Leo ahora el blog que escribí el mes pasado sobre el infernal mes de agosto y respiro tranquilo. Salvo tres o cuatro momentos complicados, se han terminado las broncas con la oficina y el ambiente en los conciertos de Danza Invisible, que han sido los mayoritarios, ha sido mucho mejor. También lo que ocurre es que vamos teniendo una edad (o dos) y es importante que las cosas estén organizadas con acorde a lo que somos; me explico, no tantas distancias, conciertos a hora más tempranera, equipos decentes, etc. Seguramente los mejores conciertos de Danza han sido los de este mes, con especial mención al del Rincón de la Victoria (¿el mejor del año? ), aunque prácticamente todos han estado muy bien. El de Torremolinos quedó ligeramente lastrado por la lluvia y seguramente porque se programó demasiado tarde, el día siguiente era laborable y a pesar de que había muchísima gente no se llegó a llenar. Una pena, porque después de la concesión de la Medalla de Honor de la Ciudad hubiese sido un colofón extraordinario, pero vamos, no me quejo porque la cosa resultó muy bien aún así.
También he estado con mi banda de solista y con la gente de Rock & Roll Star, conciertos que me han venido fenomenal para desconectar y cambiar de repertorio, cosa que cada vez me resulta más necesaria. Lo más importante es que a medida que avanza este tremendo año de trabajo ando cada vez más agotado física y mentalmente, pero lo increíble es que parece que voy a más a cada concierto que hago. Y con la voz intacta, que alguien me lo explique. Este mes de octubre ando «algo» menos liado y vario muchísimo de formato, cosa que no me preocupa en absoluto, todo lo contrario. Me va a venir fenomenal, porque tengo decisiones profesionales importantes y nuevos proyectos, el mes que viene os cuento.