He estado a punto de centrar mi columna en la visita de Danza Invisible a la FIL de Guadalajara, pero finalmente me ha parecido egoísta utilizar estas líneas para autopromocionarme, así que dirijo al lector interesado a la Web danzainvisible.com, donde hallaran cumplida información de nuestras impresiones sobre el evento. En vez de eso me ha parecido oportuno hacer una pequeña reflexión sobre lo que es verdadero arte moderno o lo que es sencillamente un fraude.
Verán ustedes, cuando yo era adolescente a mi basquita la conocían como “los vanguardia”. Íbamos de negro y nos gustaba la música británica del momento, reaccionábamos de alguna manera contra lo que nos parecían los sonidos desfasados de la España del momento. Luego se ha visto que los grupos que nos gustaban (The Cure, U2, Talking Heads…) podían ser perfectamente comerciales a poco que se le dejase radiarlos. Eran grupos modernos, que no “fashion”. Pero es que cada vez me repatean más los intelectualoides (que no intelectuales) que confunden lo novedoso con lo epatante, lo arriesgado con el paso en falso. Yo he de reconocer que, por ejemplo, pocos espectáculos me aburren más que la danza moderna, o las “performances”, o cierto tipo de cine experimental coñazo. Ja, ja, recuerdo un divertidísimo relato de Woody Allen en el que hablaba de su incapacidad para comprender el mimo; algo así me pasa a mí, que ya tengo problemas de entendimiento cuando alguien me habla mientras estoy al teléfono. Y todavía recuerdo con asco un antiguo “espectáculo” de la Fura dels Baus en la que los simpáticos actores se dedicaban a rociar al personal con sangre de animales. O ese cuadrito de la Tate Gallery llamado “White” donde en el lienzo sólo había un fondo blanco sin más.
Lo siento, a lo mejor soy muy cortito, pero conmigo no cuenten para este tipo de vanguardia. Cosa distinta es cuando un artista que ya ha dado muestras de su genio incluye la provocación como parte de su trayectoria artística; pienso por ejemplo en Duchamp, o el primer Mariscal, o músicos como John Cage. El riesgo, el atrevimiento, es algo sin el cual el arte no puede caminar; lo que pasa es que, insisto, no hay que confundir modernidad con modernez, por eso me parece una boutade que grupos como Fangoria reivindiquen a Camela. Qué tontería, habiendo tanta música, ¿no?
Por eso nos quedamos con la certera reflexión de Rockberto de Tabletom: “Nosotros hacemos música de van-guardia. Cada vez que tocamos van guardias jurado, guardias civiles, etc.”
Artículo publicado en adn Málaga el 14-12-06.