Supo a poco, a muy poco, a tan poco que desde el pasado viernes 27 de septiembre de 2019 tengo una cuenta pendiente con ellos que quiero saldar, tengo que volver a verlos en directo y ojalá que sea más pronto que tarde. Eso que supo a poco, a muy poco, fue la actuación, por desgracia bastante breve, de Danza Invisible en el Coso de los Califas de Córdoba, en una noche en la que precedieron a Hombres G, que no telonearon, que nadie se llame a engaño. Javier Ojeda (voz), acompañado de Chris Navas (bajo), Manolo Rubio (guitarra y teclados), David Quintero (guitarra), Miguelo Batún (batería), Nando Hidalgo (guitarra y coros) y Paco Vílchez (percusión), cortaron las dos orejas y el rabo en una faena que desgraciadamente tan solo se extendió una hora, por eso supo a tan poco, insisto. Lástima que la gira que este año les ha llevado por otras lides, la del 30 aniversario de su inmortal LP A tu alcance -título que define sin habérselo propuesto la música de los de Torremolinos- no haya recalado en esta «Córdoba, provincia hermana de Málaga», como se refirió ese James Brown blanco que es Javier Ojeda, no solo a la capital cordobesa, sino también a su provincia, que demostró conocer muy bien. Porque, qué pequeño es el mundo, en un momento del concierto hizo un repaso por bastantes municipios cordobeses -Peñarroya-Pueblonuevo, Montalbán, Rute, Pozoblanco, a esa Montilla en la que tiene tan buenos amigos…- municipios que definió a la perfección, e insisto en lo de qué pequeño es el mundo, porque contó que Córdoba es «la tierra de mis ancestros, mi abuelita era de Moriles y mi abuelito era de Lucena». Supo saberse meter en el bolsillo al respetable con una faena repleta de arte.
En esa faena, el respetable pudo disfrutar de algunos de los míticos temas de ese álbum de 1989, como Reina del Caribe, A este lado de la carretera y, cómo no, Sabor de amor, temas que sonaron en todo su esplendor con un entregadísimo frontman que nada tiene que envidiarle en cuanto a saber estar en el escenario al llamado padrino del Soul, a ese que nació -en algo más de una década hará un siglo- en Carolina del Sur, «provincia de Málaga», que diría Javier, ya puestos. Lástima que el recital no llegara a ser como una carrera de fondo y tan solo tuvieran que ver con un Maratón -LP de los de 1986- canciones clásicas y bellas de su época más británica como El ángel caído y El Club del Alcohol, con la que cerraron esa hora que supo a poco cuando el público estaba totalmente entregado. Antes, Javier y los suyos habían dejado a los presentes Sin aliento, y no faltó tampoco esa especial interpretación de Yolanda, tema que parece como si Pablo Milanés lo hubiera compuesto para una banda que es única y quien lo dude, para comprobarlo, solo tiene que acompañarme a saldar mi deuda con esa Danza imprescindible.
(F.J. Cantador para El Día de Córdoba).