-Escribo estas líneas a modo un poco de disculpa por ser prejuicioso. Os cuento, a mí la copla es un género que siempre se me ha atragantado. Sé perfectamente que su origen no es franquista sino republicano, que es un estilo genuinamente español y auténtico, que de alguna manera está entroncado con la chanson, el fado o el tango, que sus pequeños dramas hechos canción tienen un punto teatral con el que me puedo identificar, siendo como soy un vocalista que no teme a la exageración.
-Pero qué queréis que os diga, no. Anda por mi casa un LP de Concha Piquer que compré hace unos 30 años y no me da por ponerlo, aún admitiendo su calidad. Y no soporto programas como el de «Se llama copla» que arrasó años ha en nuestro Canal Sur, con esas niñas vestidas de forma incomprensible haciendo gorgoritos sin gracia. Pero sí que me gustó la inmersión en el género de Concha Buika, por ejemplo. O el disco «María canta copla» de María Rodés, una joyita. También lo que he escuchado de Miguel Poveda cuando se adentra en ella. Y Diana Navarro… pasaré a explicarme.
-A mí Diana siempre me ha caído estupendamente. Sabía que era una chica que había ganado tropecientos concursos de saetas en nuestra Málaga natal antes de arrasar a nivel nacional con su disco «No te olvides de mí» en el que proponía una suerte de copla new age. Coincidimos en varias ocasiones porque compartíamos compañía discográfica y también A&R, siglas de «artistas y repertorio», desempeño que ha realizado para nosotros el gran Antonio Redruello. Era y es una vocalista excepcional que cultiva un estilo que digamos, no es el mío. El mundo del rock tiene unos códigos que difieren muchísimo del suyo.
-Hemos compartido concierto aunque no escenario. Quiero decir, coincidimos en un concierto previo a la presentación oficial del primer disco de Pablo Alborán. Mientras ella andaba en camerinos calentando la voz con ejercicios vocales yo me fumaba un cigarrito mientras saboreaba un whisky, recibiendo justa y cariñosa regañina por parte de ella.
-Coincidimos en un AVE Málaga-Madrid hace unos años. Me contó que se había separado de su pareja y que había rehecho su vida. Se encontraba a sus anchas, libre, eufórica, acababa de publicar un disco llamado «Resiliencia» en el que emprendía nueva etapa musical. Yo creo recordar que también acababa de publicar «Barrio La Paz Actos 2 & 3» y nos regalamos los discos mutuamente. Fue tan agradable la charla que me dispuse a escuchar el CD cuando regresé a casa, aún a sabiendas que seguramente lo quitaría a la mitad. Craso error: me sorprendió, de hecho lo puse en mi apartado de «discos regalados de los que no me esperaba gran cosa y que he de escuchar otra vez.» Qué friki soy, ¿verdad?
-Hemos compartido programa de TVE: «Tu cara me suena». Yo iba de invitado haciendo de mí mismo en un dueto con Pepa Aniorte interpretando «No me crees», el hit de Efecto Mariposa. Ella era concursante y había llegado a la final, en ella hizo de Antonio Molina si mal no recuerdo. Estaba a sus anchas en ese ambiente, yo en cambio estaba como desplazado. El mundo de celebrities y personajes habituales de los platós no es el mío. Y sí, seguía tan simpática como siempre.
-Hace unos meses leí la entrevista que le hacía Pablo Bujalance para Málaga Hoy, allí hablaba tranquilamente de que había introducido elementos de trap en una copla clásica. No he escuchado ese número, pero la entrevista era jugosa, Diana tiene cosas que decir también como entrevistada, es artista en toda la expresión del término. También ha hecho pinitos como actriz y ha tocado con combos de jazz, no se corta, es valiente.
-Hace un mes o así volvía a poner «Resiliencia» y en general me gustó sin pero alguno, la sitúa en el terreno de una Dulce Pontes, por ejemplo. Esta vez lo puse solo en casa, sin hacer otra cosa, leyendo los créditos y letras del álbum. Al final de la escucha le mandé un whatsapp a Diana contándole la sorpresa que me había producido escuchar el disco en condiciones (tres años más tarde, glups) y me dio las gracias efusivamente, prometiendo regalarme su nuevo disco. Ya tengo puesto el CD en la «D» compartiendo espacio junto a Diabologum y Digable Planets, qué contraste, ¿verdad?
-Cuando escribí sobre ella en «Una historia del pop malagueño» no es que la pusiese mal en absoluto, pero sí que al releer lo escrito observo cierto sarcasmo muy mío, típico del rockero que se enfrenta a algo cuya estética le da algo de repelús. Sirvan estas líneas a modo de capón hacia mí mismo y de respeto a la estirpe de las grandes vocalistas de los géneros españoles de raíz.