Fui uno de los agraciados que acudió al estreno de «A Chorus line», seguramente el acontecimiento social más importante de la década en Málaga. Me invitó Javier «Chico» Banderas, tipo simpático y sencillo donde los haya, y allí que me planté acompañado de mi hijo Pablo, estudiante de artes escénicas, no sin antes sortear el escollo de la alfombra roja, convención social que uno desterraría de cualquier acto público sin pestañeo. ¿Hay algo más clasista y ridículo que posar ante los focos delante de la «plebe» que se pregunta a sí misma quién es ese «famoso»? A mí que no me busquen por ahí. Así que aproveché un momento en que se abría un hueco y nos colamos dentro del teatro, donde me encontré a lo más grande, toda Málaga estaba ahí.
Yo apenas conozco a Antonio Banderas, pero todo el mundo coincide en que es un tipo super agradable en el trato y nada soberbio. «A Chorus line», desde su estreno, está convirtiéndose en toda una fuente de ingresos para los bares y comercios de la zona y lo mejor es que no van solo los malagueños a verla, de hecho los datos indican que el 47’5% de las entradas viene de fuera, en especial de Sevilla y Madrid. Y yo que me alegro mucho. A mí me pareció una obra admirable que jamás hubiese ido a ver en otras circunstancias, ya que ni la temática ni la música me hacen mucho tilín. Pero aparte de algún monólogo algo soporífico en su tercer cuarto y alguna que otra pieza musical cuya letra en castellano encajaba con calzador, merece la pena verdaderamente.
Esto es algo que estoy saboreando últimamente, disfrutar con gente que hace cosas distintas a las mías. Una de ellas es el actor-cantante-bailarín Pablo Puyol, que nos invitó a su fiesta de cumpleaños del 30 de diciembre. En la fiesta, buena parte de sus compañeros en «A Chorus line», todos ellos gente maja y muy educada, incluyendo a Daniel Délyon, a quien tuve la fortuna de conocer como integrante de los Gibson Brothers durante el Festival Costa del Soul. Pablo es un conversador ameno con un punto gamberrete que compagina muy bien con el mío y nos iba contando los avatares de la obra, algunos cotilleos y curiosidades varias; al parecer uno de los actores sufrió un percance muscular y eso ha hecho que los ensayos continuasen sin descanso alguno. Yo les juro que después de haber visto la obra me queda prístinamente claro que hay gente que trabaja mucho más que yo.
Es desde luego el caso de Pablo Puyol. Ustedes lo recordarán como un tipo buenorro componente de esa serie de televisión llamada «Un paso adelante» que luego daría lugar a UPA Dance, todo un fenómeno que arrasó allá por 2002 con unos 700.000 discos vendidos. Pero antes ya había estado en musicales y posteriormente ha intervenido en varias series de televisión que me temo que no he visto jamás, como «Los Serrano» o «La que se avecina». Lo bueno es que Pablo es un cachondo al que detalles como este seguramente le importan un pimiento, mientras uno se sentía algo avergonzado de desconocer casi absolutamente su trayectoria profesional. Dotado él de un rango vocal increíble, me señalaba que lo mío es directamente un don, básicamente porque no necesito apenas cuidarme las cuerdas vocales ni hacer ejercicios previos de calentamiento antes de hacer algún concierto. Pues la verdad es que sí, tío, mejor no quejarse uno de su suerte en este caso.
Las carreras longevas siempre tienen algo de valentía y astucia, unidas al trabajo incesante. Como una vez me comentó, pasados sus años de esplendor mediático montó una obra de teatro en compañía de David Ordinas llamada «Venidos a menos», en la que explotaba un lado cómico y autoparódico que poco se esperaba de él. Mi amigo Charli-E me habló maravillas de esta pieza que el mismo Puyol considera como lo más interesante de su carrera, por ahí anda en YouTube para su visionado, aunque desgraciadamente nunca será lo mismo que verlo in situ. Y yo que vuelvo a avergonzarme de no haberla visto, más aún si encima resulta que el mismo Pablo me ha dicho en multitud de ocasiones que él admira mi música y le marcó muchísimo en su juventud. Prometido que de estas navidades no pasa, ¿eh?
Saber reciclarse, qué buena cosa. Mostrar facetas distintas a por las que se te conoce, arriesgar, ser capaz de enfrentarte a nuevos retos. Lo de «venido a menos» desde luego no se puede aplicar a Pablo Puyol, quiero creer que tampoco a mí después de lo realizado en los últimos años, ya lejos de los focos de actualidad. Y lo Banderas…. pffff. «Oye Pablo, es cierto que es un workaholic?»: «Total y absolutamente.»