El caleidoscopio de Javier Ojeda

«Yo no soy un solista, soy un cantante. Ni líder ni nada». Con esta carta de presentación saltó anoche al escenario del Teatro Echegaray el malagueño Javier Ojeda, un artista que se ha propuesto reinventar todas las canciones de su imaginario personal y que lo ha logrado con un resultado más que satisfactorio. Anoche lo demostró en una actuación de casi dos horas en la que, con una sólida banda detrás, pasó revista a su música favorita: los sonidos negros, el soul, la canción latinoamericana, boleros, baladas; poemas musicados, grandes clásicos de Danza Invisible reinventados para la ocasión, temas propios e incluso una versión de Dylan… Un cóctel explosivo que pocos artistas de este país se atreverían a reunir encima de un escenario.

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