Sin decir adiós

Ha sido sin duda la noticia del mes, el anuncio de la separación definitiva de Danza Invisible y la última gira de 12 conciertos. Para que no hubiese lugar a malas interpretaciones, decidimos dar una rueda de prensa conjunta en el Aula de Cultura de Diario Sur que imagino habréis podido ver, o leer su resumen en numerosos medios. Por tanto, en este blog de hoy solo voy a añadir algo de información sobre cómo se ha tomado esta decisión.

Como todos debéis saber, este año decidí tomarme un respiro y trabajar por mi cuenta. El último concierto que hice con Danza fue en octubre de 2022 en Onda (Castellón) y desde entonces he girado solo sin depender de oficina alguna, únicamente respetando algunos compromisos que tenía firmados del año anterior. Las razones de esta decisión ya las expliqué aquí: https://javierojeda.com/grandes-decisiones/ y la verdad es que la cosa me ha ido francamente bien, me atrevo a decir que mucho mejor de lo esperado. Por supuesto que desde hace varios años ya sabía que podía funcionar solo sin necesidad de depender de Danza Invisible, pero este año ha sido el primero en el que me he atrevido llevado por el agotamiento, el stress y por qué no decirlo, alguna que otra disconformidad con el funcionamiento interno de la banda.

Total, que este año en parte se planteaba como un impasse para ver si era posible volver a levantar al grupo con un trabajo nuevo conjunto o algo que volviese a despertar la ilusión, pero las circunstancias se han precipitado y no ha habido lugar; en el mes de abril me llamó Antonio L. Gil y me dijo que se acababa de jubilar y que dejaba la banda, imagino que en parte porque no veía nada claro que yo fuese a regresar (el ambiente de la gira del 40º aniversario no fue el mejor) y en parte porque él ya llevaba tiempo con esa idea rondándole la cabeza. Antonio tiene 68 años, es el mayor con diferencia y además ha tenido problemas importantes de salud incluyendo un cáncer del que felizmente se recuperó, o sea, que ya no anda con ganas de reflotar un proyecto con toda la trabajera que ello conlleva.

Yo me quedé un tanto helado pero al momento reaccioné y le comenté la posibilidad de al menos hacer algunos últimos conciertos de despedida. Es una pena que nos hubiésemos ido así, difuminados, sin avisar ni hacer nada importante, ¿no creéis? Afortunadamente la nueva ley del espectáculo permite al músico jubilado cotizar hasta cierta cantidad, de ahí el hecho que la gira sea únicamente de 12 conciertos. Van a estar concentrados entre febrero y junio y a partir de ahí cada cual se dedicará sus propios asuntos, yo continuaré como hasta ahora en solitario, Chris ha montado una banda de versiones con la que espera debutar en breve y Manolo seguramente se dedicará a trabajar en algo relacionado con la edición de vídeo.

Creedme, es la única decisión posible y la mejor que se puede tomar, a pesar de la pena que nos dé. Danza Invisible llevaba demasiados años con el piloto automático, siendo solo una banda de directo y no un proyecto creativo. ¡Incluso hay algunos periodistas mal informados que pensaban que nos habíamos separado hace ya tiempo! Si la cosa ha continuado ha sido por el cariño que nos tenemos y porque yo me lo pasaba estupendamente con ellos, pero vamos, yo soy un tío muy inquieto y necesito estar siempre en movimiento inventándome películas. El chicle se estiró hasta lo más posible, pero la cosa ya no daba más de sí, de ahí entre otras cosas el stop de este 2023.

La gira «Sin decir adiós» (nombre sugerido muy atinadamente por Chris) va a ser muy emotiva pues. Queremos despedirnos a lo grande y celebrar lo conseguido juntos por última vez, soy perfectamente consciente de que lo más importante que he hecho musicalmente, tanto por popularidad como por significado histórico, ha sido con ellos (y con Ricardo Texidó al principio). Por supuesto que después vamos a seguir siendo amigos y seguro que colaboramos. Pero los años pasan, las personas cambian y como dice una gran canción de Willie Colón «todo tiene su final». Y seguro que va a ser feliz.