Los tres miembros vivos del grupo Golpes Bajos se unirán por primera vez en 30 años el próximo día 13 en el Iberia Festival de Benidorm (Alicante) para un concierto homenaje a uno de sus fundadores, Germán Coppini, fallecido a finales de 2013.
En una entrevista concedida a Efe, otro de los fundadores, Teo Cardalda (Vigo, de 56 años) ha explicado su ilusión por revivir parte de aquellos primeros momentos con Pablo Novoa y Luis García, en un recital al que también se unirán artistas como Iván Ferreiro, Sole Giménez, Javier Ojeda, Mercedes Ferrer o Nacho Campillo.
Pregunta (P) – ¿Cómo surge la idea de este concierto homenaje a Germán Coppini?
Respuesta (R) – Se hicieron algunos cuando falleció, pero pequeños. En realidad fue una llamada de la organización del Iberia Festival para estudiar la posibilidad de tener un recuerdo y se ha ido montando poco a poco.
P – ¿Será la primera vez que volveréis a tocar juntos?
R – Será la primera vez que toque con Pablo (Novoa) y con Luis (García) después de 30 años. Ha habido algunas críticas de ayuntamientos preguntando cómo es posible que se haga en Benidorm y no en Vigo o Santander, la ciudad natal de Germán. Pero así se ha dado.
P – ¿En qué consistirá?
R – El atractivo mayor serán las canciones, volver a tocar juntos después de tantos años. Haremos un repaso por toda la discografía de Golpes Bajos, un grupo que hizo mucho ruido y tuvo mucho éxito pero que en realidad solo hizo dos maxis y un LP. Estaremos arropados por invitados, que algunos son de nuestra generación como Sole Giménez o Pepe Begines, y otros como Iván Ferreiro, que saca ahora un disco con los temas de Golpes Bajos.
P – ¿Qué importancia tuvo Coppini en la música de los 80 y posteriores?
R – Fue uno de los cantantes con más personalidad y más especiales. En los ochenta hubo grupos especiales. La diferencia es que eran diferentes entre sí. Parálisis Permanente, Nacha Pop, Radio Futura y Golpes Bajos eran cuatro mundos diferentes a nivel musical y estético. Ahora todo está más cortado por el mismo patrón.
Ahí Germán destacó mucho. Parecía que en la movida no había que saber tocar y, de repente, apareció Golpes Bajos con unas armonías complicadas y textos profundos. Germán era la imagen de ese concepto, de ese resurgir del pop español de calidad. Siempre intentaba redescubrirse. Por eso su carrera tuvo altibajos. Fue un rebelde absoluto y le costó no ser entendido a veces. Aunque eso le da autenticidad al personaje. Su manera de cantar en aquellos años es imborrable.
P – ¿Cómo surge Golpes Bajos?
R – Nos conocimos en el colegio Nebrija, en un curso polémico porque éramos chavales expulsados de otros centros. Yo alucinaba con el éxito que él estaba teniendo con Siniestro. Yo ya estaba en la música, más cercano al rock sinfónico y debió de ver en mí una salida para escapar de Siniestro, un grupo polémico. Creo que buscaba hacer otra cosa, algo más musical. Y de repente nacen esas cinco canciones del primer maxi de una forma mágica. A partir de ahí todo fluye y llegaron Pablo y Luis. Fue un flechazo encontrar a una persona que hacía esos textos y que tenía ese carisma.
P – ¿Qué queda de aquel pop en el panorama actual?
R – Nada. Esas décadas son irrepetibles a nivel musical y social. Todo ha ido a peor. A partir de Operación Triunfo esto cambió de forma radical. Las compañías te tratan como producto. Aquellos momentos eran más románticos, había más misterio. Hay que recordar esos tiempos como únicos y nada más.
P – Malos tiempos para la lírica musical, pues.
R – Horrorosos. Hemos tenido ministros de Cultura del PP con los que los músicos no querían ni recoger los premios para no tener que darles la mano. A los músicos los dejaron a un lado. Es un poco un ‘sálvese quien pueda’, y por ahí hemos perdido misterio y encanto.
P – ¿Por qué Galicia daba y da tantos talentos musicales?
R – Es un caldo de cultivo fenomenal para los creadores. Una mezcla de antigüedad y modernidad que no se da en otro lugar de España. Éramos cuatro grupos que hacíamos mucho ruido, pero también había diseñadores, peluqueros… Es la idiosincrasia gallega, un lugar mágico.
(Julio Marín para La Vanguardia).