Vengo de una generación que ha crecido con el rock y eso, de alguna manera, marca tu gusto musical de por vida. Pero los hay que se quedan ahí y no profundizan y otros, que bueno, deciden abrirse a probar otros guisos. Si hay algo que afortunadamente me he quitado con los años son los prejuicios bobos (como decía la canción de Paraíso) a la hora de disfrutar de la música, aunque desde luego no siempre fue así. Todavía recuerdo que de crío escuchaba a Led Zeppelín a escondidas, por ejemplo, o haber ocultado algún disco poco “chic” en presencia de mis amigos modernos. Pero bien , como decía, uno de los lugares más comunes extendidos entre los rockistas es el considerar la música como compartimentos estancos, es decir, hay músicos buenos o auténticos por un lado y por el otro están los horteras o prefabricados, y la verdad es que esto es un grave error, porque la música buena puede salir casi de cualquier lado. Claro está que hay muchas más posibilidades de encontrarla en un nuevo disco de Rufus Wainwright que de Chenoa, pero no es ABSOLUTAMENTE descartable que lo segundo suceda.
Por ejemplo, nunca tuve nada en contra de “Operación Triunfo” como fórmula. Una serie de vocalistas manejados por todos lados que cantan las canciones que le mandan y punto. ¿Acaso no hacían lo mismo las Ronettes, o las Crystals en los años 60? ¿No componía también el gran Burt Bacharach canciones de encargo para que las interpretasen otros vocalistas con mejor voz o pinta? Lo que pasa es que sucede que la diferencia entre un gran intérprete y un cantante de karaoke está en que el primero hace suya la canción, caso de Elvis, Sinatra o Tom Jones –a los que nadie puede tachar de prefabricados aunque apenas hayan compuesto nada en su vida- y el segundo se limita a afinarla. Y si luego las canciones que le dan son una birria, pues apaga y vámonos. Pero vamos, una vocalista sólo decente como Gloria Estefan se marcó uno de los mejores discos de música latina de la pasada década, el sensacional “Mi Tierra”, y poco importa que ella no tuviera mucho que ver. Que me aspen si “Valió la pena” de Marc Anthony no es una de las mejores canciones de salsa de los últimos años ¿no? (curioso caso éste de cantante que alterna lo sublime y lo espantoso en el mismo disco, por cierto). También creo que “Ain’t no other man” es un temazo soul, aunque lo firme Christina Aguilera. Y todavía recuerdo las muecas de espanto de algunos de mis colegas cuando les comenté que me gustaba el “Aserejé” de las Ketchup. ¿Pero acaso no era el equivalente hispano a, no sé, algo como las Supremes, con su bailecito y todo? Al menos eso creo yo.
(Artículo publicado en ADN Málaga el 18-10-07).