El derrumbe (sobre Don Draper y Héctor Lavoe)

La semana pasada terminé de ver la cuarta temporada de «Mad Men» y me quedé con ganas de más, de mucho más. Sorprendentemente la nueva visita de Don Draper (personaje encarnado por un convincente Jon Hamm) a su dorada California se ha saldado con un imprevisto nuevo matrimonio y… mejor me callo por si hay alguien interesado en ver la serie, yo la recomiendo y muchísimo. Aunque ya tiene unos años, comencé a verla después de leer innumerables loas de la crítica que considero fiable y sobre todo por un artículo en el que hacían referencia a las influencias fitzgeraldianas de la trama y personajes. Simplificando mucho, demasiado diría yo, «Mad Men» es una fábula sobre el derrumbe de un personaje y de un modo de entender la vida en una sociedad -la neoyorquina de los años 60- en la que todavía no habían caído los mitos que sostenían a USA como la tierra de las oportunidades.

Empresa que parece destinada al fracaso -recuerden las dos fallidas adaptaciones al cine de «El Gran Gatsby», posiblemente el modelo más cercano al protagonista de la serie, Don Draper- que sin embargo y contra todo pronóstico funciona como un reloj suizo, gracias en parte a una gama de secundarios capaces de quitar el hipo: la voluptuosa Joan Harris, la abnegada Peggy Olsen o el cínico Roger Sterling, uno de mis favoritos («ahora tendré que aprenderme los nombres de toda la gente que he de despedir»). Alcohol, tabaco, sexo y cuernos por un tubo, humor y unos diálogos capaces de impactar a amigos míos tan distinguidos como Antonio de la Rosa o Mateo García «Narita» hacen de «Mad Men» mi serie favorita casi de todos los tiempos con permiso de «The Wire», y esto son palabras mayores. Y sin tiros ni muerte violenta alguna.

Tengo otra recomendación veraniega para vosotros y es la de un disco que compré hace poco de Héctor Lavoe, un recopilatorio llamado «Héctor Lavoe Swings» que adquirí solo porque había un par de piezas de su época de cantante de Willie Colón que desconocía. Se me ha venido a la mente porque hace un mes la cantante Julia Martín, fichaje deslumbrante para el «Torremolinos Funky Town», me dijo que le encantaba mi versión de «Teardrops» («Lágrimas», en «Barrio de La Paz Acto 1») porque el fraseo vocal en castellano sobre base latina le recordaba a Héctor. Me lo tomo como un cumplido, claro que sí, los amantes de Lavoe somos como los de «Mad Men» y siempre nos hemos distinguido por la elegancia, ¡hey! Y también por una acusada dicotomía entre nuestro gusto por la fiesta sin fin y la atracción por el drama que acecha detrás de la risa.

Lavoe también gozó de las mieles del éxito pero arruinó definitivamente su vida. Al igual que el prota de «Mad Men» (siempre insatisfecho a pesar de su condición de triunfador), al igual que Gatsby, los lados oscuros de su pasado y familia pesaron mucho en el desarrollo posterior su carrera. Este recopilatorio no sé si es el mejor, pero lo estoy disfrutando con auténtica delectación. Como dice la contraportada del CD: «nos dejó una herencia de música alegre aunque su vida estuvo llena de tragedias. Este CD contiene algunas de esas canciones que también reflejan días felices de la vida de Héctor.»