¿Alguno-a habéis escuchado hablar de Lyle Lovett? O mejor, ¿alguno habéis escuchado alguna de sus canciones? Me imagino, distinguido seguidor-a de esta página, que la clase que se le presupone indica que sí, pero mucho me temo que la respuesta es negativa, especialmente con respecto a la segunda pregunta. Porque desgraciadamente el bueno de Lyle sigue siendo pasto de connossieurs y ni siquiera los músicos saben mucho de su obra.
Si ya os indico que Lyle Lovett fue marido de Julia Roberts durante varios años os ayudará a situaros: «Ah, era el tipo ese tan extraño con pintas de Charlot que también actuaba en alguna película». Sí, especialmente perturbador estaba en «Vidas cruzadas», en ese papel de pastelero acosador sumamente irritado porque le dejaban colgada la tarta de cumpleaños. Pero es que Lyle Lovett es eso y mucho, mucho más. De hecho, su negativa a explotar el marujeo hoollywoodiense ha hecho que prácticamente nadie conozca nada de él, al menos aquí en España. El Sr. Lovett es un cantante como la copa de un pino que flirtea con igual sabiduría por el country, jazz, blues y swing, todos géneros añejos de la música americana. Hace poco tuve ocasión de ponerle a mi amigo Nando Hidalgo (corista-guitarrista con Danza) su disco «Lyle Lovett & his Large Band» y flipó, como haría cualquiera persona sensible.
Lyle tiene hasta la fecha publicados 12 álbumes si no se me va la cuenta. Debutó con un extraordinario LP homónimo en los 80 de acentos marcadamente country para irse paulatinamente desmarcando del estilo dejando entrar otras esencias en las que demuestra igual soltura (la big band de swing de la segunda cara de «Lyle Lovett & his Large Band», por ejemplo). Especial cariño le tengo a «I love everybody», pero es que hablamos de esos rarísimos artistas de los que uno podría comprarse cualquier disco a ciegas sabiendo que no te va a defraudar. A la hora de buscar música sincera que te llegue al alma ten cerca al amigo Lyle, no te arrepentirás. Y añado: un vocalista superlativo, de 10.
Solo un comentario más para cinéfilos: especialmente maravilloso es el momento en que suena «Stand by your man» al final de «Juego de lágrimas» de Neil Jordan, gran film que mezclaba conceptos aparentemente antagónicos como el terrorismo norirlandés y la homosexualidad. Esa canción machista, pero maravillosa por otra parte, que popularizó Tammy Wynette coge otra dimensión cantada por un hombre… ¡y en el momento en que suena! No se la pierdan, película y artista.