, se interpreta aquí con aire reggae. “La descubrí cuando rastreaba canciones para un espectáculo que hice sobre canciones relacionadas con el vino. Hay un filón aquí que explotar, miles de estados de ánimo, juerga, llanto, alegría y desesperación.”
La búsqueda se torna oscura en “La marca”, que explora un mundo de drogas y adicciones y también parece rendir homenaje al Bowie del hombre que vendió el mundo. Sin embargo, quizá “Cerrando los ojos”, un regreso a la poesía del 27 cantada que ya escenificó en “Reversos”, representa paradójicamente el salto más atrevido de Ojeda, en esta ocasión a las procelosas aguas del jazz y en las antípodas del sonido de los Danza. Según explica, “este poema de Manuel Altolaguirre se me apareció durante el confinamiento y sus imágenes me golpearon con fuerza. Aquello de “la flor que lucha en el agua me sostiene mar adentro” me parece la mejor metáfora para la situación que hemos vivido, la música nos ha mantenido a flote.”
(Antonio Estrada para www.javierojeda.com).