Larga vida al rock malaguita

El Aula de Cultura de SUR celebra la antesala de Brisa Festival con un coloquio por los 40 años de Danza Invisible y un concierto de Tabletom en Cervezas Victoria

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Fuera sillas. En esta cita, los asientos rojos característicos de la sala de la fábrica de Cervezas Victoria no iban a acompañar a los asistentes. Había música, mucho rock. El cuerpo pedía otra cosa en esta Aula de Cultura de SUR, que hizo de previa al Brisa Festival que esta misma tarde pone las primeras notas de su segunda edición en la plaza de toros La Malagueta. Pero la música ayer estaba en otra parte. A eso de las 20.30 horas, la fábrica de Cervezas Victoria recibía a los invitados, que directamente iban a la barra para pedir algo fresquito mientras empezaba la velada de música con dos grandes bandas malaguitas: Tabletom y Danza Invisible.

Antes de ‘dar la nota’, fueron las palabras en un coloquio para celebrar el 40 aniversario de Danza Invisible. Primero, las de Leo Mérida y Agustín Fuentes, como organizadores de Brisa Festival. «Estas dos bandas son historia de la música y se dan cita hoy aquí», destacaban. El escenario estaba ya equipado para lo que vendría después y la batería, guitarra eléctrica y pies de micro eran la decoración perfecta para el encuentro de la banda con el periodista Antonio Javier López, codirector del Aula de Cultura de SUR junto a Alberto Gómez. Sentados en los banquillos y con cerveza en mano: Antonio Luis Gil (guitarra y teclados), Javier Ojeda (voz), Manolo Rubio (guitarra y coros) y Chris Navas (bajos). Todo listo para hablar de toda una vida en la historia de la música ‘made in Málaga’.

«Cuando empezabais en el sótano de aquel bar…», les recordaba Antonio Javier López. Y por momentos parecían esos jóvenes que empezaron en la música sin saber donde iban a acabar: «Ricardo llevaba la batería y cantaba, eso era un trabajazo, entonces nos propuso meter un cantante y mira, cuando llegó Javier lleno de miedo, con una canción horrible…», comentaba Antonio Luis Gil entre las risas de sus amigos y compañeros de banda. «Menos mal que vino la segunda vez a otra prueba, ahí ya lo aceptamos», terminaba la anécdota. La voz de Javier Ojeda se quedó y ahora sigue siendo la que pasea por las letras de los míticos temas de esta banda malaguita, que lleva su tierra por bandera.

Y así lo confirmaron en el Aula de SUR: «Nuestro reflejo era costasoleño, por aquel entonces el único sitio que había en toda Málaga y donde sonaban los primeros discos de The Police o Simple Minds era en Torremolinos. Cogíamos el autobús y cuando llegabas allí eso era otro mundo, uno que era multicolor… Los de Danza Invisible somos costasoleños», defendía Javier Ojeda. «Es que si no hubiésemos sido de Málaga no hubiéramos sido lo mismo», añadía Chris Navas. En esa parte de la conversación hablaron de las diversas propuestas que tuvieron de salir fuera de la provincia. «Nos dijeron de irnos a Madrid…», comenzaba a contar Manolo Rubio. «Pero si nos hubiésemos ido no estaríamos hoy aquí celebrando los 40 años», contestaba rápidamente Antonio Luis Gil.

La conversación entre Antonio Javier López y los músicos seguía entre risas y comentarios cómplices con el público, que tenía gente de todas las edades. A los jóvenes que se están metiendo de lleno en el mundo de la música dedicaron unas palabras. «Nuestros primeros ensayos eran diarios, si faltaba uno le montábamos un pollo que te cagas, ya fuera Navidad, cumpleaños, lo que sea», desvelaba Chris Navas. «Tiene disciplina pero también diversión, no nos olvidemos que esto es rock and roll y que tiene un espíritu de puta madre, que es el de tener la voluntad de hacer algo que sea muy bueno, que sea la caña», completaba Javier Ojeda.

El punto en común: la música

Y hablando de rock llegaba el momento de que las palabras estuviesen acompañadas por esos instrumentos que esperaban su turno en el escenario. La mítica banda se subía y empezaba la fiesta en el Aula de Cultura para que todos brindasen y bailasen al ritmo de Tabletom. Con los brazos abiertos saludaba Salva Marina, la voz actual del grupo, y todos levantaban los móviles para capturar el inicio del concierto. Otros aprovechaban para hacerse ‘selfies’ mientras con los componentes de Danza Invisible, que se quedaron en la sala de Cervezas Victoria como espectadores para bailar y cantar los mejores temas que la leyenda de Rockberto entonó en su día.

Los cantantes de ambos grupos, Javier Ojeda y Salva Marina, interpretaron juntos un bolero: «Un momento tó perita»

Entre la gente, unos jóvenes estaban entregados al concierto: ellos son parte del grupo local Polarnova, que el pasado sábado tocó en el Muelle Uno en uno de los conciertos que Brisa dedicó a las bandas de la ciudad. Adrián, los dos Lucas y Tom. «Esto me encanta, no los conocía», decía el Lucas argentino. Otras bandas y artistas como Gran Premio, Mágicos cabrones del ruido, Gravity Groove o El Zurdo tampoco quisieron perderse la cita más rockera del Aula. Incluso Javier Ojeda se animó y subió a cantar un bolero con Salva Marina para terminar en un abrazo. «Un momento tó perita», definía la voz de Tabletom.

El público ya estaba arriba pasadas las diez de la noche. Se pegaron al escenario y se desmelenaron, bailaron y cantaron los temas de Tabletom, que empezó a despedirse con ‘Málaga’. «Aunque me vaya a Hollywood conmigo siempre estarás en mi corazón, Málaga», cantaba el público. Se despedía del concierto con ‘No tengo ná’ a las 23.15 horas. Después de esa cita del Aula solo se podía decir una cosa: larga vida al rock malaguita.

(Cristina Pinto para Diario Sur).