Federik Freak

Qué entrañable es la revista «El Jueves». El humor satírico es una de nuestras «Reasons to be cheerful» que diría Ian Dury, un motivo para sentirse orgulloso de ser de este país o «nación de naciones» o cualquier otro concepto incomprensible que busca contentar a todo el mundo y que lo único que consigue es que continúe la gresca. Decía el gran Ramón María del Valle-Inclán que el «esperpento» es la única manera de enfrentarse a la realidad española, desde entonces han pasado unos 80 años y seguimos igual. Pero afortunadamente esto también ha producido una cantera inagotable de literatos, cómicos y dibujantes que utilizan el espejo deformador de nuestra realidad cotidiana para realizar sus obras.

El personaje de Federik Freak, obra de Rubén Fdez. es uno de mis favoritos de «El Jueves», revista que nos ha dado a otros grandes como Manel Fontdevila, Monteys o Paco Alcázar. Federik  (así, no «Frederik») es un joven pelirrojo adicto a las revistas porno que tiene una manera un tanto peculiar de relacionarse con el mundo que le rodea. Suele ir acompañado de unos compinches llamados Benjamín el Gotiquito y  Froilán el obeso mórbido, cuyos nombres ya lo dicen todo, por no hablar del surreal «Gorila verde que solo Federik puede ver y oír». Es un humor bestia que funciona como una batería enloquecida que mezcla el mundo de los superhéroes con la obsesión por los smartphones, la fantasía medieval a lo «Juego de Tronos» con la conveniencia de los crowdfunding, las profesiones de futuro, o no, con consejos pertinentes para evitar los spoilers, otro de estos nuevos términos buenrrolleros.

Mientras hojeo uno de los álbumes que tengo, «Sea una piraña social. Pregúnteme cómo.», me doy cuenta de que estamos sencillamente ante un brillante sucesor de esos antihéroes que nos mostraba la editorial Bruguera de mi niñez, llámense Carpanta, Hermanas Gilda, Anacleto, Doña Urraca o Rigoberto Picaporte, solterón de mucho porte. Definitivamente nuestra manía nacional de flagelarnos con las mismas tonterías desde hace décadas se puede soportar mejor ayudados por el humor. Y en esto siempre hemos estado fuertes. Eso sí, ya podrían el señor Fdez. y sus compinches de «El Jueves» aumentar el tamaño de las ilustraciones, que uno tiene ya sus dificultades para leer sin gafas.