Hace poco posteé una noticia referente a los conciertos 1000 y 1500 de mi carrera y acabé retirándola a las pocas horas, me di cuenta de que estaba buscando un imposible y este es hallar con certeza absoluta el número de galas de mi carrera, tanto con Danza Invisible como mias en total. Aún así me he entretenido, de hecho me estoy entreteniendo bastante intentando alcanzar el número pi y recordando muchas actuaciones que tenía olvidadas. En estos instantes creo que Danza Invisible lleva alrededor de 1200 y yo debo haber cumplido mi concierto 1500 esta primavera, ahora estaré rondando los 1550.
Qué curioso, ¿no?, este afán por atar cabos sueltos y ordenar mis cosas. De hecho me doy cuenta de que gran parte de los discos que he publicado desde el 2006 están basados en ideas que por los motivos que fuese no había podido culminar: versiones que siempre quise hacer («Tía Lucía», buena parte de «Reversos», las de «Barrio de La Paz Acto 1″»), bases musicales que no había conseguido rematar, etc. De hecho canciones 100% nuevas -en el sentido de que música y letra son de recientísimo cuño- solo son «Hora de empezar», «La bomba», «Las noches del «Camagüey»», «Locos por sentir», «Apasionado» y «Hoy debo partir», añadamos el «Volveré» que grabé para ayudar al desastre del terremoto de Lorca y casi todas las ideas de versiones de «Barrio La Paz Actos 2 & 3». Por eso tengo la seguridad de que he culminado un ciclo y debo tomarme con calma el paso siguiente de mi carrera, necesito pensar y meditar.
Llego a casa de regreso de Melilla dándole vueltas a este asunto y comienzo a hojear el último libro que he comprado, «La trama nupcial» de Jeffrey Eugenides. No he podido leerlo porque mi mujer se ha abalanzado sobre él nada más leer las notas de contraportada y comienzo a pensar en los motivos de esa atracción, ese «algo» que provoca tu interés por adquirir un producto. En este caso ha sido el aura enigmática de este autor, que apenas ha publicado tres libros en 27 años y no concede entrevista alguna salvo en los momentos de estreno de sus obras, y por supuesto no aparece en red social alguna. También me parece interesante que en cada libro haya probado un estilo literario distinto y en el caso de este último, que la novela esté basada en algún personaje de un proyecto anterior que no consiguió terminar, igualito que yo, ¿verdad?
Únase a esto su conexión cinéfila, ya que «Las vírgenes suicidas» fue llevada al cine por Sophia Coppola, una interesante directora sin duda alguna, al menos a mí me gustaron bastante «Lost in translation» y «María Antonieta», y nos vamos acercando a la librería. Recuerdo también que la BSO de esta película la hizo el dúo francés Air, sinónimo de techno elegante y melódico, lo que sin duda adorna mis pensamientos de un esteticismo intrigante y no pedante, qué diantre. Veo la foto del escritor y su pinta de rasgos griegos, es americano de descendencia helena, le otorga misterio. Venga, vamos a comprarlo. Me encantaría que lo mismo pasase con mi música, ¿no creen?