Nadie como Chucho Valdés (La Habana, 1941), ha sabido llevar el jazz afroamericano a la cumbre de la música del siglo XX. Tuvo de quién aprender. El pianista y compositor cubano de 80 años recién cumplidos y en plena actividad, es hijo de Bebo Valdés, una de las figuras claves de la etapa dorada de la música cubana. Su padre es una referencia constante en nuestra entrevista en Madrid, donde nos recibe en casa de Sandra García- Sanjuán, creadora del Festival Starlite Catalana Occidente, que se celebra cada verano en Marbella. Chucho actuará en aquel fabuloso escenario de la Cantera de Nagüeles, el próximo 5 de julio, rodeado de otras grandes figuras de la música cubana, sus amigos Pablo Milanés, Javier Ojeda, Pancho Céspedes y Efecto Mariposa. Una noche para la historia.
El ganador de 6 premios Grammy norteamericanos y cuatro Grammys latinos, reconoce el mérito de Fernando Trueba, el director español que sacó a La Nueva Trova Cubana y a su padre, del olvido en que permanecían en Cuba, arrinconados por la política oficial del régimen castrista.
¿Visita y actúa usted en Cuba aunque hace muchos años que tiene su residencia en Málaga?
Hace cuatro años que no toco allí, hice un concierto con una cantante argentina y luego nos fuimos de gira por América.
¿Cómo le recibieron, después de tantos años fuera?
El público cubano me ama. El régimen es otra cosa. Conmigo no se han metido pero yo no tengo ningún tipo de relación con ellos. Digamos que estoy en stand by.
¿Cómo dejó la isla?. ¿En balsa, por las buenas?
Salí con un contrato para actuar en el Carnegie Hall de Nueva York y grabar un disco en directo, los americanos sabían de mi música y les gustaba. Y a pesar del embargo de aquel momento, en Cuba me dejaron ir. Y mi papá que se había ido cuando yo no había cumplido 20 años, se enteró de mi actuación y voló desde Suecia, donde vivía con su esposa sueca y dos hijos. Yo sabía que él estaba entre el público y me temblaban las manos cuando tocaba el piano, solo de pensarlo. Al acabar el concierto, nos encontramos después de 19 años separados, fue cosa de Dios, yo creía que no le vería nunca más. Ese encuentro después del concierto (se emociona), es lo más fuerte que me pasó en mi vida. Estuvimos abrazados llorando media hora y luego nos pasamos la noche entera conversando de lo que yo había vivido con la familia en La Habana. Fue increíble.
¿Su padre dejó Cuba y nunca regresó?
Jamás. Se fue en 1960 con un contrato, cuando yo iba a cumplir 20 años. Me pidió que me hiciera cargo de mi mamá y mis dos hermanos pequeños. Yo me ganaba la vida con la música y salí adelante como pude pero cumplí el encargo de cuidarles a todos. Fue muy duro no tenerle a él, era mi maestro, mi padre, mi luz. El piano ya solo sonaba porque lo tocaba yo y mi mamá me traía café a las cuatro de la mañana para que siguiera componiendo. Mi papá no quiso regresar porque no lo estaban tratando nada bien. Estaban en un rincón y ese hombre con ese talento decidió moverse al otro lado del mundo.
¿Su padre no les ayudaba con lo que ganaba fuera?
No dejaban que recibiéramos su ayuda, no entraban divisas entonces. Yo me tuve que hacer un hombre, ya lo era, pero no para llevar las riendas de la familia. Esa fue una buena escuela aunque no me adaptaba a la idea de no verle nunca más.
Después de Nueva York, se encontraron más veces.
Claro y cuando enfermó que ya tenía casi 90 años y vivía con su esposa sueca en Estocolmo, mi esposa y yo nos mudamos para cuidarle hasta el último momento.
Gracias al documental Calle 54 de Fernando Trueba, la gente corriente hemos descubierto a su padre y a la Nueva Trova Cubana.
El disco «Buena Vista Social Club» y Trueba, iluminaron la carrera de Bebo Valdés y nos permitió tocar juntos emocionalmente, como hacíamos en La Habana cuando yo era jovencito.
¿En la familia hay más músicos?
Todos mis hijos, que son seis, entre suecos, (que me han salido mulatos a pesar de que Rose Marie, su madre es rubia de ojos azules) son músicos. Uno en New Jersey. Los de Cuba tienen su propia banda y a veces voy a verlos.
Mal momento para los artistas en Cuba.
Hay poco trabajo y pocos recursos. Los artistas lo tienen mal en Cuba; las detenciones después de las protestas de julio, están mal, fatal.
(Publicado en El Mundo).