Fran Elías, frente al espejo

El cantante y guitarrista, quien formó parte de Modas Clandestinas, presentará el álbum con nueva banda el próximo sábado 18 en Oviedo

Después de ver en enero «por quincuagésima vez» la película ‘Regreso al futuro’, a Fran Elías (Gijón, 1964) le dio por imaginarse un cara a cara entre el guaje que fue antaño y el adulto de hogaño. Se preguntó qué pasaría si ambos se encontraran en el momento presente, qué pensaría el uno del otro o qué se dirían. El artista situó como punto de partida una famosa cafetería de la gijonesa calle Corrida, que frecuentó mucho durante su adolescencia. Así se gestó ‘Tívoli’ (Flor y Nata Records), el cuarto disco en cinco años de su último proyecto The Traveling Zoo, que presentará el próximo sábado 18 en Oviedo (La Salvaje, 22.30 horas).

Elías se ganó el respeto y la admiración de la juventud asturiana de los ochenta como cantante y guitarrista de Modas Clandestinas, un grupo de Lugones –localidad en la que residió entre 1972 y 1991– y que sí encaja con esa expresión tan manoseada de banda de culto. En su efímera existencia (1981-1986), grabó un sencillo, dos maxis –uno producido por Enrique Sierra, guitarrista de Radio Futura– y un mini-LP en el que colaboró Javier Ojeda, cantante de Danza Invisible, cuyos componentes eran fans confesos de los asturianos.

A Elías aún le sigue sorprendiendo la huella que dejó su grupo seminal que, sin embargo, no logró consolidarse en aquella movida española que encumbró a infinidad de bandas de acreditada mediocridad. Les ocurrió lo mismo que a Los Locos. Reconoce que tuvieron «mala suerte» en algunos momentos, «pero tampoco es una cosa que me martirice, nos sirvió para viajar y conocer gente».

Su siguiente proyecto fue Mendigos, que era él en solitario con las bases pregrabadas. Quedó finalista del Concurso de Maquetas de 40 Principales y dejó boquiabierto al personal cuando salió a actuar con guitarra y ordenador. «La gente pensaba que me iba a poner a jugar a los marcianos», bromea.

Elías se afincó en 1991 en Lugo de Llanera y, tras un largo paréntesis, decidió retomar la música hace cinco años. Por motivos laborales, empezó a tener bastante tiempo libre y «ganas de soltar». Como desconocía el recorrido de la nueva aventura, no quiso implicar a nadie y formó otro «proyecto en solitario con nombre de grupo» por si crecía más adelante. The Traveling Zoo se estrenó en 2013 con el autoeditado ‘Homework’. Le siguieron ‘Invisible’ (2014), donde ya cobra protagonismo como guitarrista su hijo, Pablo Elías, y ‘Science & Fiction’ (La Granja, 2016).

Grabó esos tres discos en su domicilio, pero para este nuevo álbum conceptual eligió un local de Lugones. Fueron cuatro meses de tarea y otros dos de mezcla y masterización en su casa. ‘Tívoli’ contiene quince canciones en las que Elías condensa todo su bagaje musical –del pop clásico al after-punk– y demuestra una vez más su maestría para componer canciones redondas, pegadizas, emocionantes. Le sigue interesando «el álbum como conjunto y cuidar el orden de las canciones». Y desvela que su olimpo musical lo forman The Beatles –su debilidad es Paul McCartney–, David Bowie y The Beach Boys. También menciona a Echo and the Bunnymen, Prefab Sprout y otros grupos «de cuando la canción era más importante que la producción», precisa.

La voz como protagonista

Para producir el nuevo trabajo, este autodidacto de la composición y los métodos de grabación se marcó como «única premisa» que la voz destacara por encima de los instrumentos y poder así remarcar unas letras siempre cuidadas. Nueve textos son suyos y los otros seis de Antonio de la Rosa, quien ya colaboró en la época de Modas Clandestinas. «Le respeto mucho como letrista y me sirvió para esforzarme yo también», afirma.

De Fran Elías llama la atención la honestidad y su modestia, virtudes que tanto escasean en el gremio. Y no tiene inconveniente en confesar sus limitaciones: «No soy buen instrumentista; toco lo justo, a tiempo y afinado».

Hasta ahora, Elías solía editar el disco, organizar un concierto de presentación y poco más, pero esta vez pretende prodigarse en directo, aunque reconoce que necesita un manager. «Me veo con ganas y ya tengo un repertorio muy grande, que me permite programar un acústico y un eléctrico», explica. Para ello, ha reclutado a J. M. Olay (guitarra) y Marino Zarzuelo (bajo) –con quienes colaboró en La Huella–; Javier Prado (batería), de Lavandera; Ramón G. Morán (teclados), de Tejedor, y su hijo Pablo Elías (guitarra). «Formamos un grupo muy prestosu», sentencia.

(Reportaje de José Cezón para El Comercio Digital).