¡Merdellón!

Ocurrió hará unos 5 años, en el Teatro Cervantes. Se presentaba en nuestra ciudad el divino Paul Weller, icono del pop británico, ex-líder de los Jam y Style Council y compositor de tantas extraordinarias piezas de pop inmaculado, con el sitio a rebosar. Pues hete aquí que en el momento de aparecer en escena, botella de vino en mano, pelo canoso con patillas, chaqueta blanca y zapatos de punta con tacón cubano, alguien del público exclamó: “Mira Paul Weller, ¡PERO SI ESTÁ HECHO UN MERDELLÓN!”. La anécdota todavía me hace reír. La verdad que al ver la pinta del pobre Paul Weller había de convenir con la chica en que, efectivamente, Paul Weller estaba hecho un merdellón.

Un inciso: merdellón es palabra genuinamente malagueña, al parecer proveniente del francés –“mierda de gente”-, que viene a significar algo así como hortera, aunque el diccionario lo acepta como “criado con aspecto sucio o desaliñado”. ¡Qué demonios sabrán los de la Academia!. Un merdellón, señores, es otra cosa y muy seria. Tras dedicar un tiempo a indagar en su naturaleza, me encuentro con que la explicación más aceptada acerca de las sutiles diferencias entre el merdellón y el hortera radican en que el primero nace, y el segundo se hace. Pero esta teoría invalida la frase a la que antes hacía referencia: “Paul Weller está hecho un merdellón” implica un presente continuo, un algo en transformación. ¿Cómo solucionar el entuerto? Lo tengo claro: el merdellón, al igual que los Pokemon, no se hace, sino que EVOLUCIONA a otro estado. Pikachu se transformaba en Riachu y Paul Weller, tras arduos esfuerzos, había pasado de líder mod y estilista acid-jazz al estadio supremo del merdellón. Eso es.

Y ahora he de precisar, especialmente a los lectores no malagueños, que el merdelloneo es importante en nuestras vidas si uno no quiere acabar como esos risibles personajes de un spot televisivo que sólo ven cine iraní, escuchan Radio 3 y van a exposiciones de arte. La cultura es importante, sí, pero sin exagerar. Por eso yo mismo, siguiendo los consejos de alguien tan inefable como Loquillo, alquilé “Rocky Balboa” para verla con mi crío. ¡Y me lo pasé muy bien! El careto doblado del Stallone es inequívocamente merdellón, ¿ven ustedes? Más sugerencias para sumergirse en el fango: ver “Pressing Catch” (especialmente los combates de Umaga), tunear el coche o la moto, descamisarse en la feria para poder lucir la medallita dorada, bailar reggaeton sin desmayo. En un periodo de dos o tres días ya puede tener uno claro si está en fase de EVOLUCIÓN o si es sólo una nube pasajera.

 

(Artículo publicado en ADN Málaga el 20-09-07).