Un cumpleaños atípico

Pues resulta que tenía pensado celebrar mi 60 cumpleaños a lo grande, con concierto, amigos e invitados, pero las cosas al final han salido de manera muy distinta. La verdad es que era un mal día, miércoles, pero…

Vamos al principio. Resulta que la alcaldesa de Torremolinos habló conmigo para añadir una jornada «Fulanita Fest» al Pride de Torremolinos, y este día había de ser el de mi cumple. Qué le vamos a hacer, es una oportunidad bonita y un reprise del festival gordo de MareNostrum Fuengirola, en el que metimos más de 7000 personas, y lo cierto es que la alcaldesa se ha involucrado muchísimo en el concierto de despedida de Torremolinos del 8 de junio. Ya pensaré algo para más adelante (por cierto, lo he pensado, daré la noticia tras ese concierto).

El evento del 29 estuvo presentado por Toñi Moreno y contaba con las actuaciones de Marlena y Sofía Cristo DJ, más varios actos de reivindicación y también un bonito hermanamiento de los municipios de Fuengirola (el lugar que alberga nuestro festival, el Fulanita Fest) y Torremolinos, cosa que da gusto que se produzca, hombre, acostumbrados como estamos a tantas rivalidades bobas. Al acto acudieron algunos familiares, pero desgraciadamente apenas pude atenderlos, al igual que a muchos amigos, por tener que estar supervisando un poco todo. Al final salí a cantar un remix de «Sabor de amor» que ha montado Sofía Cristo, que en persona es una chica encantadora, y justo tras la sesión de DJ por fin nos quedamos unos cuantos en el backstage, ya vacío, tomándonos unas copas de una barra en la que no había nadie. Risas y algunos regalos y nos vamos de allí.

Justo cuando íbamos a por los coches mi hermano Jose tuvo una idea brillante: irnos a un karaoke que está en el Centro Entreplazas, un sitio absolutamente freak y muy escondido que es pura esencia del caos decadente pero divertido que es el municipio. Al llegar no había absolutamente nadie, ni siquiera el camarero, que acudió al escuchar nuestras risas, y empezamos a pedirle canciones. El debut fue un «Let’s get it on» de Marvin Gaye absolutamente beodo interpretado a dúo con mi hermano que salió tan horriblemente mal que hasta lo dejamos a la mitad avergonzados. Ahora ya lo sé, es una de las canciones más difíciles de cantar que conozco. La cosa mejoro algo con «La chica de ayer» y definitivamente se arregló, o eso creo, con un «No quiero bailar» en versión sexteto que más o menos me hizo recobrar la confianza en mis dotes vocales. La verdad es que es el final de noche estuvo genial.

¿Sabéis qué? El tema es que este mes he estado con las emociones a flor de piel por varias circunstancias personales que no voy ahora a detallar, hasta el punto de que en La Gran Paella Bollera del domingo 26, el after-party del Fulanita Fest, me salió la llantina cuando unas amigas lesbianas me daban las gracias por haber sido uno de los impulsores de ese evento en el que se sienten absolutamente libres. Fue sin duda uno de los momentos más felices que he vivido últimamente, ya liberado del stress de montar el festival. Volviendo a la canción y en este caso al álbum «Let’s get it on» me viene a la mente que hace un montón de años leí a un crítico poner este disco por encima del unánimemente reconocido «What’s goin’ on» del mismo Marvin Gaye, bajo el argumento de que el amor -físico y espiritual- es siempre más interesante que la política. Una afirmación que puede ser discutible en términos musicales, pero para mí incontestable en los vitales.