El cantante malagueño ofreció ayer un espectáculo para el que se rodeó de amigos, dentro y fuera del escenario
Las luces se apagaron invitando al público a dejarse llevar. Tras la espera –amenizada por la conversación y los encuentros con viejos amigos– por fin llegó el momento. Javier Ojeda, el gigante malagueño del pop rock nacional y líder de Danza Invisible, escribió anoche otro capítulo en su historia –en la de la música reciente–, y lo hizo rodeado de aliados, sobre el escenario y entre el patio de butacas. Ojeda presentó ante sus seguidores más cercanos ‘Barrio de la Paz, actos II y III’, y lo hizo en un concierto sin vergüenza ni complejos, por y para los suyos.
Se mostró latino y salsón desde el primer minuto, con un arranque a guitarra y voz, viajando hasta sus raíces en la Costa del Sol con ‘Hora de empezar’, single del disco. Ese momento íntimo y cercano sirvió de pretexto para la entrada de la banda completa: saxofón, guitarra, batería, percusión y teclados. Baila Conmigo –la versión del clásico de Rita Lee– dio pie al primer baile y a la primera incursión del cantante entre el público. Durante los estribillos de varias canciones se paseó por los pasillos, danzando y cantando con los asistentes, a ritmo de mambo y cumbayá. Los espectadores agradecieron la iniciativa coreando y dando palmas al ritmo de la música.
La primera persona encargada de aliarse con Ojeda y escoltarle sobre las tablas fue Irene Lombard. La exconcursante de ‘La Voz’ deslumbró al público con la potencia de su voz.
La segunda colaboración fue quizá la más especial de la noche. El pequeño Pablo Ojeda acompañó a su padre en un dúo que sirvió para que ambos mostraran lo parecidos y diferentes que son. ‘Apasionado’ fue el tema escogido para que el público se rindiera ante la química que padre e hijo derrocharon sobre el escenario. ‘De qué manera te olvido’, versión del popular tema de Vicente Fernández, reanudó la fiesta tras una breve pausa. Este son latino fue el tablero de juego del trompetista invitado y del teclista, quienes se retaron a base de solo, pregunta y respuesta.
Homenaje a Rockberto
‘Pepe el vulgar’, la interpretación de Ojeda de ‘Ordinarie Joe’, de Terry Callier, sirvió de homenaje a Rockberto, el ya fallecido líder de Tabletom. ‘Camino verde’, versión de Angelillo, fue uno de los fuertes de la noche y el hueco para la exhibición de Ojeda en el plano vocal.
Entre el público se dieron cita seguidores del artista de todas las edades. Forofos con camisetas de los ochenta se mezclaron con familias como la de Juan Antonio y su mujer, que llevaron a su sobrino a ver el concierto. «Más bien nos ha hecho venir él a nosotros», explica el tío de Alejandro, de 12 años, aficionado a la música desde antes de saber hablar.


Javier Ojeda, durante el concierto
‘Hora de empezar’, tema que al inicio del concierto fue interpretado en acústico, volvió a sonar como fin de fiesta, esta vez con toda la banda sobre el escenario y el público en pie. Ojeda levanta pasiones, con Danza Invisible o en solitario, y así quedó patente anoche, en el lleno de las butacas, en los aplausos, y en las promesas de «volver» que lanzó el emocionado artista antes de abandonar las tablas.
(Artículo de Fernando Torres para Diario Sur).