Trepidante mes de agosto

-Ayer disfruté como un enano con el concierto conjunto que montaron en el Ventorrillo del Cura (Rincón de la Victoria, Málaga) mi hijo Jassy Ojeda junto a Yolan Postigo y Rocío LaPaz, tres aristas emergentes y jovencísimos que unen sus fuerzas para montar un evento, pasar un buen rato y sacarse algunos eurillos. Qué queréis que os diga, me parece encomiable que la gente joven se movilice para dar a conocer su proyecto personal más allá del recurso fácil a la banda de versiones. Por supuesto que había muchos músicos novatos, pero las ganas que echaban al asunto supliían toda la inexperiencia y además, cuidado, escuché alguna canción de muchísimo mérito. Al regresar a casa tenía una melancolía bonita al recordar las primeras actuaciones con Danza Invisible, cuando todo era nuevo y cada concierto era un auténtico acontecimiento. Después del evento mi hijo salió de cachondeo con los chicos de su banda y esta mañana me he despertado con dos chicas durmiendo en el sofá y el teclista en el piso de arriba, llegaron a las 6 a casa. Bendita juventud.

-Este mes de agosto ha sido pródigo en actuaciones pero ha seguido con la línea alborotada de este año loco que empezó con el desgraciado accidente del guitarrista Agu Sánchez. No os voy a contar mis problemas ni me voy a quejar, qué demonios, pero solo os quiero poner un ejemplo: entre los 5 conciertos del 14 en Sotogrande y el 18 en el Náutico de O Grove hube de emplear tres baterías distintos y dos teclistas, un follón, con la de ensayos que eso conlleva. Pero he conseguido sacar adelante el repertorio que quería y ahora mismo estoy muy contento del resultado, además hay varios músicos que pueden ejecutarlo. Por cierto, aprovecho para decir que el músico siempre está expuesto a las críticas y que esto conlleva a veces que éstas sean contrapuestas. Por ejemplo: hay gente que me censura el no interpretar algunas clásicas de Danza («¡pero si Danza eres tú!», ugh) y otros, manda narices, te critican por llevar algunos de ellos en repertorio. O sea, ¿un grupo de versiones puede tocar esos temas y tú, que eres uno de los compositores, no? En fin, mi idea para este año ha sido hacer un espectro de toda mi carrera e interpreto desde «El ángel caído» (la más antigua, 1985) a «Viento de poniente» (de este mismo año).

-«POLIAMOR» no es un recopilatorio al uso. Hace unos meses mi amigo Pepepar me comentó que debía hacer un disco compilatorio de mis mejores baladas, que no todo el mundo sabe lo bien que se me da esa faceta. Yo le comenté que había demasiados discos de ese tipo, no sé, no es mala idea pero habría que darle una vuelta de tuerca. Igual pasa con las canciones de amor, hay miles de discos de «love songs», ¿pero si extendemos el campo y le damos otro matiz? Eso es lo que creo que hemos conseguido con este disco en el que, sí, hay canciones de amor de toda la vida («Solo el amor te hará llorar», «No sé decirte adiós»), pero también de desamor («Mientras el cuerpo aguante», la toma de directo del clásico «Por ahí se va…»), de sexo («Un trabajo muy duro», «La mujer ideal», «Hambre de ti») o simplemente contienen la palabra amor, como es el caso de «Aiko aiko». Un álbum temático al fin que confío en que ayude a resituar mi carrera, es decir, a ampliar la imagen musical que se tiene de mí. ¿Y qué me decís de «La maga», esa pieza inédita a modo de jazz clásico?

– Me queda cuerda para rato, sí, sobre todo porque me sigue encantando viajar, hacer nuevas amistades y subirme al escenario. Por eso es muy difícil que los Danza volvamos a reunirnos. Hablé hace poco con Antonio L. Gil y estaba encantado de la inactividad, aparte de estar jubilado hace tiempo que ya esto no le seduce. Y contra eso poco se puede hacer, ¿no? Un abrazo y nos vemos en los conciertos de septiembre.