El cantante actúa este sábado en Pinto con Danza Invisible, y presenta un recopilatorio de su etapa en solitario, «El Vaivén de las Olas»
A principios del pasado mes de diciembre, Javier Ojeda (cantante de Danza Invisible y probablemente el artista más activo del panorama musical español) publicó un nuevo disco, «El Vaivén de las Olas / Lo Mejor de 2000-2019», un recopilatorio de su última etapa con temas propios, versiones y duetos, que viene a cubrir un importante vacío en la carrera de este formidable vocalista, ya que no existe una verdadera compilación de su vertiente más personal. Esta colección debe tomarse casi como un repaso exhaustivo de la segunda parte de su longeva carrera (faltan solo algunos de los singles de su época con Warner), y como encapsulación de este atractivo período se convierte en una escucha fascinante. Como muestra de la importancia que ha querido dar a este trabajo, ha vuelto a regrabar o remezclar un total de 14 temas que se suman a otros 22, aglutinando una selección de adaptaciones escogidas de canciones que admira con una muestra de su obra.
Este sábado, el artista malagueño viene a Madrid acompañado por Danza Invisible, para presentar algunos de estos temas y por supuesto repasar los grandes clásicos de la banda, por derecho propio una leyenda del pop español. Será en la Sala Opción de Pinto, a las 21h (15 euros).
«El vaivén de las olas» recorre tu obra en este siglo, ¿cómo fue la selección del repertorio de este recopilatorio? ¿Cómo se gestaron esos duetos tan formidables? ¿Está protagonizando el setlist de tus últimos conciertos?
Pues aunque te parezca mentira no fue tan difícil hacer la selección. Por un lado escogí los temas más populares y por otro las piezas que considero musicalmente más valiosas aunque fuesen menos conocidas. Y claro, tuve que escoger con cuidado el material perteneciente a Warner porque el disco lo he sacado con mi propia compañía. Pero me dieron bastantes facilidades, entre otras cosas porque lo pagaba todo yo, jajajajaja. Cada dueto tiene su historia. El de Susana Alva de Efecto Mariposa («Las palabras solo son palabras») es un remix de un tema que grabamos para «Polo Sur», mi primer álbum en solitario, inmediatamente después del archiconocido «No me crees». No fue tan exitoso ni de lejos, pero creo que es un buen tema y en esta remezcla está mucho más vivo. El de «Soy cobarde» con Celia Flores surgió tras haber montado yo el homenaje a su madre en el Teatro Cervantes de Málaga el 2012. Estaba coordinando la BSO de la película «321 días en Michigan», un drama carcelario ‘made in Málaga’, y pensé en este dúo como canción de cierre a ritmo de rumba. Y el de «Idea» con Irene Lombard es un poema de José María Hinojosa, lo compuse para un evento llamado «Memento» en el que Javier Colis y yo poníamos música a poetas cada uno por su lado. Irene ahora está cantando en el Cirque du Soleil. Hay buena parte del repertorio del disco que aparece en el set list de mis actuaciones en solitario, sí. Lo que sucede es que al combinar las actuaciones de solista con las de Danza Invisible y otros proyectos revivalistas no siempre tengo la ocasión de defender este material, desgraciadamente. Pero no me quejo en absoluto, tengo mi hueco para esto y no me falta el trabajo en absoluto.
Me pareció muy interesante lo que comentaste con Ariel Rot en «Un país para escucharlo» (por cierto, qué buena vuestra actuación callejera!), acerca de la calidad instrumental de las bandas malagueñas en los años de la Movida. ¿Cómo se gestó ese elemento diferenciador, y por qué crees que se produjo?
Mmmm, no sé qué decirte con respecto a esto. Algunas bandas malagueñas de los 80 sí sonaban muy bien, otras no. Yo creo que la diferenciación iba más por el lado musical que por la calidad instrumental en sí. Nosotros sonábamos como un tiro porque ensayábamos todos lo días incluyendo domingos.
Se dice que la Movida fue demasiado hedonista, narcisista incluso. Pero sin duda fue un movimiento de liberación. ¿No tienes la sensación de que se ha disipado un poco el efecto que tuvo en la sociedad? Parece que estamos volviendo para atrás en algunos sentidos…
En los últimos años veo que hay una especie de cuestionamiento de La Movida por algunos sectores: que si muchos de sus representantes eran niños de papá, que si frívolos, etc. Esto no me parece mal porque se ha tomado como dogma de fe que fue la Era Dorada del Pop Español y siempre viene bien ser puntilloso. Pero no cabe duda de que La Movida trajo un soplo de aire fresco al panorama. Con respecto al tema de la libertad de expresión, si es que te refieres a esto, claro que hemos ido para atrás. Para esto creo que las redes sociales están haciendo un daño terrible, Twitter por ejemplo es un reguero de odiadores y gente que pone el grito en el cielo por todo.
El fulgor de la Movida no dejó ver ciertas cosas de aquella nueva ola cultural hasta mucho tiempo después, cuando empiezan a identificarse algunas luces y sombras. ¿Cuál crees que fue la gran mentira de la Movida?
Gran mentira…ninguna. Solo que el fulgor intensísimo de aquellos años hizo que se olvidasen muchas de las cosas que habían surgido antes, de pronto todo el rock nacional previo a los 80 parecía caduco y viejuno. Y eso fue muy injusto, los pioneros de esta música tuvieron que trabajar en circunstancias mucho más duras que las nuestras. ¡Pero oye! También los representantes de La Movida tuvimos en un principio que recibir insultos por nuestras pintas o el tipo de música. Esa transgresión forma parte del rock, siempre ha sido así.
Danza Invisible sonaba como un cañón, los vídeos en directo que hay de los ochenta son brutales. ¿Qué sentíais cuando veíais a estrellitas de la Movida tocando con técnica más que justita?
Sí, seguramente fue uno de los problemas de las bandas de entonces. El punk trajo consigo la máxima de ‘hazlo tú mismo’ y priorizaba la espontaneidad y cierto amateurismo frente a los excesos instrumentales del rock sinfónico. Eso permitió que muchos músicos de técnica justita se atreviesen a subirse a un escenario y en muchos casos, sacar adelante muy buenas canciones. Pero a veces se olvida que por ejemplo, los Sex Pistols tocaban de puta madre. Sid Vicious no, pero de hecho dicen que no tocó en la mayor parte del «Never mind the bollocks». Mira, Danza Invisible nunca hemos sido tampoco grandes instrumentistas ni muchísimo menos, ni siquiera sabemos leer una partitura. Lo que sí pasa es que lo nuestro lo defendíamos estupendamente.
¿Crees que el abuso de pregrabados que cometen los artistas de nuevo cuño supone cierto desprecio a la música? ¿O entiendes que es bueno que cada movimiento (el llamado «urbano», en este caso) tenga su idiosincrasia?
Yo para esto soy muy clásico, no me hace gracia que todo el sonido instrumental sea pregrabado en absoluto. Yo mismo he llevado alguna secuencia en directo, pero como aderezo, no como parte fundamental de la instrumentación. Para mí lo que hacen los artistas de trap en directo no tiene gracia alguna, y no creo ser un carca. Te pongo un ejemplo: a mí me gusta el disco de Rosalía y lo que he visto en directo de ella, con todas esas coreografías tan curradas y tal, me parece fantástico. Pero si todo esto estuviese acompañado de músicos reales molaría el triple.
Vuestra imagen era pelín engañosa, en el sentido de que no erais precisamente unos chicos formalitos… de hecho tengo entendido que erais unos juerguistas de primera. ¿Recuerdas alguna anécdota descacharrante de aquellos años barbaros de Danza Invisible?
Joder, hemos sido unos sinvergüenzas de primera. No es que esté muy orgulloso de aquello, éramos jóvenes y nos pasábamos un kilo. Digamos que cumplíamos todos los tópicos del rock & roll: destrozos en los hoteles, todo el mundo cieguísimo en la furgoneta… Pero vamos, también te digo que somos gente sana, ¿eh? Afortunadamente la arrogancia de los primeros años se esfumó.
¿Cómo es ahora una gira de Danza Invisible? ¿Te planteas volver a grabar un disco con ellos?
Tocar con Danza es siempre divertido porque están locos y te mueres de risa con ellos. Básicamente tocamos nuestros viejos éxitos y variamos poco el repertorio de año a año. Lo increíble es que conseguimos seguir sonando frescos, no sé cómo ocurre pero es así. Lo de grabar un disco es más complicado. No me importaría en absoluto pero esto no depende solo de mí. Digamos que soy más inconformista y esto me hace seguir produciendo sin parar, unido a la excitación que me produce variar de músicos y canciones.
¿Crees que deberías haber empezado antes tu carrera en solitario?
Claro. De hecho hay alguno de los discos que he firmado con Danza Invisible que eran en su mayor parte trabajos que iban destinados a mi carrera de solista. Pero me faltó entonces el arrojo para lanzarme solo al ruedo. Pero joder, no pasa nada, yo estoy muy bien como estoy, hay poquísima gente de mi generación que se mantenga tan bien.
¿Cómo ha sido la experiencia con proyectos como el Festival Funky Town de Torremolinos, o la coordinación de la BSO de la película «321 días en Michigan»? y el Festival Costa del Soul?
Fantástica. Soy amante de la música y me encanta compartir con la gente la que a mí me gusta, como es el caso de los festivales de funk y soul. Este año recupero el «Funky Town», un homenaje a los años dorados del disco-soul de los 70-80 que es todo un espectáculo con una troupe de músicos, bailarines, vocalistas… El Costa del Soul se aparca temporalmente porque tío, no doy abasto. Antes te había mencionado lo de «321 días en Michigan», una película dirigida por Enrique García. Me siento orgulloso del trabajo que allí realicé, fíjate por ejemplo que allí estaban artistas como El Kanka antes de saltar a la fama, tuve buen ojo.
Y el Proyecto Sin Aliento, ¿cómo surgió? ¿cuáles son vuestros planes?
Es que soy amigo de Sean Frutos de Second desde hace mucho, me lo presentó mi primo que es súper colega suyo. Resultó que hace dos años tuve también la ocasión de conocer a Miguel Rivera de Maga, que era también amigo suyo y también había hecho una versión de «Sin aliento», el viejo clásico de Danza Invisible, y se acabó de cerrar el círculo. La idea de juntarnos a los tres fue de Sean Frutos. Ojalá podamos retomarlo, fueron dos actuaciones maravillosas, de lo más interesante que hemos hecho cada cual en los últimos años. Lo que pasa es que andamos todos liados y cada uno vive en una ciudad distinta. Pero lo retomaremos seguro, aunque no sé cuando.
¿Qué ha significado para ti ser nombrado Hijo adoptivo de la ciudad de Jerez?
Un absoluto motivo de orgullo y un reconocimiento a lo que significó el Festival de Rock Alcazaba. De alguna manera en mi persona se ha homenajeado a todos los grupos andaluces que salieron del festival: La Guardia y 091 entre otros muchos. Y una medalla gigantesca a Pepe Contreras, el impulsor del festival.
¿Qué importancia tienen los festivales revivalistas en tu agenda? ¿Están diseñados con elegancia, en general?
Uf, mucha importancia. Ten en cuenta que la gente no evoluciona como tú y muchas veces has de darle a la gente lo que quiere y punto. Al fin y al cabo vivimos de esto y no tenemos todo el margen para experimentos que desearíamos. Pero yo soy muy cabezota y apuesto siempre por el riesgo. Y oye, no tengo nada en absoluto en contra de los espectáculos revivalistas si están bien defendidos, de hecho todo lo que interpreto con Danza Invisible es material antiguo. ¿No te gustaría a ti ver a Neil Young interpretando el ‘Harvest’ por ejemplo? Pues eso.
¿Qué planes tienes para tu carrera en solitario este año? ¿Hay grabaciones a la vista?
Ahora mismo estoy componiendo, estoy contento porque siento que me está volviendo la inspiración. El año pasado acabé con 108 actuaciones combinando los conciertos de Danza con los míos de solista y otros varios formatos y no tuve apenas de tiempo de sacar canción alguna. Sí, seguramente entraré al estudio este año pero dudo mucho de que saque disco alguno. Me apetece trabajar las canciones individualmente, trabajar con distintos productores. Ya veremos, es pronto aún.
¿Qué piensas de la creación de la Federación de la Música de España? ¿Y de las turbulencias sin fin en la Sgae?
Lo de la federación no tiene mala pinta, aunque es pronto aún para saber si realmente va a ayudar al sector o va a ser otro nido de arribistas a los que desgraciadamente estamos acostumbrados. Lo de la SGAE ha sido para nosotros un descrédito absoluto y una absoluta injusticia. Es terrible que una guerra de desaprensivos –no solo músicos sino editores y discográficas- hayan minado nuestro prestigio. El músico, créeme, es en general honrado y no merece esto. Ojalá soplen vientos de cambio como parecen atisbarse.