Las musas y yo

Pues resulta que empecé el año con firme propósito de empezar a hacer canciones como un loco y me ha sido imposible… hasta ahora mismo. Me agarré un resfriado de estos que andan ahora por ahí que me ha tenido KO tres semanas y las continuas llamadas para contratación, bienvenidas sean, me han tenido algo descentrado del objetivo… hasta ahora mismo (otra vez).

Una vez terminada la fase de presentación de «Los Castillos del Mar», ahí tenéis el disco para vuestro deleite, he realizado una selección de temas para su continuación, otro live mayormente basado en el histórico concierto «2000 Noches sin Dormir» de marzo del año pasado en el Palacio de Congresos de Torremolinos, disco que se está empezando a mezclar ahora. Creo que en un blog anterior expliqué que me gustaría que entre los dos discos en directo hubiese al menos una canción de cada uno de los LP’s que he publicado con Danza Invisible o en solitario, o casi todos. Ah, pero cuando se publique ya habrán pasado 41 años de mi carrera profesional, así que es como si me faltase un tema nuevo por añadir o como broche final. Así que ahí ando peleándome con el Garageband y las musas.

He empezado dándole vueltas a un par de versiones muy chulas, en vista de que no se me ocurría nada muy destacable de mi propia cosecha… hasta ahora mismo (una vez más). He recibido un encargo que he de entregar de manera perentoria y entonces sí, es como si al ponerme la pistola me fuese desinhibiendo y poniendo las pilas. Además a mí las canciones a encargo me suelen salir bien, de hecho casi siempre las acabo incluyendo en mis discos porque tienen categoría suficiente («Hambre de ti», «Soy cobarde» o «Pájaros libres» sin ir más lejos).

Por tanto este año tendréis, aparte del nuevo álbum en directo, algo de nueva cosecha para llevaros a los oídos, aunque aconsejo que exprimáis «Los Castillos del Mar» antes, disco del que me siento muy orgulloso. Como regalo, adjunto el vídeo de la interpretación de «Un Puntito» en Gibralfaro, uno de los momentos estelares del disco, que tiene un momento de gran emotividad para mí: como a mitad del tema la cámara enfoca la silueta en sombras de un chico joven que no puede aguantar sentado y se lanza a bailar sin moverse del sitio, estábamos en pandemia y en los conciertos uno no podía abandonar su asiento. Ese chico es mi hijo Javier.