Cumplió la máxima de Loquillo: «Voy a ser una rock and roll star». Lo es. Y ahora sigue siendo una de las voces reconocibles de la música moderna en España. Llega a la Harinera de Gordoncillo con tantas noches sin dormir como las que llena con su voz. Un Danza Invisible en León es garantía de calidad
Foto: Javier Ojeda, una de las grandes voces del pop-rock español en solitario o al frente de Danza Invisible, actúa este viernes en Gordoncillo (MIhacale. 22.00 horas).
Lugar: Patio Mihacale. Gordoncillo
Hora: 22.00
Entrada: 15 euros
Tal vez aquel Club del alcohol ya haya quedado clausurado aunque sigan noches en las que merezca la pena quedarse Sin aliento viendo y oyendo El pintor y la modelo y se cuele algo de Sabor de amor. Más de 2.000 noches sin dormir es el título que encabeza lo nuevo de Javier Ojeda, voz de Danza Invisible, una de las bandas que ilustraron los años 80 y que sin ser de la movida madrileña, llegando desde Torremolinos, donde tienen hasta una calle, encajaron a la perfección en todo lo que entonces pasaba. Ellos aportaban una ejecución impecable de sus temas, buen gusto, y, ante todo, la gran voz y carácter de frontman al mejor estilo anglosajón de Javier Ojeda, su cantante. Este viernes, él, en el Museo de la Harinera de Gordoncillo pone en fecha y hora todo aquello y el presente. Porque como él mismo dice: «No soy nostálgico. Recuerdo los tiempos pasados con cariño pero no los añoro. Intento mantener en el presente un espíritu joven», afirma.
En Gordoncillo este viernes se verá a Javier Ojeda en estado puro porque se intuye que no sabe hacerlo de otra manera: «Modestamente, puedo decir que es uno de mis fuertes porque salgo al escenario a dejarme la piel en todos lo conciertos», explica y garantiza.
Por eso puede decirse que las ilusiones siguen intactas aunque la experiencia le haya añadido el ingrediente de la sensatez. Porque para el andaluz «con los años aprendes a ser más realista y a no creer que van a pasar cosas que nadie controla. Nosotros sabemos que el esplendor comercial pasó, pero también hay casos que de repente algo explota», dice, y pone de ejemplo a Tom Jones cuando su figura emergió con total potencia después de años de menos repercusión.
En Javier Ojeda hay un optimismo controlado, incluso para analizar la escena y negocio musical en España, a la que sí achacaría cierta tendencia a compartimentar estilos y generaciones.
Si en su día Danza Invisible se impusieron desde el principio sonar y cantar bien, él sigue en ello, manteniendo la llama de la banda aunque tenga menos actividad que antes. La leyenda así continúa y las canciones perviven: El joven nostálgico, Agua sin sueño, El brillo de una canción… Son tantos títulos que la voz de la mítica banda asegura que daría para más de un concierto. Y para Gordoncillo la fórmula será la de siempre: cuatro o cinco temas fijos y luego una larga lista de canciones para un repertorio de más de hora y media en un imparable formato de rock clásico: bajo, batería, guitarra, teclados y voces.
«Después de 24 años de andadura en solitario, casi todo el mundo sabe que los conciertos de Javier Ojeda suelen ser una caja de sorpresas y, según el formato que utilice, hasta un crisol de estilos que aportan a cada tema el portentoso milagro de una segunda vida. Pero, una vez que la emoción de verlo en directo y recordar sus viejos éxitos se disipa, ¿todavía tiene algo que decir musicalmente?», dicen desde la nota promocional. Y en Más de 2.000 Noches sin dormir está la respuesta. Sería la forma de resumir décadas de directo de una voz irresistible como la de Javier Ojeda.
(Pacho Rodríguez para Diario de León).