Voluntariamente he esperado un tiempo prudente para escribir unas pequeñas notas de homenaje a mi amigo Guille Martín, recientemente fallecido (18 de Agosto) tras luchar durante los últimos meses con un cáncer de pulmón que acabaría llevándoselo. Pobre Guille. Qué tipo más entrañable. El caso es que he esperado un poco porque consideraba lógico que el principal homenaje se tributase desde las webs de los artistas con los que hubiese girado; aparte odio explotar la necrofilia, de verdad. Posiblemente «Polo Sur» es la última o penúltima grabación en la que haya participado, y lamentablemente no va a estar aquí para escuchar el resultado final. Qué pena.
Guille y yo éramos conocidos desde mucho tiempo atrás, cuando él militaba en Desperados, y la verdad es que siempre habíamos congeniado, aunque se puede decir que nuestra amistad se estrechó tras una noche de fiesta en la desaparecida sala Suristán de Madrid, donde también conocí a su simpatiquísima esposa Gaby, con la que acabaría trasladándose a vivir a Zaragoza. Allí fue donde por primera y única vez tocamos juntos en un homenaje a Bunbury en el que nos había embarcado nuestro común amigo Antonio Estación. La verdad es que los dos andábamos muertos de risa de pensar que andábamos metidos haciendo una versión de un grupo que jamás nos había gustado a los dos: los Héroes. En fin, nunca digas nunca jamás. Me acuerdo de que se emocionó cuando le comenté que yo era fan de los Kinks; entonces él me comentó un viejo anhelo que tenía de hacer un disco en solitario en el que todos los amigos con los que hubiese tocado (Calamaro, Ariel Rot, el Urrutia, Loquillo…casi nada) cantarían las canciones favoritas de él. Para mí había reservado la maravillosa «Better things» de los de Ray Davies…Qué rabia que no pueda ser.
En fin, dedico este pequeño presente (esta versión original en maqueta del tema «Besos al aire») a éste buen amigo tan querido por todo el gremio. Ya, ya sé que las canciones de «Polo Sur» en las que él interviene son otras; pero da la casualidad de que «Besos» está inspirada en el suceso real del fallecimiento de la esposa de mi buen amigo Edi (también de Zaragoza, qué casualidad) y su manera de afrontar la vida desde entonces. Ahora esta otra versión también es vuestra. Ah, todos los instrumentos corren aquí a cargo de Isaac Aguilera.
P.D.: Qué curioso. Esta canción, con cambios en su melodia, la enmaqueté en 1999 con el título «Las horas bajas». Ha sufrido una gran metamorfosis desde entonces, pero, curiosamente, su letra antigua también hablaba del fallecimiento de un amigo. Jo, parece que estaba predestinada.