Notas interiores del CD «Rockin’ Race Jamboree 2020 / The big ball! by DJ Francho

Es curioso que un terremoto marque el punto de inflexión en la historia de la Costa del Sol. Se trata en concreto del acaecido en la ciudad marroquí de Agadir en la noche del 1 de marzo de 1960, cuyos destrozos materiales y humanos provocaron un desvío del turismo escandinavo hacia las playas de Torremolinos.

Pero claro, antes había habido un poso sobre el que cimentar estos movimientos. Y paradójicamente fue un ministro franquista, Manuel Fraga Iribarne (posteriormente presidente de la Xunta de Galicia ya en tiempos de la democracia) quien había escogido esta localidad para proyectar una imagen más moderna de España que sirviese para atraer esas divisas que la dictadura necesitaba con urgencia.

 

En Torremolinos, indiscutible lugar pionero del turismo nacional, se daban todas las condiciones para esto. Preciosas playas, amplios latifundios que propiciaban la construcción en masa y una inipiente presencia de una burguesía ilustrada y libertina principalmente británica. Así que de golpe nos encontramos con que los mejores arquitectos del momento comienzan a construir en la Costa del Sol, un movimiento posteriormente reivindicado en los 80 con la denominación de “el estilo del relax”, del que afortunadamente quedan vestigios como el Hotel Pez Espada o el Palacio de Congresos en Torremolinos, el edificio de la Equitativa en Málaga o la Ciudad Sindical en Marbella..

 

De golpe la Costa del Sol se hace chic. Recibe la visita de actores y actrices ilustres como Rock Hudson, Ava Gardner, Sofía Loren, Orson Welles, Brigitte Bardot y de personalidades como Frank Sinatra, cuya accidentada visita forma parte de la leyenda local: al parecer un fotógrafo intentó captarle con una bailarina y la cosa derivó en una pelea a puñetazos y una estancia en el calabozo tras lo que el cantante juró no regresar jamás a España.

Hay un rico anecdotario que se enriquece por la situación anómala que vive la costa y que consiste en la contradicción de ser un paraíso de libertades en un país que sufre una férrea dictadura. Había cosas que solo eran planteables en el litoral malagueño como cierta flexibilidad en las costumbres sexuales y el uso de drogas, por ejemplo. Los primeros grupos de rock de España encuentran su “valhalla” particular en los clubes de Torremolinos, Fuengirola, Marbella o Benalmádena; un lugar donde mostrar sus propuestas, obtener sueldos dignos y “holgar con hembra placentera”, como diría el Arcipreste de Hita.

 

John Lennon y el mánager de The Beatles, Brian Epstein, pasaron por Torremolinos. También Brian Jones, quien además se subió al diminuto escenario de uno de sus clubes más míticos, el Top Ten. Al pobre Brian le birlaría la novia –Anita Pallenberg- su compañero Keith Richards en Marbella, según reporta en sus memorias. Vince Taylor, el mítico rockero francés responsable del “Brand new Cadillac” que llevarían a la fama The Clash, comenzó a forjar aquí su leyenda de tipo irascible y atormentado, posteriormente inspiradora del personaje de Ziggy Stardust de David Bowie.

 

Es por eso que un Festival como el Rockin’ Race Jamboree encuentra en la Costa del Sol el mejor acomodo posible, tanto por el vínculo estético como por su extrema multinacionalidad. Si a eso le añadimos las bondades de nuestro clima y el hedonismo innato de nuestras gentes, la fiesta está servida y aquí están ustedes para disfrutarla.