El año pasado, a esto de septiembre, se me ocurrió proponerle al ayuntamiento de Torremolinos la celebración de mi concierto nº 2000. Tal y como iba yendo la contratación lo más probable era que la efeméride cayese sobre abril o mayo y dejamos apalabrado el hecho de celebrarlo por esas fechas en la Plaza San Miguel, un sitio coqueto pero no muy grande, ya que la idea era que esa celebración no perjudicase la venta del 40º aniversario de Danza Invisible. Cambió la corporación municipal tras una moción de censura y el nuevo responsable de cultura tuvo a bien mantener lo pactado, algo que le honra porque no había contrato firmado y podía haber prescindido de este concierto.
Una vez fijada la fecha con los técnicos municipales (22 de abril) fui preparando lo que iba a ser el repertorio y los invitados. Justo antes de Semana Santa planteé un ensayo general que me anticiparía lo que iba a ser el evento: un sinfín de dificultades y una imposibilidad de conciliar los ensayos de los músicos. ¿Sabéis? Aquí en la Costa del Sol al menos todo el gremio está alborotado, es como si todo el trabajo saliese de golpe y tras casi dos años de paro la gente está cogiendo lo que sea al precio que sea. No había manera de hacer que coincidiéramos todos. La solución salomónica fue ensayar un lunes a las 21:00 y sin el percusionista.
La semana del bolo fue aún peor. Me cabreé porque resulta que algún músico no me había avisado de que el miércoles se iba, otro que me dijo que el lunes sí podía pero de pronto ya no, que me ha salido un bolo, y yo atacado de los nervios porque veía la repercusión que estaba teniendo el concierto en redes. Pudimos ensayar el martes 19 sin trompetista ni percusionista (Barbi vive en Chiclana y había quedado en ensayar un día antes, pero a mí me había salido el acústico de Granada) y más o menos dejamos la cosa medio decente.
El miércoles ya me llegó la preocupación, predicción de agua para el viernes, ya es mala pata. Hablando con los técnicos del Ayuntamiento vamos buscando posibles soluciones, dejamos pactado tomar una decisión para el jueves por la mañana, la buena noticia es que nos podemos ir al Auditorio, lugar que no me gusta por la pésima acústica pero menos da una piedra. Todo el miércoles mirando el Aemet, joder, qué chungo pinta esto. Y para colmo YorDani el técnico me comenta que lo del Auditorio no es viable: el equipo contratado no tiene potencia suficiente para este espacio, y ya no da tiempo a alquilar un equipo más potente. ¿Qué hago? Oye, ¿y el hall del Palacio de Congresos? Espera, Javier, voy a preguntar. «No puede ser, está alquilado para la realización de un videoclip». Aaaaaagghh. me da por mirar en la web del Palacio de Congresos y veo que hay dos auditorios con butacas dentro en los laterales, uno de unas 450 personas y otro de unas 850. ¡Voy a verlos!
Me planto allí y veo que el problema es que esos espacios tienen como pupitres corridos, a modo de congreso de la ONU. Me cuentan que en pandemia sí han celebrado algún concierto allí, pero no es habitual utilizarlos para un concierto de rock por este problema con los pupitres, queda muy raro un concierto así. Llamo a los músicos, ¿lo aplazamos al viernes que viene? Agustín el guitarra y la sección de metales no pueden, tienen concierto. A ver, no encuentro fechas, ¿y hacerlo el domingo sobre las 20:00? Yo toco en Canillas de Aceituno pero puedo hacer doblete, vaya paliza, pero salvamos el concierto. Enrique el saxo no puede, aaaaghhh, ha de ser esta fecha sí o sí.
El día antes, estando en Granada, Julio Lozano del ayuntamiento me da la buena noticia: los responsables del videoclip han aceptado que esté el equipo de sonido montado en el hall y adelantar sus horas de grabación, por lo que ¡podemos utilizarlo! Yuhuuuuuuuu. Solo un problema: no se puede estar allí entra las 14:30 y las 20:00, lo que nos fuerza a hacer la prueba de sonido por la mañana, los del equipo han de estar montando desde las 06:00, toma ya. Hago miles de llamadas y se avecinan más problemas, el teclista Daniel Lozano no puede ir a la prueba de sonido porque curra por la mañana (la hora de prueba inicial era sobre las 15:00 en la Plaza san Miguel), el trompetista Sergio Fernández está en Marbella a esa hora y no podrá llegar al sitio hasta las 20:45, o sea, que no prueba. Pues mira, vamos a hacer una cosa, probamos por la mañana y a esto de las 20:00 damos un retoque con lo que no se haya podido probar, no hay otra, Ricardo Texidó tampoco puede llegarse hasta por la tarde, ni Olga y Patricia, las coristas. Miro el whatsapp y el remate: Julia Martín, que iba a hacer a dúo conmigo el tema «Lágrimas» tiene COVID. Dios, ¿puede pasar algo más?
El mismo día 22, tras dormir unas 5 horas -habíamos regresado de Granada la misma noche- me planto en el centro de Málaga para arreglar un tema bancario para el Fulanita Fest, mientras sigo recibiendo whatsapps: Antonio de Danza está malo, tiene gripe -es un poco hipocondriaco, ¿eh?- y no va a la prueba por la mañana, agh. Nando Hidalgo más tarde me dice que le viene mal, que se acerca a las 20:00. Pero dios mío, ¡todo el mundo viene a las 20:00! Me estoy volviendo loco, a partir de ahora paso de todo, no puedo más, que le den a todos. Llego al Palacio de Congresos y la cosa va mejor, el sitio es precioso, el equipo da de sí y YorDani el técnico me dice que además la acústica del hall es bastante aceptable. Conseguimos probar a la banda base sin teclas ni trompeta y también hacemos una pasada con Miguelo, Chris y Manolo de Danza, algo es algo.
A las 20:00 estaba toda la peña y afortunadamente todo el mundo colaboró para hacer la prueba lo más rápida posible. Con la gente ya entrando, los últimos retoques con los invitados, el show se retrasará un poquito, pero no mucho, uf, qué alivio, a pesar del cambio de recinto está viniendo mucha peña. Cambio de vestuario, saludos a la gente, vienen concejales y la alcaldesa, Nando me pregunta por el orden de concierto, ahí está la lista, coño, ¿dónde hay bebida? Y yo qué sé tío, no doy abasto. Y finalmente, con la intro con «Hora de empezar» en versión instrumental da comienzo el show.
Ya lo estáis viendo, de los esfuerzos más titánicos de mi carrera y no hubiese podido sacarlo adelante sin la ayuda de Paco Vílchez y la predisposición de la nueva alcaldesa, que vino a decirles a los suyos algo tipo «a Javier facilitarle todo lo que podáis las cosas, que ha hecho mucho por el pueblo» (llamadlo si queréis inteligencia política pero me vale igual). Y el resultado ha sido ES-PEC-TA-CU-LAR. El concierto, grabado por pistas, suena genial y la ejecución de todos es magnífica. Artísticamente opté por hacer un recorrido global de los 40 años de carrera obviando los temas que siempre toco con Danza Invisible salvo en algún caso puntual, nada de «Sin aliento» o «A este lado de la carretera», pero sí «Diez razones para vivir» o «El orden del mundo», varios rescates de ese tipo junto a muchas piezas de mis discos en solitario. ¡Y no canté «Sabor de amor»! Solo se hizo en versión instrumental corta.
Lo de Ricardo Texidó lo tenía pensado de un par de meses antes. Es el tipo que me dio la oportunidad de cantar y tenía que estar, nunca se lo agradeceré lo suficiente. Él vio en mí a un cantante cuando ni yo mismo me lo creía. Y hombre, ¿cómo no estar con los Danza? Mil trescientos y pico de esos 2000 conciertos han sido con ellos. Pues ya esta, vienen de incógnito y damos la sorpresa en el bis final. Final que fue emotivo no, lo siguiente. Me encargué de dar las gracias a la anterior corporación municipal y valorar la predisposición de la nueva a mantener el concierto. He estado 12 años prácticamente vetado en el municipio por decir lo que pienso y ahora soy como un héroe local precisamente por eso, por la valentía de decirlo. Eufórico, hacia el final del show exclamé «¡este es el Concierto de la Concordia!» Y es que no podía hallarme más feliz, qué momento más emocionante con todos los míos a mi lado, Gema, Ana y Manolo Rubio reviviendo al final de «Yolanda» las voces originales que grabaron en 1990 mientras Ricardo y yo nos abrazábamos cantando a dúo. Por cierto, qué bonito texto privado me mandó Ricardo al día siguiente , él también estaba emocionadísimo. Solo hubo una queja global, lo de la barra, y es que el Palacio de Congresos solo dispone de un bar y a éste no le dio tiempo a prever que aquello se iba a llenar con 1000 personas y solo tenían dos camareros. Los pobres, perdieron allí una fortuna.
Planteé este concierto como un aperitivo para el concierto del 2 de julio con los Danza. Lo que no me imaginaba es que las circunstancias lo hicieran tan único, tan especial. Siento que este año acaba un ciclo de la mejor y más soñada manera, recibiendo un reconocimiento a tantos años de trabajo y honradez profesional. Gracias a todos, os espero en el Brisa Festival (1, 2 y 3 de julio en la Plaza de Toros de la Malagueta).