El niño, el hombre y el burro

Puntualizando: lo último que desearía es que este post sentase mal a nadie, y mucho menos al amigo causante de estas apreciaciones, fiel seguidor de Danza Invisible y asiduo seguidor de esta página. Pero su comentario tras la actuación de la Sala Sol me ha hecho pensar en esta vieja canción del disco Bazar, y ya paso a contarles.
Bueno, resulta que este compañero (al que en verdad aprecio, insisto) me censuraba el tocar temas de Danza Invisible en solitario. Según él, lo que yo debía hacer para completar la exposición del disco en directo es recurrir a versiones de canciones desconocidas, como hice en mis primeras prestaciones acústicas. Eso sí, sin olvidar Tiempo de amor, no sé bien por qué motivo –me imagino que porque le gusta mucho y ya está-. Ay, Dios, los integristas, siempre los integristas. En fin, como decía la canción que titula este artículo, es tu voluntad la mejor norma, te van a criticar de cualquier forma.
Mirad, recuerdo que tras esas primeras galas alguna gente, manager y compañía incluidos, me censuraban el ir de demasiado elitista, de recurrir a canciones que casi nadie conocía. “Ya que aparte de nuevos temas tocas versiones, que alguna de éstas sean conocidas, ¿no?”. Vale, una opinión tan respetable como cualquier otra.
Pues bien, tiempo más tarde me solicitan que haga un repertorio basado en clásicos del pop español, con vistas a hacer un número de galas en las que mezclaría mis nuevas canciones con recreaciones de Los Secretos, Rodríguez, Radio Futura, etc. Y yo encantado. Son grandes canciones, tengo una nueva banda (el Tercer Mundo) que la interpreta de fábula y el público parece disfrutar y cantar de lo lindo. Hasta que un par de chicas en Murcia, viejas seguidoras de Danza, van y me espetan: “¡pero qué haces tú tocando esas canciones con la barbaridad de temas buenísimos que has hecho con Danza!” Glups. Otra opinión respetable, me temo.
Y llegamos al momento actual. Desde el primer momento, una vez publicado “Polo Sur”, me he esforzado por asegurar que la banda tiene cuerda para rato, que estoy muy orgulloso de mi legado, que no reniego de mi pasado. Me ha parecido bonito conectar este nuevo proyecto con los temas de Danza con los que pueda estar más emparentado, alterando casi siempre los arreglos, dándoles enfoques sorprendentes, arriesgando sin interpretar ninguno de los hits principales del grupo (salvo acaso, “Yolanda”, por aquello de aprovechar la preciosa voz de Paula). Demonios, me parece que nadie me puede tachar de oportunista, de “traidor” a la banda, de aprovechado. Y desde luego, mucho menos de “acomodado” o conformista. ¡Tengo en la cabeza más de un repertorio con que completar una actuación!

Tal y como yo me siento en estos momentos (“la mejor norma”) es buen momento para reivindicarse con orgullo ante los jóvenes y seguidores casuales. He hecho un montón de buenas canciones con Danza y me apetece que los nuevos que se acercan a mi música lo sepan. Aunque a algún viejo seguidor no le acabe de cuadrar, sorry (“te van a criticar de cualquier forma”). Por cierto, qué buenas letras tiene el disco “Bazar”; de lo mejor que hizo Rodrigo Rosado.

R.M. (siglas de regalo del mes): La manta a la cabeza. Hoy tenéis un inédito del 2002, del “segundo proyecto” que quedó frustrado, y del que parte fue a parar a “Pura danza”. “El porqué de todo” me sigue pareciendo un tema excelente, del que tan sólo retocaría hoy en dia la letra y parte de los arreglos. Música compuesta junto a Isaac Aguilera (responsable de la instrumentación) y texto del mismo. ¿Os la imagináis junto a “Las reglas del juego”, “Frío”, “Vértigo”, etc.? Mmmmm, a lo mejor todavía hago algo con ella.