El malagueño presenta el 16 de septiembre ‘Re-versos’, su segundo trabajo en solitario, en el que ha versionado letras de su grupo, de otros cantantes y donde ha incluido cinco temas nuevos.
Javier Ojeda llega a la entrevista hablando por teléfono. Está ultimando los detalles del concierto con el que presentará Re-versos. «Esto de preparar un concierto es un lío», apunta. Luego, desconecta su móvil. «Venga, empezamos». A partir de aquí habla con ilusión de su último trabajo, que presentará el próximo día 16 en el auditorio de la Diputación.
-¿En qué consiste Re-versos?
-Pues mira, resumiendo mucho esto es una idea que surge de un encuentro casual con Miguel Gallego, que me propone utilizar el teatro Echegaray con un espectáculo que sea distinto, algo especial. Empecé a trabajar sobre ello y vi que empezaba a crear un repertorio y que tenía una buena idea para hacer fuera de Danza Invisible. Entonces surgió la posibilidad de grabarlo en directo.
-¿Y cuál es el concepto del disco?
-Son 19 temas grabados. De éstos, hay ocho versiones ajenas, cinco temas de nuevo cuño, completamente originales, y seis versiones de Danza Invisible. Todos grabados en directo en el Echegaray, menos uno, que lo hicimos en estudio.
-De los temas de Danza Invisible siempre versiona los menos conocidos ¿por qué?
-Sí. Bueno, en este caso he hecho una versión de Sabor de amor, aunque he intentado darle precisamente todo el re-verso. El tema tiene un aire de blues. Lo que he intentado es versionar las canciones de Danza Invisible que yo pensaba que podían tener otra lectura.
-¿Por qué Re-versos?
-Yo siempre digo que Re-versos es un disco de reconstrucciones. Todas las canciones tienen vida propia. Son como de segunda mano. Hasta las canciones nuevas hubieran tenido una vida anterior. Son canciones no publicadas, pero sí que han tenido otra vida.
-¿Cómo hace un disco de versiones? ¿Cómo escoge los temas?
-Bueno, la verdad es que siempre lo he tenido muy claro. Lo que hice fue guiarme por mis antiguas notas y ver siempre todas aquellas canciones que yo siempre hubiera querido versionar. Escogí una canción porque tenía un apunte en una libreta del 97 y ponía: estaría chulo hacer una versión de esta canción con el ritmo tal o cual. He rescatado de todas las cosas del pasado, las que me parecían más interesantes.
-Dice que este disco son deudas pendientes, ¿quedan más?
-Queda alguna más, pero ya pocas. Te digo que queda alguna porque, por ejemplo, en el concierto de presentación incluiremos dos canciones que no están en el disco. Pero, por lo pronto el nuevo CD que saque será de canciones nuevas.
-Este es su segundo disco en solitario. ¿Dónde queda Danza Invisible?
-Yo ahora mismo llevo una carrera que fluctúa en dos direcciones. Con Danza Invisible hago unas cosas un poco más dirigidas a los grandes éxitos y las cosas que hago en solitario intento que sean algo que se sale de lo que la gente espera. Con Danza saqué un disco el año pasado y el próximo no sé si lo sacaré con ellos. Pero la relación no se acaba en absoluto. Ahora mismo me resulta más fácil hacer las cosas yo solo.
-¿Por qué ?
-Porque para trabajar con Danza Invisible tienes que estar confrontando cuatro pareceres, cuatro puntos de vista y tienes que movilizar a cuatro personas. Aparte, con Danza llevo trabajando 29 años. En ocasiones necesitas un estímulo del exterior, trabajar con otros músicos para que cuando vuelvas a tu banda madre vengas con aire fresco.
-En el vídeo de Mamá aparece su hijo. ¿Cómo surge esa colaboración?
-Pues es idea del realizador. Como lo vio en el teatro Echegaray que salió a hacer el cafre por ahí pues me dijo que tenía mucho arte y además a la gente le sorprendió el parecido que tiene conmigo. Entonces, se nos ocurrió la idea de que como la letra de la canción hace referencia a una conversación entre madre e hija pues resulta que pensamos confrontar al padre y al hijo. Mi hijo se vistió igual. El puñetero se dedicó a imitarme y así parece que van fusionándose padre e hijo.
-Siempre habla de que Danza Invisible es un grupo infravalorado, ¿por los medios de comunicación? ¿por el público?
-No, no, qué va. El público nos sigue. Realmente creo que la tendencia está cambiando muchísimo. Lo que ocurre es que durante unos años lo que hacíamos coincidía con el público masivo. Durante diez años tuvimos mucha popularidad en toda España. Hay gente que sólo conoce Sabor de amor y la parte más comercial. En cada disco había canciones de muchísimo valor y creo que sencillamente es uno de los grupos que se tiene que redescubrir. De hecho creo que ese paso se está dando ya.
-Tal y como está ahora la industria de la música, ¿cómo se afronta la situación?
-En mi caso, yo saco el disco con una compañía propia y está prácticamente autoproducido aquí por Miguel Paredes. Todo surge desde aquí. Ahora, sólo el lanzamiento supera la inversión de 10.000 euros. Si quieres pagarte la promoción ya te metes en otros tres o 4.000 euros. Esto quiere decir que hoy sólo las personas que tengan unos ahorrillos pueden sacar un disco medio decente. Lo demás tiene que ser todo mundo alternativo, pelear en la jungla de internet.
-¿Qué música malagueña recomiendas
-A voz de pronto tienen muchas posibilidades Modern Monroe cuando empiecen a cantar en castellano. Luego Motel Caimán, Santos de Goma. Hay muchos, pero los músicos malagueños tienen fama de ser muy buenos instrumentistas. Pero tenemos un gran defecto, tenemos un pequeño complejo provinciano. El malagueño vive bien, no tiene esa urgencia. Indolencia sería la palabra.
(Entrevista de Smara Sánchez)