Danza Invisible: la banda sonora de Málaga

El grupo de Torremolinos finalizó su andadura profesional el pasado mes de junio en una gira de 12 conciertos por España y que tuvo parada malagueña en la localidad que les vio nacer

Foto: Momento de un ensayo de la banda malagueña Danza Invisible. / ÁLEX ZEA

Torremolinos, 1981. Ricardo Texidó a la batería y voz solista, Manuel Rubio en la guitarra rítmica y Chris Navas al bajo formaron el germen de Danza Invisible en el sótano de El Capote, un pub inglés propiedad del padre de Navas. Unos meses más tarde, en noviembre de 1981 y febrero de 1982, se les unieron dos amigos, el guitarrista Antonio Luis Gil y Javier Ojeda, que relevó a Texidó como voz solista.

Desde aquel momento, una trayectoria musical que incluye más de 1.400 conciertos en directo y cerca de una veintena de discos que acogieron sus canciones más representativas (Sabor de amor, A este lado de la carretera, Sin aliento, Reina del Caribe, El club del alcohol, Catalina o Yolanda). El periplo dancero puso su punto y final en el campo de fútbol de la localidad cántabra de Laredo el pasado 29 de junio, aunque fue unas semanas antes, exactamente el día 8, cuando dijeron adiós de modo apoteósico en la localidad donde todo surgió: Torremolinos.

La banda malagueña, Premio Cultura 2024 de La Opinión, entró en el circuito de La Movida madrileña muy rápido, prácticamente fueron el único grupo andaluz que tuvo repercusión y seguimiento en la capital (recordado fue durante mucho tiempo su primer concierto en la mítica Sala RockOla) e impresionaron con un estilo diferente que supieron evolucionar y transformar a través de nuevas fórmulas sonoras con sones más cálidos, con reminiscencias caribeñas, siendo quizá este el secreto de su longevidad.

Su música ha pasado por diferentes estilos, desde el rock ochentero hasta el eclecticismo de sus últimos trabajos. Nominados a los Grammy en la categoría de World Music por su disco ‘Por ahora’ (1997), trabajaron con productores de prestigio internacional como Julián Ruiz, Simon Emmerson, Peter McNamee o Chris Nagle.

Todos los integrantes de la banda coinciden en señalar que hay un antes y un después para Danza Invisible y es la canción Sabor de amor, un éxito con el que llegaron al gran público pese a que la canción estuvo a punto de quedarse fuera del disco que estaban grabando (A tu alcance), en el que estaban seguros que sería Reina del Caribe la que llegaría al corazón del público.

Danza Invisible se traduce en el esfuerzo de cuatro amigos que lo han sido siempre, llegando alto y lejos artísticamente, disfrutando de las mieles del éxito y también de los sinsabores, que los ha habido y no pocos, algo digno de total admiración. Ni más ni menos que 43 años en la carretera.

Hace unos años, Javier Ojeda, vocalista del grupo desmentía de este modo en una emisora de radio los rumores de separación de Danza Invisible: «Va a ser difícil dejarlo, primero, porque la banda sigue sonando muy bien en directo. Segundo, porque me lo sigo pasando de puta madre con estos cabrones. Y tercero, porque les voy a agradecer toda la vida el hecho de ser vocalista, y toda mi vida de felicidad se la debo a esta gente». Desgraciadamente, el tiempo no le ha dado la razón.

(Publicado en La Opinión de Málaga).