¡Vaya semana! Con un margen de sólo seis días he podido gozar de una tacada de dos de los mayores iconos del rock neoyorquino (John Cale y Patti Smith, claro) y de una deliciosa película alternativa (“Juno») que me ha hecho reflexionar acerca de lo que verdaderamente es genuino, en contraposición con lo que sólo está bien, sin más. En una de las más bellas escenas de “Juno”, la protagonista -fantástica Ellen Page-, que guarda especial devoción por Patti Smith e Iggy & the Stooges, tras discutir con el que iba a ser el padrastro del bebé que guarda en su vientre se larga de la casa indignada no sin antes decirle: “Ah, por cierto, no me ha gustado el disco que me prestaste de Sonic Youth. Es sólo ruido.” De alguna manera, el personaje de Juno es más íntegro y rompedor que el del futuro papá que finalmente decide echarse atrás a la hora de adoptar el bebé, encarnado por Jason Bateman., prototipo de treinta añero enrollado que piensa que la mejor música se ha hecho en el año 1993 y que no comprende que una cría pueda alucinar con discos grabados mucho antes de ella nacer.
Lo de John Cale (Gales, 1942) en cierto modo fue frustrante. ¿Cómo podía haber tan poquísima gente para ver a uno de los fundadores de los Velvet Underground, seguramente una de las 5 bandas más influyentes de la historia del rock? Posiblemente eso provocó una cierta frialdad en las gradas que inevitablemente se contagió al escenario, aunque no se puede decir que el galés parezca muy dicharachero precisamente. Serio, concentrado, daba la impresión de que tocaba para sí mismo y que le traía floja el conectar o no con la audiencia. Pero, ¡ah, qué banda! Parece mentira que un tipo de más de 60 años tenga más sentido del riesgo que el 80 % de las propuestas actuales. Además tocó bastantes temas de “Paris 1919” y “Fear”, sus discos que más conozco, lo que ayudó a que me pasase un rato la mar de entretenido.
Patti Smith (Chicago, 1946) sí que estaba preocupada por conectar con la gente. Parece que desde que llegó a Málaga estaba alucinada de tocar a unos metros de donde nació Picasso y eso hizo que se volcase inusualmente con un repertorio de grandes éxitos. Si llega a ver la plaza con los ríos de meado nocturno de hace unos años seguro que hubiese alucinado mucho más, apunto. Bueno, otra cosa por la que agradecerle a la diosa Fortuna el que hiciese que el señor Pablo Ruiz tuviese la ocurrencia de pasar los primeros años de su vida aquí, porque vaya si la Patti se entregó. Según dicen los que la vieron en el Doctor Music, allí fue nada comparado con la noche mágica del Cervantes ¡Y tocó “Dancing barefoot”, que Danza Invisible acabamos de montar en castellano!
Hoy he empezado a maquetar una nueva canción. Cuando uno tiene la oportunidad de tocar lo exquisito, le entran ganas de crear, de trabajar, hasta de ser mejor persona. Sí.
(Artículo publicado en ADN Málaga el 27-03-08).