Luces de Navidad

¿Soy el único malagueño al que no le gusta el alumbrado navideño de este año? Pues casi, a tenor de la masiva afluencia de público a la calle Larios y aledaños. Esta Navidad he estado tres veces por el centro y aquello es una locura de gente comprando, bebiendo, paseando, ya hasta parece un parque temático. Pero bueno, Javier, ¿de qué te quejas? ¿Es malo esto acaso? Pues la verdad es que no, no es malo en absoluto. Lo que pasa es que tanta aparatosidad en el montaje no va conmigo y me viene a la mente aquel insufrible dúo de Freddie Mercury con la Caballé y…

A lo que iba. Recuerdo que hace unos tres años tuve una animada charla con un conocido que tenía un puesto relevante en Prisa y éste me comentaba que Málaga iba a ser en muy breve la nueva Barcelona, un reflejo de los fastos que tuvo la ciudad condal en el 92. Se daban todas las circunstancias políticas, económicas y sociales para que esto se produjese, me dijo, y a fe mía que no iba muy descaminado. Hoy Málaga es una ciudad que ha dejado de mirar con envidia a la vecina Sevilla y que goza de un inusitado optimismo entre sus habitantes, posiblemente el mejor logro de la legislatura de Paco de la Torre. Cuando hice el reportaje para Canal Viajar recuerdo que Chema, el realizador, me decía que corríamos ya peligro de morir de éxito y sacaba a colación las recientes acciones que se habían producido contra el turismo en Barcelona.

Yo este año nuevo me siento optimista y prefiero saborear el momento. Málaga ha sido siempre una ciudad agraciada con un clima maravilloso y seguramente uno de los sitios de mejor calidad de vida de España entera. Ahora encima digamos que esta de moda, tiene un auge económico, cada vez mejores infraestructuras, museos, restaurantes estupendos y una población alegre y acogedora, ¿qué más se puede pedir? Pues que siempre se pueden mejorar las cosas y los árboles no deberían taparnos el bosque entero, cierto es también que las diferencias entre el centro y los barrios de la zona Oeste son inmensas, que hay problemas que amenazan con convertirse en crónicos como el de Limasa (el servicio de limpieza municipal, siempre en eterno conflicto con el ayuntamiento que suelen desembocar en huelgas en fechas señaladas), las obras del metro que hacen que aparcar en el centro sea una odisea, la ausencia de una sala de conciertos en este mismo centro precisamente (que me dejen de rollos, a mí no me mola nada tener que irme a un polígono industrial a ver música en directo), la falta de un Festival Musical de referencia como existe en casi todas las grandes ciudades españolas, ¡los Baños del Carmen!, y sobre todo esa desembocadura del río Guadalmedina que lleva demasiados años siendo una herida abierta en canal.

Ahora que lo pienso, también creo que Málaga es una de las ciudades españolas donde peor música ponen en bares y discotecas, cosa que desgraciadamente no va en detrimento de la asistencia del personal. Ay, pero no empecemos a hablar de cómo está el patio musical, que es año nuevo. Yo a este 2018 le pido en lo profesional tener hueco para poder mostrar mis canciones recientes e inspiración para poder seguir haciendo cosas nuevas. Vivo muy a gusto de mis creaciones antiguas pero quiero más, creo que es mi obligación. Y en lo político y social menos crispación y más fraternidad. Brindemos por ello con una botella, sí, de cava catalán.