Foto: Danza Invisible, en el concierto de despedida que dieron en el mes de junio en Torremolinos. / ÁLEX ZEA
Tan solo hace unas semanas que Danza Invisible, el empeño musical de su vida, dejó de existir como grupo musical. ¿Cómo se ve ahora, qué piensa, cómo se encuentra?
Es inevitable que mire atrás. Te podría decir que ahora emprendo otro camino, que inicio un nuevo periodo en mi carrera musical y tal y cual… pero sería una idiotez por mi parte. Constantemente me vienen a la mente recuerdos, anécdotas, vivencias, conciertos, grabaciones, etc., todo lo que viví con el grupo. Y me doy cuenta de que creo que hemos hecho unos discos fantásticos juntos y sobre todo muchos de ellos muy adelantados a su tiempo, por lo menos aquí en España.
¿Recuerda cómo fue su primer concierto con Danza Invisible?
Recuerdo los dos primeros: sin mí y conmigo. Yo entré un poco más tarde en el grupo pero les vi por vez primera en el patio del Instituto Martiricos . Se presentaban como un trío y me acuerdo que me llamaron mucho la atención porque tenían una energía increíble y porque eran muy irreverentes. Quiero recordar que Ricardo Teixidó, que ejercía de batería y cantante, acabó el concierto pegando patadas a todo lo que había en el escenario. Mi primer concierto con Danza fue en lo que antiguamente era la discoteca Max (C/San Lorenzo) en un concurso de grupos malagueños que se celebró durante tres días. Ganamos nosotros y Tabletom quedó segundo, y mientras Tabletom cobró su premio en metálico, el nuestro consistía en la grabación de un disco, que como ya te imaginas nunca se hizo.
¿Cómo calificarían su trayectoria musical en estos 40 años? ¿Piensan que han cumplido las expectativas que se imaginaban?
Durante los años 80 y 90 nuestra trayectoria fue prácticamente impecable. Luego, a partir de entonces, tuvimos altos y bajos por decirlo de alguna manera, algo normal por otro lado ya que a partir de los 20 años de existencia de un grupo baja la popularidad y es difícil mantener el nivel creativo. En la última década la banda se mantiene por que seguíamos teniendo buen rollo y todo eso pero llevábamos ya mucho tiempo que no funcionábamos como células creativas.
Me hice músico en la época más propicia, los años ochenta
Lo de ser un grupo surgido en la movida de los 80, a la larga y, ahora con perspectiva de cuatro décadas que han pasado, ¿ha sido bueno o malo?
Ha sido buenísimo, sin duda. Tengo clarísimo que yo me hice músico en la época más propicia para la música que ha existido en la historia de España, los años 80. Sólo tienes que fijarte que el revival de la música de aquellos años comienza prácticamente con el cambio de siglo, en el 2000. Llevamos ya 24 años y todavía no tiene visos de terminarse porque hay una generación, que es la gente que ahora tiene aproximadamente 50 años, que no conecta en absoluto con la música que se hace en la actualidad.
Javier, dijo hace poco que «nadie nos puede criticar que no hayamos sido consecuentes con nuestra música». ¿Han sido fieles a su estilo, a lo que entendían por música, por un ritmo y por un definido sentido musical?
Sí, de esto estoy seguro: siempre hicimos la mejor música que podíamos hacer . Si una canción nuestra no nos gustaba la dejábamos apartada, directamente. Y nunca grabamos canciones que nos enviaban personas que nos decían que con ese tema íbamos a triunfar.
¿Qué opinión tiene de los derroteros por los que ha discurrido la industria musical en estos cuarenta años. La situación ha cambiado mucho. ¿Es más fácil o más difícil ser músico profesional?
La industria musical prácticamente ya no existe como tal. Se ha tenido que reconvertir y ahora es como una especie de entidad bancaria que aglutina al mismo tiempo el management, la contratación de conciertos y el control de la editorial de las canciones para llevarse un porcentaje de todo. Cuando empezamos, nosotros estábamos en una compañía discográfica que se llevaba un porcentaje importante de los derechos de autor, financiaba la grabación de los discos y se llevaba otro porcentaje importante de todo esto. Nosotros dejamos de estar con Warner en 2009 porque la compañía empezaba a cobrar un tanto por ciento de las actuaciones en directo. Ahora mismo ya no se venden discos y sacar un disco es deficitario. Las discográficas ahora presionan a las plataformas para colocar a sus artistas para que tengan más reproducciones en Spotify y en Youtube. La época actual es más complicada para los músicos e intrumentistas porque se valora mucho más al personaje, que la gente sepa expresarse mejor en redes, que tenga más personalidad y que ofrezca algo extra a lo lo que es la simple música o la simple ejecución brillante de una partitura.
Danza Invisible: la banda sonora de Málaga
¿Llegó a coger manía a «Sabor de amor», quizá el tema más representativo de Danza?
Bueno, no. Lo que pasa es que, por ejemplo, cuando sacábamos disco nuevo y lo promocionábamos, la gente quería escuchar Sabor y me quedaba pensando que para qué sacábamos canciones nuevas si la gente quería oír las antiguas. Lo que agradezco profundamente es la suerte por tener una canción que ha sido un grandísimo éxito y que además me permite seguir viviendo de lo que a mí me gusta, que es tocar en directo. Lo que sí te digo es que me da mucha pereza ensayarla, por ejemplo cuando entra un músico nuevo a tocar conmigo, etc, pero luego cuando la toco en directo la disfruto muchísimo, veo que la gente se lo pasa genial y me da subidón.
La pregunta del millón. ¿Por qué se acaba Danza Invisible?
Bueno, llevábamos sin material nuevo desde 2010 y todos habíamos perdido en cierto modo la chispa creativa. Yo, particularmente estaba mucho más interesado en hacer las cosas en solitario, pero no por ego ni por nada de eso, sino sencillamente por estar cansado de trabajar siempre con las mismas personas. Además hay que sumarle que Antonio Gil, guitarra y compositor conmigo de casi todas las canciones de Danza, nos anunció su intención de jubilarse.
¿Cómo enfoca su carrera en solitario? ¿Será muy diferente el Javier Ojeda solista del Javier Ojeda de Danza?
El año pasado ya giré en solitario y me fue muy bien y en años anteriores ya compatibilicé ambos formatos pero a Danza Invisible no la voy a poder dejar atrás nunca. Soy y seré siempre el cantante de Danza Invisible y eso estará siempre conmigo, aunque también te digo que algún que otro disco me queda todavía por hacer.
Javier, ¿mereció la pena?
Absolutamente, sí. Nuestra despedida ha sido un ejemplo, sin escándalos, sin problemas entre los miembros del grupo. Nos hemos ido como caballeros y eso dice lo bien que lo hemos pasado en estos años.
(Julián Nieto para La Opinión de Málaga).