El cantante, que saltó a la fama con el grupo ‘Danza invisible’, fue el protagonista de un encuentro en el que también participó su hijo Jassy
Foto: Javier Ojeda recibió un bonito homenaje a su trayectoria en su tierra natal.
©Fundación El Pimpi
Saltó al estrellato con el grupo ‘Danza invisible‘ en los años ochenta para después iniciar una carrera en soltario, y desde entonces su voz ha marcado el compás de la música española. Javier Ojeda puede presumir de tener dos discos de platino y cuatro discos de oro en nuestro país, y de ser un reconocido artista en al cultura malagueña. Por ello no es extraño que la Fundación El Pimpi quisiese rendirle un pequeño homenaje en el marco de su programa cultural ‘Lunares’.
La Bodega El Pimpi de su ciudad natal fue el lugar escogido para repasar la prolífica trayectoria del cantante y compositor, que se declara ‘autodidacta’, en un acto en el que fue repasando desde sus orígenes en la música hasta anécdotas de su vida sobre los escenarios. Con humor, reconoció, también, que su primer concierto “fue bastante malo”, y que poco a poco ha aprendido a cuidar la voz.
«La música es un ser superior y yo sin música no soy nada. Un músico lo es para toda la vida», aseguró. El grupo Vintage Experience se encargó de amenizar el encuentro en el que a Javier también le deparaba una sorpresa, y es que su hijo Jassy Ojeda, de diecisiete años, ha decidido seguir sus pasos en el mundo de la música.
Junto a su compañero Rafa M.F., interpretó su primer tema ‘Ya no estaré’, una canción compuesta por ellos mismos. Javier se mostró muy orgulloso de su hijo, y, ante los presentes, quiso darle algunos consejos. Aunque admitió que no era tarea sencilla: «Si yo lo tuve difícil en mi época, más difícil lo tienes ahora”. Pero también le transmitió un mensaje optimista y es que la gente sigue necesitando música para vivir, por lo que la gente necesita a los músicos como ellos.
(Publicado en ¡Hola!).