Esa es la palabra para definir cómo me he sentido en este enloquecido mes de marzo. De todos es sabido mi natural hiperactivo y, seamos claros, la enorme capacidad que tengo para desdoblarme en mil formatos y eventos distintos pero este mes ha sido agotador. A mí lo que me pasa es que tengo un sentido de la responsabilidad enorme y quiero quedar bien en todos lados, no obstante es posible que me haya metido en demasiados fregados y la verdad es que varias veces me he sentido muy solo y eso me ha ocasionado algún que otro arranque de mal humor.
El trabajo para el concierto de «Arte en el vinilo» en Fuengirola ha sido arduo, pero ahí sí que me he encontrado con unos músicos que se lo han trabajado a lo bestia y me han hecho el camino recto y llano. A mí no me asusta en absoluto el trabajo duro, pero me angustio cuando no puedo abarcarlo todo y también me impaciento mucho cuando veo que la gente no responde con la celeridad necesaria.
Para mí estos tres últimos conciertos en Galicia y Madrid con mi banda de solista han sido un auténtico bálsamo. Antes de esto he tenido de todo, un ritmo de ensayos variados endiablado, la salida de la banda sonora de «A este lado de la carretera» con sus llamadas a Warner, corrección de errores de Spotify (Había errores en los nombres de algunos temas, «Sabor de amor» aparecía fechada en 1984 en vez de en 1988 y así), los permisos para la obtención de los derechos del primer maxi de Danza, la gestión para digitalizar los vinilos, mezclas de los temas en directo… ni os cuento. Todo esto mezclado con innumerables visitas a políticos varios para armar lo que va a ser el 40º aniversario de Danza Invisible, cuyo anuncio va a tener lugar este miércoles 6 de abril, por fin. Y una reactivación previa de las redes de Danza que estaban bastante abandonadas. Y todo, todo el mundo llamándome para todo, el whatssapp ardiendo, aaarghhh.
Más cosas, lo del Fulanita Fest es un evento precioso en el que me jacto de haber encontrado un equipo maravilloso, pero sin duda ha resultado ser mucho más laborioso de lo que imaginaba, pero que mucho más. Y lo de los Funky Town, porque este año hay dos, también va a ser un lío aunque ya gozo de varias experiencias previas que lo van a hacer más liviano. Y como me salga lo del Portón del Jazz…. Ah, también he entregado una canción para la Diputación de Orense. ¡Con deciros que casi me ha alegrado que no se haya acabado de concretar aún un proyecto ilusionante de programa musical de Canal Sur en el que yo iba a hacer de presentador-director!
¿Quiero abarcar demasiado? Más bien es que probé tantas cosas en los años de pandemia que se me han presentado de golpe. Por eso esta pequeña gira en recintos pequeños con mis compañeros, interpretando nuevos temas y rescatando canciones que llevaba muchos años sin tocar ha sido tan placentera y me ha hecho recordar lo bueno que es seguir en activo y produciendo música. Pero ahora por fin con la presentación del 40º aniversario de Danza a la vuelta de la esquina me voy a sentir más desahogado y orgulloso de todo el trabajo realizado. Trabajo hecho para mí, sí, pero sobre todo para mis compañeros de Danza que han pasado dos años con ciertas angustias.
Brindemos por ello.