El Iberia Festival, que se celebra el sábado en el Ágora, ha vendido ya 4.000 entradas
Seguridad Social, Danza Invisible y La Guardia, bandas protagonistas de la cita, defienden «sin complejos» la herencia musical del país
Echemos la vista atrás. Apaguemos el ‘walkman’ y encendamos la televisión. Emiten ‘Tocata’. El público del programa tararea: «Labios de fresa sabor de amor, /Pulpa de la fruta de la pasión,/Labios de fresa sabor de amor, /Pulpa de la fruta de la pasión, /Es el sabor de tu amor…». Sí. Javier Ojeda interpreta uno de los hits de Danza Invisible. ‘Tocata’ ya ha desaparecido de la parrilla de televisión, pero los grupos que desfilaron por aquel plató continúan vivos y, sobre todo, vigentes.
Una prueba de que el legado musical de los 80 no está muerto es Iberia Festival, que se celebra este sábado en el Ágora. La organización confía en llenar el aforo (5.500 personas). De momento se han vendido 4.000 localidades, es decir, un 72%. Estas cifras evidencian el tirón del pop-rock nacional, que aún es capaz de exhibir músculo e incluso reunir a sus parroquianos en uno de los templos arquitectónicos de Calatrava. En el macroconcierto, 10 horas de música patria, participan La Unión, La Guardia, Loquillo, Seguridad Social, Celtas Cortos, M-Clan, Danza Invisible y Carlos Segarra de Los Rebeldes.
Estas bandas conforman «nuestro ADN musical y la banda sonora de nuestra vida», aseguró José Manuel Casañ, líder de Seguridad Social, un grupo que nació en los 80 aunque logró su máxima popularidad a partir de la década de los 90.
El Iberia Festival, cuya primera cita se celebró el pasado septiembre en Benidorm, servirá para que los fans revivan aquellos maravillosos años. «Le llaman la época dorada del pop-rock español… Algo hay de eso y algo queda aún», constató Javier Ojeda, cantante de Danza Invisible. «Cada música es hija de su tiempo», sostuvo el músico malagueño, pero «la vigencia de algunos temas no se ha perdido», matizó Manuel España, cantante de La Guardia. Casañ tiene una explicación: «Estas canciones contribuyen a la cultura musical de los españoles, es como nuestro ADN cultural».
«El pasado musical es el reclamo, sí, pero los grupos de entonces tenemos un presente bonito. El pasado es un trampolín más que un sofá», aseguró la voz de La Guardia. La música de los 80, continuó, no son «una moda porque desde los 90 vamos tirando de las canciones ochenteras y siempre vamos descubriendo grupos y temas».
José Manuel Casañ, Javier Ojeda y Manuel España no se han quedado anclados en el ayer. Siguen adelante con sus carreras, publicando discos nuevos y, sobre todo, dando conciertos. Quizá sea por una visión nostálgica o porque el sector está atravesando uno de los peores momentos (crisis económica, cambio de modelo, piratería, etcétera), las bandas no miran al pasado con melancolía pero sí echan de menos el apoyo mediático de antaño.
«Antes había vinilos y casetes en lugar de cedés y fanzines en lugar de revistas. Conocíamos más grupos y a más bandas que ahora pese a que carecíamos del arma de internet», apuntó España. Ojeda señaló que hace 30 años «encendías la televisión y actuaban Radio Futura o Golpes Bajos». Ahora esos programas musicales no existen. En esta línea, Casañ indicó que en las radios «deben convivir los grupos veteranos con los jóvenes, como sucede en Francia».
Los tres sacan pecho de la herencia ochentera y coinciden en defender «sin snobismo» y «sin complejos» el legado musical de las últimas décadas. «Todo contribuye a crear un poso cultura», agregó Casañ, para quien «estamos en un momento de inflexión en el que la gente se da cuenta de que el pasado musical existe».
Más allá de »Mil calles llevan hacia ti», »Chiquilla» o »Sabor de amor», los ochenta son la huella sonora de varias generaciones. «El público crece con nosotros y, aunque resulte extraño, los nuevos seguidores se suman al grupo tras conocer los grandes éxitos pero también le gustan los últimos temas», explicó el cantante de La Guardia.
«Estoy bastante orgulloso del legado de Danza Invisible, pero como creado necesito hacer discos nuevos porque no puedo quedarme en el pasado», explicó Javier Ojeda, que al margen de la banda mantiene su carrera en solitario. «Dentro de la debacle del sector, sigo viviendo de esto», afirmó. Para Casañ poder tocar en Iberia Festival es «un doble privilegio» porque permite a la veterana banda valenciana, que conmemora su 30 aniversario, «jugar en casa» y tomar parte en este directo en el que los grupos de los ochenta y los noventa demostrarán que está dispuestos a «comerse el mundo». Si algo une a estas tres formaciones, además de la música, es que no dan la partida por perdida y quieren resistir.
El Iberia Festival, con más de 100.000 watios de luz y sonido y pantallas LED, comenzará en torno a las 17.30 horas con La Guardia; a las 18.45, Danza Invisible; Celtas Cortos, a las 20 horas; La Unión, a las 21.15; 22.30, M-Clan; 00.15 Loquillo, y para concluir, a las 02 horas, Seguridad Social.
La revisión nostálgica no es ninguna novedad el mundo de la cultura, pero funciona.
(Reportaje de Carmen Velasco para Las Provincias).