El músico jiennense Isaac Aguilera. Foto: Diego Contreras.
Afincado en Granada desde 2003, Isaac Aguilera (Jaén, 1972), no se sacude el acento cuando habla, cuando canta…, ni siquiera cuando guarda silencio. Músico, compositor y productor con una larga trayectoria a sus espaldas, da a conocer estos días Suerte, suerte, el nuevo videoclip de Pianobomba, su banda. Un trabajo de lo más positivo, con el mítico Javier Ojeda como ilustre invitado, que destila alegría, buen rollo y del que se siente más que satisfecho.
—Unos porque son de Jaén y otros porque no lo son, lo cierto es que más de uno se preguntará por los orígenes de ese «jiennense afincado en Granada» que acaba de sacar saca nuevo videoclip, que copa estos días los medios con su desenfadada propuesta.
—Claro, soy jiennense, más de Jaén que un hueso de aceituna. Nací en la capital, lo que pasa es que por motivos musicales me vine a vivir a Granada.
—Vamos, que es usted de esa generación jaenera para los que la Ciudad de la Alhambra suponía un soplo de aire fresco culturalmente hablando, una suerte de vecina cosmopolita y a un paso.
—Sí, efectivamente. A Granada le debemos mucho, es como la gente que vive cerca de Madrid o de Barcelona, hay capitales que tienen una identidad cultural muy grande, y en Granada, por poner solo algún ejemplo, ahí está Enrique Morente…
—Palabras mayores, sí. ¿En qué año hizo usted la maleta, Isaac?
—Me vine aqui en 2003, ya había ido y venido por diferentes motivos, pero con el proyecto que tenía en ese momento con Domestic [grupo de música electrónica que llegó a tocar en el Sonar y en el FIB] me di cuenta de que me iba a resultar más cómodo vivir en Granada, hacer aquí nuestros discos.
—Y Granada ya lo ha convertido en granadino, como Sevilla convierte en sevillanos a quienes adopta por la gracia de su talento.
—Yo soy un ciudadano del planeta Tierra. Después del desarrollo tecnológico tan fuerte que hemos vivido en las últimas décadas, a partir de esa revolución del siglo XX, evidentemente uno tiene una identidad multicultural: ese es el ítem que más me gusta tocar a mí: eres de aquí, vives allí, tus influencias son estas, tengo muy poco duende aunque soy andaluz, me encanta la música clásica… La identidad cultural ya viene dada por la comunicación, por los medios y la cultura a la que tienes acceso.
—Pero, ¿le queda algo de ese «hueso de aceituna», de hijo de Jaén?
—Mucho. Voy allí siempre que puedo, veo a los amigos, a la familia, cuando la agenda lo permite. Aunque estos dos últimos años hemos podido movernos poco.
—¿Y a tocar, no viene a tocar a su tierra¿ Debe de ser un gustazo…
—Claro, juega uno en casa, es agradable y una gran alegría ver rostros conocidos en el público, y luego echar con ellos un rato de asueto o una buena juerga.
—¿Satisfecho, entonces, de haberse mudado, aunque haya sido solo a algo menos de cien kilómetros?
—Sí. Nunca he sido de ciudades grandes, de hecho en los últimos años he tenido posibilidad de vivir en sitios más pequeños y estoy muy contento, estoy más tranquilo en un sitio pequeño, en un pueblecito, que te permite pensar, tener la cabeza más despejada y decidir qué quieres hacer. La vorágine de las ciudades muchas veces te atrapa, te lleva y te vuelve loco. Incluso Jaén: mi padre vive en el centro y a veces, cuando voy por allí, pienso: «Esto es Nueva York».
—Le ha salido la vena de andaluz exagerado, señor Aguilera. Entrando en materia: Suerte, suerte es su nuevo videoclip para un nuevo tema, con Javier Ojeda, el legendario vocalista de [Danza Invisible] a su lado. Una canciónn positiva, de buen rollo, que engancha.
—Llevo trabajando con Javier muchísimo tiempo, le he llevado la producción en algunos temass, he compuesto con él, me ha invitado a tocar en directo, somos amigos… La idea que yo tenía era que me ayudara un poquito a sacar este proyecto adelante, darme un empujón, pero la canción no la escribí pensando en él, sino porque tenía que escribirla. Simplemente quería tener una canción muy alegre, que tratara un tema sencillo., aunque la estructura sí tiene su intríngulis, no es un laberinto pero sí me hizo mucha ilusión, y a Javier también le gustó mucho. A pesar de ser una letra sencilla y tener mucho gancho, tiene muchos cambios, tiene cierta altura.
—Se le ve contento.
—Estoy muy orgulloso, también, porque ha participado Javier, que es un gran cantante, y no estropeé aquello, incluso le hice sombra [ríe]. Y tener una canción tan alegre es un logro para mí.
—Y eso que dicen que roza la frivolidad. ¿No cree usted que es que la frivolidad está infravalorada, que tiene demasiada mala prensa?
—Claro, claro, pero desde mi humilde posición parece que uno tiene que intentar aportar más, que la música de baile o de poca sustancia en la letra es propiedad de un tipo de artistas, y no. La misión de entretener me parece formidable, ver sonrisas en la cara durante un concierto es fantástico. Me parece mucho más difícil hacer reír a una persona que hacerla llorar.
—Una canción alegre, positiva, bailable… No se lo tome a mal, pero cualquiera diría que perfectamente podría haber ido a Eurovisión.
—[Ríe] No tengo ni idea, no estoy al corriente de las cosas que se manejan en ese festival.
—Pero a ver si va a tener ahí Pianobomba una veta inexplorada…
—[Vuelve a reír] ¡Quién sabe! Es que los festivales los entiendo como un lugar donde tiene que haber un espacio para artistas nuevos que aporten algo nuevo, si no completamente, al menos que tengan una oportunidad. No sé, según qué cosas, se convierten en fenómeno televisivo, todo se monetiza, esto es normal. Pero creo que cada vez es más difícil tener un espacio para el arte puro y duro. Es mi vision, aunque no estoy muy al corriente. Yo llevo una vida muy normal.
—¿Como el protagonista de Rayuela, acostumbrado a que le pasaran cosas modestamente excepcionales? ¿Qué es llevar una vida normal, Isaac? ¿O qué es para usted?
—Mi casa, mi niña, todas esas cuestiones.
—Todo lo contrario a la cotidianidad de un divo, de una estrella.
—Sí, sí, a mí me gusta cocinar y esas cosas, aunque eche la comida a perder.
—¿Cuando cocina también canta?
—Hay que cantar siempre, siempre que puedo canto, me da mucha alegría. Es un proceso muy misterioso: un instrumento lo ves, sabes lo que estás haciendo, pero la voz no, y es muy difícil estudiar esa sensibilidad, generarla.
—Ahora que habla de cocina y de cosas que no son de su oficio: una persona tan entregada a la música desde hace tantos años, a cuidar su trayectoria para llevarla por los cauces de la seriedad, en el mejor sentido, de la palabra, ¿qué otra pasiones tiene? ¿Es Isaac Aguilera futbolero, taurino, cofrade…? ¿Es usted cazador, quizá? ¿Por dónde van los tiros?
—La verdad es que he tenido poco tiempo, voluntariemante decidido, para hacer otras cosas. Hoy día intento simplemente pasar todo el tiempo que puedo con mi hija, disfrutar su crecimiento (tiene tres años y poco); es una delicia ver cómo se desarrolla su inteligencia. Me gusta tocar el piano, la guitarra (que es lo que estudié); no es que yo quisiera ser cantante, es que no he tenido más remedio. Siempre en la música, en todo lo que he podido. Ahora es cuando estoy limitando más los proyectos, porque no puede uno pasarse la vida en el trabajo, hay que disfrutar.
—¿Su hija ha visto el videoclip?
—Claro que sí, y reconoce a su papi, a su mami [la baterista Blanca Samos, que junto con el guitarrista José Blesa y el propio Aguilera conforman Pianobomba], y al ‘Puntito’, que es Javier Ojeda (lo llama así por su canción Un puntito).
—Si ella, la peque, le da el aprobado, prueba superada.
—Los críos tienen un filtro muy especial, les pones algo y a los cinco segundos te dicen «¡quita eso!» o se ponen a canturrearlo. Tienen una sensiblidad muy especial.
—Esto se acaba, como diría un speaker de feria, pero no sin preguntarle cuándo podrán disfrutar de ese Suerte, suerte en directo sus paisanos, su gente de Jaén?
—Vamos a ver si cerramos fecha paras septiembre, no voy a decir dónde pero puede ser que estemos ahí. Espero que sí.
(Javier Cano para La Contra de Jaén).