Con la mirada en Danza Invisible

J. L. GARCÍA GÓMEZ. La presentación de Polo Sur (Dro, 2006), el álbum con el que Javier Ojeda se ha aventurado a comenzar una carrera en solitario, pareció por momentos un homenaje a Danza Invisible, su banda de toda la vida. Contra la mecánica habitual en estos casos, tocar completo el disco que se presenta y regalar la interpretación de algunos temas anteriores, el malagueño optó por repasar algunos de los mejores momentos de Danza y mostrar sólo algunos de los nuevos temas. Quizá no tenía opción, y es que Ojeda nunca ha negado el genuino amor que siente por su repertorio. También se notó que el público lo ama: en menos de media hora ya estaba en pie.
Un Ojeda entusiasmado fue el que saltó al escenario, con sus característicos movimientos. Ese sentimiento lo compartía su banda, un conjunto de cinco buenos músicos, entre los que destacaron Rafael Insausti a la guitarra (con pose de guitar hero y curiosas aportaciones country) y la joven Paula Gaviño, que se mantuvo a la altura de Ojeda cuando interpretaban a dúo. Y esto último no era tarea fácil porque el malagueño se esforzó en la noche del miércoles, como tiene que ser en las grandes ocasiones.
Como aquello fue una fiesta, no faltaron invitados especiales. La vocalista de Efecto Mariposa, Susana Alva, Roberto Cantero, actual saxofonista de Chambao, y el productor Miguel Paredes se subieron al escenario. Tampoco faltaron las versiones de clásicos, afición de Ojeda. Y es que con Polo Sur el malagueño no se aleja tanto de su pasado, como es normal: nadie puede escapar de su pasado.