La primera vez que escuché hablar de Gram Parsons fue gracias a Elvis Costello, al que nunca agradeceré lo suficiente haber publicado «Almost blue», un álbum de versiones de country que me sirvió como introductor al género en una época en la que esta música me parecía lo más rancio del mundo (moraleja: los buenos discos de versiones son necesarios). Este LP terminaba con la canción «How much I lied» que al poco se convirtió en una de mis favoritas, rebuscando en los créditos te enterabas de que el tema estaba compuesto por un tal «G. Parsons» al que poco tiempo después identifiqué como un tipo que, fíjate, tenía todos los boletos para que le fuese adjudicado el honor de ser el inventor del country-rock (moraleja: por eso los créditos de los discos son importantes).
El primer disco suyo que me compré fue, cómo no, «G.P.», sencillamente porque deseaba escuchar la versión original de «How much I lied» y desde luego que no me defraudó en absoluto: mis oídos estaban ya acostumbrados a la instrumentación vaquera que él introdujo en el rock y aquello me pareció una maravilla. Lo que sí me llamó poderosamente la atención fue su voz, cálida y de agradables tonalidades pero con un extraño temblor que le daba un plus de vulnerabilidad muy particular, algo que según la ortodoxia vocal podría definirse como una «afinación dubitativa» y que a mí me flipa, oye. De ese disco ya pasé a «Sweetheart of the rodeo», el único en el que nuestro amigo Gram figuró como componente de los Byrds en sustitución de David Crosby, otro discazo en el que lamentablemente se retiraron sus pistas vocales por problemas de tipo contractual, siendo sustituidas por las de Roger McGuinn. Hombre, uno no se queja del cambio porque McGuinn es otro pedazo de vocalista, pero esto no me impide que os suelte otra moraleja: no conviene dejar la carrera de uno en manos de representantes plastas. Y otra moraleja más, sé todas estas cositas por haberlas leído en revistas musicales antes de comprarme el disco, por tanto la necesidad de una prensa musical rigurosa y especializada es algo evidente, más aún en estos tiempos en que todo hijo de vecino hace de crítico.
De «Sweetheart of the rodeo» pasé a «The gilded palace of sin» (a nombre de The Flying Burrito Brothers, sí, Gram fue el fundador de este grupo cuando se fue de The Byrds) y no hace mucho me regalaron «Grievous angel», el segundo y último LP que grabó como solista, todos me gustan mucho. Me voy dando cuenta de que voy escuchando su discografía de manera desordenada y fragmentada, pero no me importa; podría escucharla hoy en día toda por orden acudiendo a Spotify, pero es que no, tío, no es lo mismo, ya me llegará la hora de pillar su primera grabación al frente de la International Submarine Band y volveré a recibir esas deliciosas sensaciones disco en mano.
Oye, os estaréis dando cuenta de que hablo en pasado, ¿no? Claro, es que Gram Parsons falleció de una sobredosis a la edad de 26 años, fascina ver que en su corta edad firmase tantos discos seminales. Más detalles, fue el que introdujo a los Rolling Stones -sí, fue especialmente amigo de Keith Richards- en los placeres del country-rock que producirían gemas tan memorables como «Wild horses», de hecho estuvo en las sesiones de grabación de «Exile on main street», también fue novio de la cantante Emmylou Harris, quien le haría coros en sus dos discos como solista antes de emprender ella misma exitosa y firme carrera en solitario. En España tendría un rendido admirador en la figura de Enrique Urquijo, de hecho «Quiero beber hasta perder el control» y muchas otras bonitas canciones de Los Secretos beben de sus fuentes.
Las cenizas de Mr. Parsons están esparcidas en el desierto de Joshua, como él mismo desease. Hijo de un militar multimillonario que acabó pegándose un tiro y de madre alcohólica que también la palmó antes de tiempo, no fue desde luego su familia lo que le diese estabilidad, pelas aparte. Ahora sería muy fácil soltaros una moraleja facilona más, pero no lo haré, os dejo que rebusquéis por internet (contra-moraleja: para estas cosas sí que está bien, YouTube, Spotify, etc.) y a ser posible compréis alguno de sus discos, en cualquier portal tipo Fnac o Amazon los tenéis en algún caso a precios inferiores a un paquete de tabaco.