Foto: La banda, durante su actuación de la noche de los Fuegos en el Club de Regatas.
La banda actuó en el Real Club Astur de Regatas de Gijón ante medio millar de personas
Qué mejor lugar que el Real Club Astur de Regatas para disfrutar de la noche de los Fuegos en Gijón. Atalaya privilegiada sobre la playa de San Lorenzo, tan solo las nubes, que no acabaron de apartarse a la hora señalada, que no era otra que la medianoche, molestaron un poco al medio millar de personas, entre socios e invitados, que escogieron esta opción para disfrutar de la gran noche festiva. Primero fueron 270 quienes se apuntaron al pack completo, que empezaba con una cena previa a los Fuegos en la que se dio buena cuenta de un salpicón de bonito como entrante y carrilleras o merluza, a elegir, como segundo, todo coronado con un postre y bebidas en abundancia, que corrieron hasta las cinco de la mañana, cuando el DJ dio por finalizada la fiesta.
Antes, cómo no, parada para disfrutar de las palmeras de luz, de esas medusas que algunos bautizaron como fantasmas que subían y bajaban sobre sus cabezas, y las lágrimas de San Lorenzo a las que se rindió homenaje con el espectáculo pirotécnico. Como postre musical, Danza Invisible con su formación completa: teclados, batería, dos guitarras, bajo y a la voz Javier Ojeda, que demostró que los años no pasan por sus cuerdas vocales. Estuvo la fiesta muy animada, pues consiguió el grupo poner a menear las caderas a un público no siempre fácil, que en otras ocasiones prefería escuchar cómodamente desde las mesas. Ojeda se bajó del escenario, recorrió las mesas y tras dos horas de concierto en las que ‘Sabor de amor’ y ‘Al otro lado de la carretera’ supusieron el momento más loco, ofreció un par de bises tras la demanda del respetable. Volvió Ojeda a elogiar por activa y por pasiva la gastronomía asturiana, de la que han disfrutado estas últimas semanas, y agradeció a Gijón la invitación para poder celebrar las fiestas con ellos. Unos Fuegos muy bien rematados.
(M. Rojo para El Comercio).