«Prohibir conciertos es una gilipollez»

Foto: Javier Ojeda, en Verdiciu. 


A pesar del nombre, Danza Invisible fue -aún es con sus directos- una constante bien perceptible en el panorama musical español. Estos días andan por la región, como si de asturianos de pura cepa se tratase, de folixa en folixa. No lo son. Málaga es la tierra de Javier Ojeda, su cantante de prolífica carrera que alterna las actuaciones con el grupo que le dio la fama y una trayectoria en solitario con la que huye de lo conocido. Hoy, se sube al escenario del Real Club Astur de Regatas.Su grupo actúa hoy en el club de Regatas de Gijón: «Por el sitio y el público procede repertorio antiguo, defendido con toda la rabia del mundo» | La voz de Danza Invisible disfruta de un verano con más paradas en Asturias que nunca

-De Salinas, el domingo, a Gijón, la noche de los Fuegos. Le están cogiendo el punto a Asturias.

-Llevamos disfrutando de la tierra unos días. La semana pasada estuvimos en Somió, en una fiesta privada. Hoy estamos disfrutando del Cabo Peñas. Y en septiembre, por San Mateo, iremos a Oviedo.

-Hoy le pillará la medianoche mirando a San Lorenzo, donde ya ha comido las uvas en alguna ocasión.

-Sí, actuamos en Gijón una Nochevieja. Hemos tocado mucho en Asturias y este año más que nunca. No podemos estar más contentos.

-Actúan mucho con La Guardia y otros grupos de los ochenta.

-Son súper colegas, nos llevamos de escándalo. Somos de la misma oficina, así que coincidimos mucho. También con La Frontera.

-¿Qué subirán al escenario del Club de Regatas? Por estos lares, hoy es la gran noche.

-Somos una banda de los años ochenta. Nuestra principal particularidad es que somos los que estamos más en forma (risas).

-En alguna entrevista ha dicho que su público es un poco pureta. ¿Será un concierto para la nostalgia?

-Obviamente, la mayoría de nuestro público ronda los cuarenta o los cincuenta, pero hay algún jovencito que conoce nuestras canciones. Este año hemos visto en nuestros conciertos a bastantes chavales y nos parece muy bonito. Por el sitio y el público, el repertorio que procede es material antiguo, pero defendido con toda la rabia y los cojones del mundo.

-Le gusta hacer versiones por su labor pedagógica. ¿Habrá vida más allá del trap?

-Claro. Lo del trap será una anécdota. Hay que reconocer que hasta en el género que menos te guste hay cosas de calidad. El trap, en general, me parece un coñazo, pero también he escuchado cosas interesantes. No me gusta C Tangana, pero prohibir un concierto como ha ocurrido en Bilbao es una gilipollez. Solo contribuye a que la gente le conozca más.

-¿Su siguiente paso será junto a Danza invisible o en solitario?

-Sacaré un recopilatorio en diciembre de este año, principalmente, de mis temas en solitario. Pero también incluiré algún disco de Danza Invisible que fue injustamente tratado.

-¿Se reenamora tras las crisis, como en los matrimonios duraderos, o está hasta el micrófono de ‘Sabor de amor’ y ‘Por ahí se va’?

-Creo que estuve más harto de ‘Sabor de amor’ en los noventa que ahora. La toco porque la gente me la exige y lo hago en siete formatos distintos. Algo tendrá la puñetera canción que a la gente le encanta. Y yo me debo al público.

(Aida Collado para El Comercio).