‘Polo Sur’ (Dro, 2006) es un segundo comienzo para Javier Ojeda. Se trata del primer paso de su propia carrera en solitario, aunque en ningún caso esto es incompatible con la continuidad de Danza Invisible, su banda de toda la vida. Esta noche, a las 21.00, el malagueño estrena sus nuevas canciones en el Teatro Cervantes, algo para lo que ha estado trabajando durante los últimos dos años.
Fotografía: Sergio Camacho.
Hacia delante. Javier Ojeda, en el Teatro Cervantes mira hacia su futuro con ‘Polo Sur’.
J. L. GARCÍA GÓMEZ – Málaga. Frente al Teatro Cervantes en el que presenta Polo Sur, Javier Ojeda se toma un refresco y se somete a la cuarta entrevista del día. Aún es lunes y le quedan más respuestas que dar hasta que esta noche dé las definitivas al tocar sus nuevas canciones. No parece cansado de hablar todo el tiempo de lo mismo, pero es que son veinticinco años de profesional en el mundo de la música. Amable y distendido, el vocalista de Danza Invisible se somete al cuestionario.
Estrena disco en solitario, Polo Sur, y lo hace en el Cervantes. Marca un hito en su carrera.
Me supone antes que nada un orgullo increíble. Es la típica cosa que a mí como malagueño me sube mogollón. Cuando me llamó Salomón Castiel, el director del teatro, y me dijo que había leído en la prensa lo de Polo Sur y me comentó que quería que lo estrenara en el Cervantes, me pareció un orgullo. Yo he tocado con Danza y algún otro proyecto, pero esto es un puntazo.
¿Algún miedo ante el estreno?
No me da ningún miedo. La primera vez que actué sin Danza sí estaba nervioso, fue aquí mismo en un concierto acústico con versiones de los Kinks y demás, pero es que fue la primera vez sin mis músicos.
Ha llegado el momento en su carrera en el que se desmarca de su banda de toda la vida para defenderse solo.
A lo mejor te parece una idiotez, o una chorrada o que miento…
Probablemente más lo último.
Lo que pasa es que a mí sacarlo en solitario me daba igual por completo, o sacarlo como Javier Ojeda y Tercer Mundo o como fuese. Pero cuando llegué con el disco a la compañía ellos me dijeron que esto era el disco de un solista, y que no despistara, que yo era el vocalista de Danza Invisible y si me presentaba con otro grupo no se lo creería nadie; como sucedió con los Tin Machine de David Bowie. Lo mío no han sido ansias de destaparme como solista, sino que se trataba de hacer un disco componiendo con otros músicos y cambiando la manera de trabajar.
¿Se ha alejado mucho del estilo de Danza Invisible?
Sí, de hecho muchos fans de Danza Invisible que ya han escuchado el disco me dicen que sabían que no se parecía a Danza pero no tanto. Se han sorprendido mucho.
Creo que en principio iba a ser muy electrónico.
No, no lo es tanto.
¿No se atrevió al cambio?
No, porque creo que se corre el peligro de La Unión, con perdón. Quien intenta estar siempre a todas las modas me parece… El mundo de la electrónica tiene sus códigos y el del pop otros distintos. Yo he intentado ser coherente con quien soy y de donde vengo. Hay una mayor presencia de la electrónica que en los discos de Danza pero la base sigue siendo de guitarra, bajo y batería.
También se supone que es un retorno a sus raíces anglosajonas.
Claro, yo empecé en los 80. Con el productor tuve un poco de lucha por ello. Nacho Serrano, que es un peso pesado del house español, estaba en Los Niños del Brasil, estaba emperrado en hacer un disco muy ochentas y todas nuestras dificultades han venido porque había una serie de cosas que me parecían obsoletas. En otras sí he cedido, como en sintes tipo Depeche Mode, bajos a la manera de New Order… porque me parece que siguen estando de actualidad. A mis oídos me suena vigente. Polo Sur tiene una miradilla al sitio donde empecé, y a los grupos que me gustaban y a mis ídolos de entonces: Brian Ferry y demás.
Alaska, que tiene una lengua viperina, dijo una maldad sobre vosotros: «Danza Invisible comenzó queriendo ser Simple Minds y han acabado en el rollo latino».
Sí, lo sé. No he vuelto a ellos, porque creo que Simple Minds han envejecido mal. Igual que escucho Avalon de Roxy Music con agrado o a Bowie hasta el Let’s dance, los discos de Simple Minds ya ni los tengo. Ya no me gustan.
En Polo Sur han trabajado muchos discos y varios productores, como si quisiera huir de la idea de trabajar con una banda.
No. Quería hacer algo mío, muy mío. Pero hay muchos músicos porque tengo muchos amigos, todo hay que decirlo. Realmente el disco empecé a hacerlo hace dos años y pico. Empecé con unas maquetas, junto a Isaac Aguilera, de Domestic. Luego hice otras con Miguel Paredes, de Caradefuego y Efecto Mariposa. Después seleccioné. Como vi que Dro empezaba a vivir una vorágine extraña decidí hacer el disco tal y como me saliera de las narices. En una visita a Zaragoza surgió la idea de grabarlo finalmente allí, usando parte del material anterior. Colabora la mitad de la escena zaragozana, y también la mitad de la malagueña.
Entre lo que suena en el disco y lo que va a sonar en el Cervantes, ¿qué diferencias va a haber?
El directo suena bastante más violento. El disco es más de medios tiempos, sofisticado, con un aire más elegantón. En directo es más visceral, más bruto y más rock.
¿Qué puede aportar Polo Sur a Danza Invisible?
Cualquier experiencia ayuda. Cuando hicimos en 2001 Efectos personales, un disco que pasó muy desapercibido, tenía dos o tres canciones de las mejores que hemos hecho en nuestra carrera. Esas canciones fueron posibles porque Antonio había sacado un proyecto propio previamente que se llamaba La Carmen, que era como Chambao pero unos años antes.
¿No cree que Danza Invisible ha quedado un poco de lado en los últimos años en la escena española?
Sinceramente, creo que hemos tenido un problema de imagen. Te lo garantizo. No sé por qué motivo parece que tenemos que estar siempre demostrando a la gente lo buenos que somos. Creo que entre el público alternativo nos ha hecho mucho daño tener una canción como Sabor de amor, nos hace parecer un grupo pop más o menos bueno pero insustancial. Así, nuestro trabajo más profundo no se conoce. Tengo la sensación de que nos han fallado los aspectos que dan vidilla a los medios. Tú has mencionado antes a Alaska, pues todo lo que nos falla de imagen lo tiene ella. Creo que musicalmente no sólo no tenemos nada que envidiarle sino que creo que somos muy superiores. Pero ella da mucho más que contar.