Mientras se enfría mi té me doy cuenta de que este mes no he puesto todavía el blog al que suelo dedicarme puntualmente cada día 1 del mes, a veces el 2, con puntualidad casi matemática. Es un ejercicio que digamos me auto impongo por aquello de no dejar la escritura, porque al igual que pasa con la música, se suelen perder facultades cuando dejas de practicarla. Ahora acabo de regresar del Rockin’ Race Jamboree, uno de los festivales más singulares y únicos de Europa, que da la casualidad que se celebra apenas a unos kilómetros de mi casa, y donde me lo he pasado de escándalo este mediodía rodeado de amigos varios del entorno musical, todo al lado de la playa con un tiempo también de escándalo (desgraciadamente, debería llover YA) y música gloriosa de acentos 50-60.
Mucha gente comentándome lo de Callao, qué pasada no, y yo explicando que vale, quedó chulísimo, pero el mérito no es nuestro sino de Ayuntamiento de Torremolinos y Brisa Festival, ellos lo idearon todo y les ha salido redondo. Me quedo satisfecho demostrando lo humilde que soy y tal y reparo en lo importante que ha sido y es Danza Invisible para muchísima gente, cuánta música y conciertos buenos hemos debido hacer. Y en que realmente no estoy triste por la separación, lo cual ya no me hace sentirme tan guay conmigo mismo. ¿Sabéis? El tema es que conocía la historia desde abril del año pasado -Antonio L. Gil me dijo que se jubilaba- y ya me dio tiempo a asimilar la situación, y más viendo que el año de paréntesis de actividades conjuntas se había saldado mucho mejor de lo esperado para mí.
Todavía me quedan cosas por hacer y decir en la música, estoy seguro. Hoy mismo me he sorprendido hablándole a Laura Insausti (Dry Martina) del tema nuevo con mis hijos, contándole al Sevilla lo bien que está funcionando el Fulanita Fest, diciéndole a mi amigo Oliver Sierra (Chambao) que ayer me arranqué a cantar en el Pool Habana, al ladito de casa, un tema Creedence Clearwater Revival en el cumple de Yohany Suárez, el bajista de mi banda. Sí, la música me sigue volviendo loco y el ambiente que la rodea siempre es divertido y genuino.
Imagino que ya sabéis que el 16 de este mes publico un single o EP, no sé como llamarlo, de 3 canciones. Realmente no pensaba hacerlo porque la lógica me pedía hacerlo una vez consumada la separación de Danza, pero uno no puede planificarlo todo, sencillamente las cosas pasan a veces cuando tienen que pasar. Así que os cuento más o menos las circunstancias: en septiembre terminé una canción nueva, «Viento de poniente», que encantó a mi hijo Pablo «Jassy» Ojeda, tanto que me la pidió para su futuro disco que quiere publicar en verano. Cómo no, mi vida, faltaría más, «oye papá, ¿te importaría cantarla conmigo?», por dios, cómo me va a importar. Y en una comida familiar se me enciende la bombilla y le digo a mi otro hijo, Javier, que si se quiere unir y para mi sorpresa no me dice que no. Nunca ha cantado profesionalmente pero yo sabía que entonaba y podía hacerlo bien. Ya grabado el tema pensamos en hacerle un videoclip por el contenido social de la letra, para apoyar a las ONGs que ayudan a los subsaharianos que llegan enfermos y muertos de hambre a nuestras costas.
Por otro lado tengo a la gente de Cruz Roja Málaga detrás para que publique el tema que les hice para el 150º aniversario («Voluntarios»), les gustaría que estuviese en plataformas para poder difundirlo, mmm, pues ya va teniendo sentido publicar esto antes de que empiece la gira de la despedida de Danza Invisible. Y por último, me viene a la mente que la canción que hice para recaudar fondos cuando lo del terrible terremoto de Lorca, «Volveré» solo está en YouTube. Pues venga, la añado, no veas cuántos amigos para toda la vida he hecho tras aquel sencillo gesto de cantar el tema altruístamente, ya tengo tres temas muy variopintos unidos por el nexo de la solidaridad y las humanidades. Esto se publica, insisto el 16 de febrero.
Por supuesto que todavía me queda cuerda. A veces me da por pensar, en mis días tristes, si ya he hecho lo mejor que puedo ofrecer como músico, quién sabe. Pero el músico ha de seguir inventando, peleando, y luchando contra el paso del tiempo y la posible pérdida de facultades. Todavía me quedan muchas, estoy seguro.