A este malagueño, la gracia —igual que la música— le sale por los poros. Líder del mítico grupo de los 80 Danza Invisible, que se despide de los escenarios este año, a Javier Ojeda aún le quedan ganas de cantar y de denunciar injusticias sociales. Así lo hará el 4 de mayo, a las 22.30 horas, en el concierto que dará en la ciudad de la muralla
Foto: Javier Ojeda, cantante de Danza Invisible
Hizo un alto en un ensayo para atender la entrevista y hablar del pasado, ahora que se despide el grupo, y del futuro, los conciertos que hará tanto en solitario, como el de Lugo, como con la banda en el año de su despedida.
Acaba de sacar el EP Viento de poniente. ¿Soplan buenos vientos últimamente en la vida y en la carrera de Javier Ojeda?
Desde hace tiempo, las cosas me van fenomenal aunque este es un año especial y muy emotivo porque, después de muchos años, dejo Danza Invisible ya que se deshace el grupo. Así que solo vamos a hacer doce galas, muy escogidas, a lo largo del año. Pero también es especial el EP Viento de poniente porque el tema titular lo hago con mis dos hijos, Jassy y Javier Ojeda Payá, y esto me hace especial ilusión. Son chavales muy concienciados contra las injusticias sociales y les encantaron los mensajes de las canciones del EP.
Sus dos hijos colaboraron tanto en el disco como en un videoclip. ¿De casta les viene a estos galgos?
Es una cosa de toda la familia. Somos cuatro hermanos y todos melómanos y los sobrinos también. Mis hijos, más de lo mismo. Jassy tiene seis temas ya publicados y va a sacar un disco próximamente.
¿Cuántas canciones tiene el EP?
Hay tres temas. No tenía previsto publicar nada hasta el año que viene pero tanto mi hijo como Cruz Roja me apremiaron a hacerlo ya que uno de los temas, Voluntarios, va dedicado a los voluntarios de esta entidad que cumple 150 años de existencia en Málaga. Además de esta canción, incluyo otra, editada en 2015, Volveré, sobre el terremoto de Lorca, en Murcia. Y el tercer tema es Viento de poniente, en el que, en primera persona del plural, se narra el viaje de subsaharianos hacia Europa, jugándose las vidas.
¿Por qué un disco como este, con conciencia social?
Casi todos los telediarios incluyen una noticia breve sobre cayucos que llegan a nuestras costas con subsaharianos al borde de la muerte. Con todo esto nos vamos insensibilizando. En Málaga, por ejemplo, estamos deseando recibir a extranjeros, pero con dinero. No a los otros, que vienen a buscarse la vida, los pobres.
¿Hay mucho que contar y cantar sobre injusticias sociales?
Sí, la música removió muchas conciencias y fue himno de muchos movimientos sociales.
Acaba de recibir la Medalla de Andalucía de las Artes por Danza Invisible. ¿Contento por ese reconocimiento ahora tantos años después del nacimiento del grupo?
Es un momento óptimo. La banda estuvo totalmente parada en 2023, aunque nos reactivamos ahora. Y es hora de recordar los buenos ratos que pasamos los integrantes del grupo con la música. Estoy eternamente agradecido con la medalla porque nos sentimos muy queridos. ¡Es lo mejor que le puede pasar a uno!
¿Qué supuso para usted su paso por Danza Invisible?
Es el grupo de mi vida. Empecé en él en 1982 y hasta que cambió el siglo estuve con ellos. A partir de 2000, empecé a tocar con otros y los discos con Danza Invisible se fueron espaciando. Pero las canciones del grupo están en la memoria, aunque la banda se fuese desdibujando. El paso por Danza Invisible fue muy importante para mí. Si no fuera por ellos, yo no hubiese sido músico.
¿Tuvo un papel importante en la Movida de los 80?
Por supuesto, con los granadinos 091. La Movida no era solo madrileña. Era Movida, a secas.
¿Cuesta la despedida?
Da melancolía, pero era un poco inevitable. El mayor de nosotros, Antonio, tiene 68 años, está jubilado y ya no le apetece tanto ir de gira. Yo estuve girando exclusivamente en solitario el año pasado y me fue bien. Es hora de poner el broche de oro en Danza Invisible. Decimos adiós pero con buen rollo y seguiremos haciendo colaboraciones.
Anécdota: «¡Me emocionaría mucho ver a una señora de Lugo que conocí esperando el tren en Almagro»
¿Cuál fue el secreto para que este grupo durase tanto tiempo?
La amistad. Sin ella, sería difícil. A lo largo del tiempo, se van creando vicios y roles y luchas para encontrar nuevos estímulos.
¿Tiene muchas balas musicales en la recámara por gastar en solitario o le da miedo esta situación?
No me da miedo. El año pasado me fue bastante bien en solitario y encaro el futuro con ganas. Tengo material para cantar y una banda de músicos que se llevan bien entre ellos. También pienso recantar temas de Danza Invisible.
¿Habrá clásicos como ‘Sabor de amor’ en el concierto de Lugo?
Sabor de amor me la piden siempre y bueno, además soy uno de los compositores de la canción. ¡Sería un acto de soberbia no ofrecérsela al público! Haré un repaso por las canciones históricas de Danza Invisible en Lugo donde, por cierto, solo toqué una vez en mi carrera, allá por los 90, pero recuerdo que es una ciudad bellísima.
¿Espera encontrarse con la señora de Lugo con la que coincidió esperando un tren en la estación de Almagro, en Ciudad Real?
Sería hermoso. Fue una situación surreal pero muy bonita. Nos encontramos tres personas perdidas —yo, la señora de Lugo y una joven ucraniana— en una estación de tren donde no había nadie. ¡Me emocionaría mucho si la viese en el concierto de nuevo!
(Sabella Corbelle para El Progreso).